Ucrania, tras el alto el fuego: las contradicciones se acumulan

El miércoles 18 de febrero las fuerzas rebeldes del este de Ucrania llegaron a la ciudad clave de Debáltsevo, que ocuparon tras rodear a las tropas de Kiev y haber exigido la rendición de la ciudad. Esta operación tuvo lugar tras el anuncio de un cese de hostilidades que supuestamente debía de entrar en vigor el domingo 15 de febrero.

Las relaciones internacionales y el deseo de un alto el fuego

Este último intento de conseguir un alto el fuego fue encabezado por Merkel y Hollande, que viajaron a Moscú en un intento de esbozar una “hoja de ruta” para la paz con Putin. De esta reunión salió un acuerdo con 13 cláusulas, firmado por Merkel, Hollande, Putin y Poroshenko, así como por los dirigentes de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, que lo respaldaron en Minsk el 12 de febrero, y que planteaba un alto el fuego que tenía que empezar en la medianoche del sábado 14 de febrero. Incluía la retirada de armamentos pesados del frente, una amnistía para los prisioneros de ambos bandos, el cese de las restricciones contra las repúblicas y una promesa de autonomía para las repúblicas del este.

Alemania tiene un interés económico sustancial en poner fin al conflicto en Ucrania y a las consiguientes hostilidades con Rusia, ya que Alemania recibe un tercio de su gas de Rusia, que es su onceavo socio comercial más importante. Además, mientras Merkel está ocupada tratando de lidiar con la crisis de la eurozona y el nuevo gobierno de SYRIZA en Grecia, los problemas de Ucrania son un rompecabezas indeseable.

Por estas razones los alemanes siempre han adoptado un tono más suave y diplomático con Rusia sobre el conflicto en Ucrania, a diferencia de la actitud beligerante de EEUU, cuyo interés económico directo en el país no es sustancial. Aunque Obama se ha mantenido personalmente algo distante del conflicto, ha mandado a John Kerry y Joe Biden (que tiene intereses económicos directos en Ucrania, donde su hijo es consejero de Burisma, el mayor productor privado de gas del país) para hacer el trabajo sucio de EEUU.

Sin embargo, Obama ha perdido el control sobre el congreso estadounidense, dominado por los republicanos, muchos de los cuales están clamando por un envío de armas a Kiev, y tiene una agenda internacional ya bastante azarosa con el auge del Estado Islámico. Por estas razones, no le debe de haber molestado mucho a Obama el no haber sido incluido en la ronda de negociaciones de Minsk, y posiblemente haya estado conforme con que se barajase un alto el fuego.

Pero Merkel tiene sus propias razones para excluir a EEUU de las negociaciones, más allá de la diferente relación económica que mantienen Alemania y EEUU con Rusia. Las revelaciones de que los servicios secretos estadounidenses han estado espiando a Merkel y a otros peces gordos del establishment alemán han amargado las relaciones entre ambos países. Y la intromisión de EEUU en los asuntos internos de la eurozona con respecto al futuro de Grecia no ha sentado bien a Merkel, que considera éste un asunto eminentemente alemán. El efecto combinado de las crisis en todos los ámbitos está tensando las relaciones entre las distintas potencias capitalistas.

Putin también tiene buenos motivos para desear un alto el fuego en Ucrania. Las sanciones de Occidente contra Rusia están dañando su economía, y esto, junto al golpe a la moneda nacional que ha supuesto el colapso del precio del petróleo, significa que Putin necesita aliviar la presión a la que las turbulencias económicas están sometiendo a su gobierno.

Poroshenko y sus patrocinadores están deseosos de firmar un alto el fuego ya que, a pesar de la ofensiva de las tropas de Kiev en enero, la contraofensiva rebelde ha ido ganando terreno y, en el momento en que se firmó el acuerdo, 8.000 tropas estaban rodeadas en la ciudad de Debáltsevo, un nexo central conectando las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. A esto se añade el creciente movimiento en el oeste de Ucrania contra los reclutamientos forzosos para ir a luchar al este y la indignación contra la corrupción crónica, que continúa a pesar de las promesas de Poroshenko. Por estos motivos Kiev también está buscando tiempo para reagruparse.

