Morena en la encrucijada

Morena surge como resultado de todo un proceso de luchas y en rechazo a la degeneración del PRD. Nace con enorme entusiasmo y debate de miles de activistas que buscan un partido diferente que no repita los errores del pasado; en busca de una transformación social. Esas tradiciones siguen vivas en miles de sus militantes pero, contrario a los deseos, Morena está en un muy rápido proceso de degeneración repitiendo los vicios del PRD.


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Las elecciones internas de candidatos para las elecciones de 2021 han estado marcadas por los pactos cupulares, la antidemocracia, la imposición de candidatos arribistas provenientes de la derecha y el relego de la mayoría de los compañeros que han dado una lucha desde la base.

Antes del triunfo de AMLO el movimiento de masas se precipitaba hacia una abierta lucha revolucionaria. No es exageración. Vimos movimientos insurreccionales, elementos de autoorganización de la población, protestas de masas, entrada de nuevas capas a la lucha, desprestigio del régimen y todas las instituciones burguesas. Si la derecha se hubiera impuesto en las elecciones de 2018, México hubiera protagonizado luchas revolucionarias como las vividas en Chile o Ecuador antes de la pandemia.

AMLO fue votado masivamente buscando un cambio profundo en la sociedad. Recordemos que los partidos de la burguesía colapsaron en votos. El gobierno de Obrador ha significado una especie de amortiguador que ha contenido esos choques de clases que se avecinaban. La burguesía y sus partidos siguen desacreditados. Ante la imposibilidad de dar un enfrentamiento directo contra el gobierno, tienen que recurrir a la conciliación, buscando moderar e infiltrar al gobierno y al propio Morena, sin dejar de lado su campaña de ataques y boicot.

La burocracia proempresarial de Morena

Hay sectores del obradorismo que francamente buscan la conciliación con la burguesía. El historiador Pedro Salmerón ha señalado que si el canciller Marcelo Ebrad fuera el primero al mando de este movimiento daría un giro a la derecha. Correctamente ha dicho que si Mario Delgado no es carismático y llegó a la presidencia de Morena fue gracias a la operación política de Ebrad en alianza con Monreal. Estos tres personajes, Delgado, Ebrad y Monreal, son el vínculo más visible con la burguesía, los que están más a la derecha en el gobierno. Cada vez que AMLO plantea alguna medida audaz, estos tratan de intervenir para moderar al gobierno y tranquilizar a la clase empresarial. Ellos no están solos, a partir de los cargos que tienen, dan trabajo a una buena capa de burócratas que terminan actuando bajo su política.

Ya antes vimos a Yeidckol Polevnsky, cuando era dirigente del partido, imponiendo a candidatos de derecha y burgueses y llamando a la oposición sus PRImores. Aunque se resistió con uñas y dientes, finalmente fue echada de la dirección del partido. Salió Yeidckol de la dirección, pero Mario Delgado sigue en la misma lógica, pero de una forma más eficiente, imponiendo candidatos arribistas al por mayor. Eso se debe a que la burguesía tiene una idea clara de infiltrar a Morena y se apoya en sus dirigentes más conciliadores. Son la quinta columna del movimiento.

Esta ala proempresarial tiene algunos problemas, no cuentan con el apoyo de la militancia que ha trabajado duramente para que el cambio se dé. Por un lado, fortalecen una burocracia interna y desmantelan los pocos elementos de democracia con que contaba Morena. Mario Delgado es el continuador de un trabajo que ya había hecho la burocracia, pues ya se habían desmantelado estructuras de base o de participación de representantes de estas, como los comités municipales o estatales. También han sido barridas las asambleas distritales o mecanismos de elección de candidatos desde la base. Se ha institucionalizado la dudosa encuesta como método de elección de candidatos y dirigentes.

Lilytellización del partido

Mario Delgado tiene una retórica demagógica hacia afuera pero un actuar autoritario en lo interno imponiendo a candidatos provenientes del PRI o hasta abiertamente antiAMLO.

