Portugal: una falsa recuperación construida sobre cimientos frágiles

Últimamente, los medios de comunicación burgueses, sobre todo en Europa, se han deleitado con el "milagroso" cambio de suerte de Portugal. Hace apenas siete años, la economía portuguesa estaba al borde del colapso. El país se dirigía hacia el tipo de agitación social que causó una situación pre-revolucionaria en Grecia, y llevó a un enorme movimiento de masas en la vecina España.

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A principios de este año, Matthew C. Klein, del Financial Times, observó con admiración que ahora, en algunos aspectos, "Portugal se parece mucho más a Alemania que, digamos, a España".

En 2017, la economía portuguesa creció un 2,7%, la mayor tasa desde antes de la crisis. La tasa de desempleo es del 6,7%, más de un 10% por debajo de la cifra máxima de enero de 2013 después de la crisis. El salario mínimo ha aumentado casi un 20% en comparación con finales de 2014 (sin ajuste por inflación). Al mismo tiempo, el gobierno logró reducir el déficit presupuestario al nivel más bajo en más de 40 años, al 2% del PIB. Esto significa que, por primera vez en la historia, Portugal fue uno de los pocos miembros de la Eurozona que realmente cumplió con las normas de la UE sobre el control del déficit, lo que el año pasado el Comisario Europeo de Economía, Pierre Moscovici, calificó de "una noticia muy buena y muy importante". Y todo esto logrado por un gobierno socialista, apuntalado por los comunistas, como lo señalan alegremente ciertos sectores menos críticos de la izquierda.

Costa Image Flickr Party of European SocialistsAntonio Costa / Foto: Flickr, Partido de los Socialistas Europeos

Al entrevistar al líder del Partido Socialista y Primer Ministro, Antonio Costa, en abril, The Economist proclamó:

"Tiene mucho por lo que sonreír. Lisboa, uno de los destinos turísticos más atractivos de Europa, está en pleno auge. Los futbolistas portugueses son los campeones de Europa, y sus políticos han conseguido un buen número de puestos de trabajo internacionales de alto nivel. Y sobre todo, es el ganador de una apuesta política de alto riesgo”.

Esta imagen optimista de la reactivación económica portuguesa está siendo utilizada por todo tipo de comentaristas políticos, desde los liberales hasta autodenominados marxistas, como un brillante ejemplo de cómo gestionar la sali