Una lógica propia

A pesar de los poderosos intereses tras el alto el fuego, los rebeldes no cesaron su ataque el domingo. El martes 17 de febrero los rebeldes empezaron a tomar Debáltsevo y el miércoles Kiev confirmó que sus tropas se retiraban. Desde el punto de vista de las repúblicas, tras haber retomado el aeropuerto de Donetsk, la conquista de Debáltsevo reforzaría su línea de frente. Nunca consideraron que Debáltsevo estuviese incluido en el segundo acuerdo de Minsk. A Kiev le quedaban pocas opciones aparte de protestar.

Lo que Obama, Merkel y otros se niegan a reconocer es que este conflicto, desencadenado por el movimiento Maidán apoyado por occidente, con fascistas en su núcleo y con el enfrentamiento con la población del este como parte de su programa, ha adquirido una lógica propia. Zacharenko, el líder de la República Popular de Donetsk, se apresuró a decir que el acuerdo del alto el fuego no decía nada de Debáltsevo y que por lo tanto consideraba justificado que continuase la lucha por esa ciudad clave. En un comunicado desafiante dijo también que la RPD se enfrentaría a cualquier provocación por parte de las tropas de Kiev.

Al mismo tiempo, Dmytro Yarosh, el parlamentario ucraniano que es también dirigente del fascista Sector Derecho y sus batallones paramilitares, afirmó que el alto el fuego violaba la constitución ucraniana y aseguró que sus batallones seguirían luchando por la unidad de Ucrania.

En realidad, Putin no tiene completo control sobre lo que hacen las fuerzas rebeldes sobre el terreno. Su perfil se ha ido deteriorando a ojos de mucha gente en el este de Ucrania, que en un momento dado tuvieron ilusiones de que sería capaz de traer una mejora en los niveles de vida etc. Muchos tuvieron la ilusión de que bastaba con convocar un referéndum para recibir apoyo decisivo de Rusia como en Crimea. Muchos de ellos ya no contemplan la integración de las repúblicas en Rusia, y aceptan un futuro como repúblicas formalmente independientes.

El gobierno ruso siempre ha admitido que hay unidades de voluntarios rusos luchando en Ucrania, y, si bien la insistencia de Putin en que están ahí por voluntad propia es difícil de creer, parece claro que una invasión masiva del ejército regular ruso, como afirman la OTAN y Kiev, no se ha producido.

El secretario general de la OSCE, el general Lamberto Zannier, ha llegado a admitir que no había visto unidades rusas sino individuos de ése país luchando en Donbas, y el propio Putin ha afirmado que si quisiese podría tomar Kiev en cuestión de semanas. De hecho, el jefe del Estado Mayor ucraniano, Víktor Muzhenko, aceptó que no hay unidades regulares rusas luchando en Donbas, pero que tiene información de civiles y militares individuales que se encuentran en las repúblicas. Sin embargo, en última instancia, el Kremlin ejerce un grado de control sobre las repúblicas ya que controla sus suministros a través de la frontera.

Asimismo, Poroshenko no controla totalmente los batallones de fascistas que ha estado integrando en el aparato de Estado desde que jugaron un papel crucial en el movimiento Maidán. Ahora que esta gente se ha visto legitimada al haber recibido puestos en los mandos militares y sus dirigentes han sido elegidos como parlamentarios, se sienten cada vez más capaces de establecer sus propios objetivos, básicamente, la unificación de Ucrania por la fuerza y la defesa de un nacionalismo ucraniano reaccionario. No pararán hasta que las repúblicas rebeldes sean aplastadas y se enfrentarán a cualquiera, incluido a Poroshenko, que se interponga en su camino.

Efectivamente, un miembro del batallón neonazi “Azov” afirmó al periódico The Guardian que una vez acabase la lucha en el este “llevarán la batalla a Kiev”. “¿Qué hará la policía?”, dijo, “no pudieron hacer nada contra los manifestantes pacíficos del Maidán, menos aún podrán hacer contra unidades armadas”.

Esto pone a Poroshenko en una situación muy difícil, ya que por una parte necesita un alto el fuego para permitir la estabilización del país, y reconoce que esto debe implicar una cierta autonomía para las repúblicas rebeldes. Pero eso es algo que los fascistas nunca aceptarán, y si sigue ese camino Poroshenko se verá sometido a su ira y tendrá pocos elementos del aparato de Estado a su disposición para defenderse.

El gobierno de Poroshenko-Yatseniuk se basa fuertemente en una retórica belicista para mantenerse en el poder y distraer la atención del colapso de la economía y de las políticas brutales de austeridad que está llevando a cabo bajo la batuta del FMI. Un alto el fuego genuino rápidamente revelaría su debilidad.

¿Armarán los EEUU a Ucrania?

A principios de febrero se informó que el gobierno estadounidense estaba considerando seriamente el envío de “ayuda letal” a Ucrania para el uso del gobierno de Kiev. El senador de derechas republicano John McCain es uno de los principales defensores de esta línea. El congreso ha autorizado la medida pero hasta ahora Obama se ha mostrado reticente a entrar en una confrontación militar directa con Rusia, la cual inevitablemente respondería a tal escalada en el conflicto por parte de EEUU. Con la firma del alto el fuego, la amenaza de EEUU de armar a Kiev parece haberse difuminado. Aunque la lucha en Debáltsevo parece socavar el alto el fuego, ahora que la ciudad ha sido tomada puede ser que el alto el fuego se prolongue durante un tiempo, como parece que es el caso en otras partes del frente entre Ucrania y las repúblicas.

El argumento a favor de una intervención letal por parte de EEUU se ha visto debilitado por la farsa del senador republicano James Inhofe, un férreo defensor de armar a Kiev, que mostró fotografías de tanques rusos que, según él, estaban invadiendo Ucrania. Más tarde se reveló que las imágenes, proveídas por un parlamentario ucraniano y comandante del batallón Donbas Semyon Semenchenko, eran de la guerra de 2008 entre Rusia y Georgia. Estas manipulaciones recuerdan a los americanos las mentiras sobre las armas de destrucción masiva en Irak, usadas como pretexto para la intervención allí. Hay pocos ánimos entre los estadounidenses de a pie de implicarse en más conflictos sin una razón clara.

Perspectivas para la lucha de clases

¿Pero cuál es la situación sobre el terreno y cuáles son las perspectivas para la lucha de clases en Ucrania y las repúblicas? En circunstancias de guerra civil como las que experimenta Ucrania actualmente, las necesidades militares se anteponen a las cuestiones sociales y económicas. Esto implica una subordinación de las iniciales reivindicaciones de clase del movimiento anti-Maidán en lo que ahora son las repúblicas del este a lo que son elementos militaristas, oportunistas, en ocasiones nacionalistas rusos y en todo tipo de gente sospechosa que han tomado la dirección de las repúblicas.

Esto ha llevado a que se prohíba la candidatura del Partido Comunista en las elecciones de las repúblicas a finales del año pasado debido a “irregularidades en los formularios”. Además, cuatro activistas antifascistas y comunistas, María Muratova, Alex Albu, Máxim Firsov y Víctor Shapinov, militantes de la organización marxista Borotba, fueron arrestados por uno de los batallones de la RPD en diciembre. Al final fueron liberados debido a la presión interna e internacional, pero en un comunicado emitido tras su liberación dijeron:

“Algunos sucesos recientes, incluyendo nuestro arresto y deportación, dan lugar a dudas legítimas sobre si el espíritu inicial antifascista y antioligárquico de la revuelta se mantendrá, o si será enterrado a favor de los intereses políticos y comerciales de los diversos grupos que operan en el país.”

Sin embargo, al mismo tiempo hay síntomas del potencial para la lucha de clases. Sigue existiendo un cierto elemento de nostalgia por la URSS entre la gente del este que añoran los tiempos en los que la vivienda, el trabajo, la comida, la ropa, la educación etc. estaban garantizados. En efecto, la RPD recientemente aprobó un memorándum sobre los principios sobre los que se asentará el Estado y sobre su continuidad política e histórica, que remonta a la revolución rusa. Dice:

“El 12 de febrero de 1918, en el IV Congreso de los Soviets de la cuenca de Donetsk-Krivoy Rog, basándose en la idea de la integración económica, se creó la República de Donetsk-Krivoy Rog (RDK). La República de Donetsk Krivoy-Rog no dejó formalmente de existir, a pesar de la ocupación alemana, la guerra y otros desastres sociales. Sus ideas perviven en los corazones de millones de personas.”

Además, la Brigada Fantasma, dirigida por Alexei Mozgovoy, ha estado defendiendo una línea antioligárquica a lo largo del conflicto (aunque mezclada con nacionalismo eslavo ortodoxo). En un manifiesto en vídeo, Mozgovoy explica que los responsables de la destrucción de Ucrania son los oligarcas y que prefieren sembrar la muerte y el caos antes que perder sus beneficios. Habla de la necesidad de expropiar los palacios construidos con el erario público, de garantizar una educación y sanidad decentes y otros servicios sociales a la gente de Ucrania, además de señalar que hay mucha riqueza en Ucrania que legítimamente pertenece al pueblo ucraniano, no a los parásitos oligarcas. Mozgovoy también ha mantenido contactos con elementos antioligárquicos en Kiev – principalmente con la abogada y político Tetiana Montian, que le visitó en Alchevsk.

Los soldados de la Brigada Fantasma fueron de los primeros en entrar en Debáltsevo tras ser retomada por las fuerzas rebeldes. Dentro de la Brigada Fantasma opera el Batallón Comunista, cuyo comandante entró en la ciudad llevando un gorro de piel con la estrella roja y la hoz y el martillo. Las afirmaciones de Mozgovoy a favor de la lucha de clases del pueblo frente a los oligarcas y su asociación con la tradicional simbología soviética atraen a mucha gente.

Al mismo tiempo, en el oeste de Ucrania hay un movimiento creciente contra la guerra fratricida en el este. Una mujer, trabajadora en una ONG en Lviv, dijo: “[Mi marido] decía que estaba dispuesto a defender a Ucrania. Tengo muchas dudas sobre quién defiende a quién. A mí me parece que esto es una especie de sacrificio, en el que la iglesia también es partícipe al dar su bendición: los que tienen el poder sobre la gente agarran a los muchachos y, quieras o no, puedas o no, te mandan para el frente para ser devorado por el dragón.”  

Tales sentimientos eran de esperar teniendo en cuenta los soldados reclutados a la fuerza para lucha por Poroshenko y sus esbirros en el este reciben poco entrenamiento y material. Según el New Yorker, los nuevos reclutas tienen que gastar varios miles de dólares en suministros y equipamiento antes del periodo de tres semanas de entrenamiento, tras el cual los reclutas son enviados al frente. Para aquellos que tienen familia y poco dinero estas condiciones representan una condena de muerte. Un hombre se quejó ante los periodistas: “no quiero ser carne de cañón”, y hay un movimiento creciente para frenar los reclutamientos por vías legales sobre la base de que Ucrania no ha declarado la guerra. Este sentimiento, que siempre ha existido hasta cierto punto en el oeste de Ucrania – que esta guerra no es del pueblo sino de los oligarcas y los políticos – cada vez se está extendiendo más.

Por estas razones la moral entre las tropas de Kiev es baja incluso antes de llegar al frente, y lo que se encuentran cuando llegan tan sólo empeora el estado de ánimo. El Ministerio de Defensa ucraniano utiliza un botiquín médico de la URSS de los años 70, que no se ha renovado desde entonces. Un hombre trabajando en un centro médico para soldados heridos describió:

“Este centro sólo tiene suministros para cincuenta personas. Es una gota en el océano. El ejército sigue en el mismo estado en que estaba en la guerra afgana. Nos falta de todo, y tenemos que improvisar constantemente. Nadie sabía, excepto tal vez algún que otro médico, qué era el Celox y por qué es necesario para frenar el desangre de una pierna amputada [el Celox es un tipo de gasa hemostática]. Nadie sabía nada de los visores nocturnos. Pero ahora y lo van sabiendo. Se trata de ir tanteando. La gente compra botas, por ejemplo, y se dan cuenta de que van bien para un puesto de control pero no para correr por la nieve. No ha habido una coordinación en las donaciones, la gente compra cosas inadecuadas en cantidades inadecuadas. A veces acabas con una tonelada de trigo en un puesto de control.”

Una de las razones del mal estado del ejército ucraniano es la corrupción rampante del gobierno. Las ayudas militares pasan por el Ministerio de Defensa, donde grandes cantidades son robadas. En septiembre se informó que el batallón número 12 de Kiev fue creado sólo para robar materiales. En enero, un consejero del gobierno calculó que entre un 20 y un 25% del dinero que se adjudica al Ministerio de Defensa es robado por funcionarios corruptos. La gente del frente está siendo obligada a luchar una guerra fratricida, mientras aquellos por cuyos intereses están luchando se enriquecen robando los suministros esenciales que los soldados necesitan. Este estado de las cosas no puede sino mostrar que Poroshenko y sus aliados no son mejores que Yanukovich o que cualquier otro oligarca. Hay potencial para la lucha de clases en estas condiciones.

Pero si Kiev está socavando el apoyo y la moral de sus propias tropas, la psicología de la gente del este está en otro nivel completamente. Desde el principio, tras la retirada de Yanukovich, el gobierno pro-occidental de Kiev ha estado provocando a las regiones del este. Estas provocaciones han ido creciendo hasta llegar a una guerra total en Donbas. Kiev ha bloqueado Donetsk y Lugansk, cortando el acceso al dinero, medicina, comida, electricidad, pensiones, así como bloqueando la ayuda humanitaria. El hospital Kalininsky de Donetsk es el más grande de la región pero sólo tiene suministros para tratar a sus 90 pacientes de diálisis durante dos o cuatro semanas más – esta gente morirá a no ser que lleguen más suministros. La actitud de Kiev ha endurecido los ánimos en el este hacia el gobierno, muchos ya no se consideran ucranianos y ven la guerra como una lucha por sus hogares y familias contra un gobierno hostil apoyado por fascistas.

Este estado de ánimo en el este ya no se puede ignorar, y hace que el argumento de que la guerra es una agresión rusa sea difícil de sostener, para empezar porque 900.000 refugiados del conflicto han huido a Rusia, no a Ucrania. Esto lo admiten algunos periodistas occidentales, algunos de los cuales han estado hasta ahora firmemente con el Maidán, pero que recientemente han visitado las repúblicas y han hablado con los lugareños.

Un muchacho de 15 años, Sasha Vasin, explicó por qué se había unido a la milicia rebelde: “Quise hacerlo desde el primer día. No podía seguir viendo como mataban a la gente.” Y otra mujer de veinte años entrevistada dijo: “todos aquí están contra Ucrania. Cuando escuchas un cañonazo, ves las cosas de otra manera. No tienes que ser un soldado para saber desde dónde disparan.”

Este cambio en la consciencia explica en gran medida la fuerza de las tropas rebeldes. Un soldado retirándose de Debáltsevo le dijo al Financial Times que Putin debe estar controlando a los rebeldes porque si no es imposible explicar cómo una panda de milicianos desarrapados están ganando la guerra contra un ejército profesional. Esta clase de comentarios no entienden que los rebeldes, en general, están luchando por una causa en la que creen, mientras las fuerzas de Kiev están crecientemente desilusionadas. Este hecho, y no una legendaria invasión rusa, explica la fuerza relativa de ambos bandos.

Además de todo esto, algunos periodistas basados en el oeste de Ucrania han estado posicionándose cada vez más en contra de la guerra. Ruslan Kotsaba, un conocido periodistas, recientemente hizo un vídeo en el que decía:

“Sería mejor para mí pasar dos o cinco años en prisión en vez de ir a una guerra civil a matar o ayudar a matar a compatriotas en el este… Rechazo estos reclutamientos, y pido a toda la gente sensata que la rechacen.”

El 8 de febrero Kotsaba fue arrestado por el SBU, los servicios secretos ucranianos, acusado de traición. Las autoridades están preocupadas por estas actitudes en contra de la guerra que están empezando a enraizar y están reprimiendo a los que alimentan o alientan estas opiniones. Kotsaba sigue en la cárcel, habiendo sido condenado a 60 días encerrado sin condena. Esto forma parte de la ofensiva más amplia por parte del gobierno contra los derechos democráticos, arrestando a todos los que se atrevan a alzar su voz contra la guerra.

Mientras el conflicto continúa, las causas fundamentales de la expulsión de Yanukovich el año pasado y de todos los subsiguientes acontecimientos no han sido resueltas y de hecho se han agravado. El movimiento Euromaidán formalmente estaba en contra de la corrupción de los oligarcas y contra la crisis económica. Esto es producto del capitalismo, y de su expresión particularmente mafiosa en Ucrania. ¿Qué ha pasado desde entonces? El FMI recientemente ofreció a Ucrania ayudas económicas adicionales que aumentan la cifra del rescate a $22 mil millones. Obviamente, este dinero acarrea condiciones en beneficio de la burguesía internacional, y el FMI ha explicado con brutal honestidad la dureza con la que será golpeada Ucrania. La economía se contrajo por un 7,5% en 2014 y la moneda se ha desplomado en las últimas semanas. El FMI está exigiendo tremendos recortes en el gasto público y la eliminación de los subsidios al combustible, que venían de la mano de la compañía estatal Naftogaz que, hasta ahora, proveía petróleo a un 20-30% del coste de producción, siendo el resto subsidiado usando un 4% del PIB. Los salarios y las pensiones serán congelados, en un contexto de alta inflación y de aumentos en los precios del combustible y de tandas de severos recortes, que ocurrirán de golpe, y que previsiblemente quintuplicarán los precios del gas en los próximos cuatro años.

En condiciones de guerra y de niveles de vida deplorables, la imposición de esta carga sobre el pueblo ucraniano es monstruosa. Sin duda, el FMI espera usar a su favor la inestabilidad provocada por la guerra para amontonar recortes extra contra las condiciones de vida. Pero la gente no tragará con estos ataques indefinidamente, y al final habrá una gota que colme el vaso. El pueblo griego ha dicho basta. Los ucranianos, cuyos niveles de vida están muy por debajo de los griegos, estarán menos dispuestos a pagar por la crisis capitalista y aguantar el peso de la guerra de los oligarcas.

¿Qué depara el futuro?

Habiendo tomado Debáltsevo, los rebeldes tal vez estén dispuestos a respetar el frágil alto el fuego, al menos por un tiempo, y esto puede reproducirse en el bando ucraniano. Sin embargo, la situación se tambalea al borde un precipicio y operan una multiplicidad de factores independientes que pueden cambiar la situación repentinamente y que están fuera del control de los negociadores de Minsk.

Ahora bien, lo que queda claro es que existe un potencial para la lucha de clases, tanto en las repúblicas como en Ucrania. Las contradicciones de clase en la sociedad están saliendo a relucir, en un proceso que será acelerado por las acciones del FMI y por la calma relativa en el frente de batalla.

Pero lo que falta en Ucrania es una organización capaz de unir al pueblo en el este y el oeste sobre líneas de clase y bajo las banderas del socialismo. Hasta que una organización capaz de desafiar al capitalismo exista, la catástrofe económica y militar y la amenaza de que la situación empeore incluso más seguirá ahí. La construcción de tal organización es la tarea de los marxistas en Ucrania y en todo el mundo.