La política de Delgado no hace más que favorecer a los partidos de oposición. Parece que actúa a favor de que los viejos políticos y partidos que habían sido barridos en las elecciones de 2018 para que ahora recuperen terreno. Ya sea poniendo a elementos de estos partidos como candidatos o ya sea poniendo a candidatos tan malos en Morena que el PRI, PAN, PVEM y PRD salgan beneficiados.

Los sectores francamente proburgueses dentro de Morena tienen que acabar con los pocos elementos de democracia en Morena, han institucionalizado las encuestas como método de elección, violando sus propios estatutos. Sumado a ello, la burocracia de Morena eliminó la posibilidad de candidaturas a compañeros simplemente por llegar a acuerdos sin principios con otros partidos. De tal forma que, por acuerdos, Morena no presenta candidatos en algunas zonas para que sean presentados por otros partidos.

De los candidatos designados en Morena, no hablamos que se dieron solamente a elementos oportunistas sino también a francamente reaccionarios, que han atacado a los trabajadores y campesinos.

El joven comentarista, Gibran Ramírez, llegó a un pacto por arriba con Mario Delgado (en el que acordaban institucionalizar la encuesta como método de elección) cuando estaba la contienda por la dirección del partido. Con ello ayudó a inclinar la balanza y que Delgado asumiera el control del partido. Es tan escandaloso el actuar de la burocracia dirigente en este proceso, en la que desplazó a muchos militantes de Morena de las candidaturas siendo sustituidos por políticos podridos, que llevó a que mismo Gibran se distanciara rápidamente. En una columna publicada en Milenio, señala:

“El proceso de selección de candidatos de Morena fue pésimamente conducido por Mario Delgado y la comisión de elecciones de Morena. Entre los candidatos impresentables hay despojadores de tierras ejidales de Quintana Roo; partidarios indecentes de Manuel Velasco en Chiapas, incluyendo a un ganadero racista de Comitán que dijo que el ganado valía más que los indios; en Oaxaca, operadores de Ulises Ruiz y antilopezobradoristas reconvertidos, aunque fueran señalados por la Auditoría Superior de la Federación por irregularidades graves, como Juanita Cruz, la actual presidenta de Huajuapan de León. Hay también defraudadores, acusados de pedir dinero a familias a cambio de construirles viviendas que nunca llegaron, como Héctor Sánchez Salmorán, en Itundujia, también en Oaxaca” (milenio.com/opinion/gibran-ramirez-reyes/pensandolo-mejor/la-destruccion-de-morena).

Ni un voto a los candidatos reaccionarios dentro de Morena

La actriz Gabriela Goldsmith, que ha saltado de un partido de la derecha a otro, fue impuesta como candidata de Morena en Naucalpan, Estado de México, al claro estilo priísta, en un municipio que ni siquiera es al que pertenece. Eso sólo es un ejemplo y no el peor.

Pongamos el caso arriba citado de Comitán, Chiapas. Ahí Jorge Constantino Kanter contiende por Morena para presidente municipal. Éste líder finquero, que fue comparado por Marcos con los personajes de la novela Balún Canán de Rosario Castellanos, ha sido un enemigo acérrimo de los zapatistas. Se le acusa de ser un represor, de estar en contacto con los paramilitares, pugnar siempre por el desalojo violento de los indígenas zapatistas de las zonas de las Margaritas, Altamirano y Ocosingo y formar parte de los operativos contrainsurgentes contra el EZLN. Estas candidaturas simplemente profundizarán la división entre movimientos organizados entorno al congreso nacional indígena y el gobierno de AMLO. ¿En algo beneficia a Morena y al gobierno de AMLO? ¿Se puede esperar que Constantino haya cambiado sus convicciones simplemente por ya no estar en el PRI sino en Morena? Votar por estos elementos significaría votar por el regreso de la reacción al poder.

La lista de indeseables dentro de Morena, lamentablemente, es muy larga. Los activistas desinteresados que construyeron Morena han pugnado por una vinculación al movimiento social y en este periodo en atender, vincularse y formar parte de la lucha contra la opresión a la mujer. La candidatura de Salgado Macedonio generó una fuerte oposición interna en Morena que llevó a repetir el proceso de designación de candidato, pero los escasos mecanismos democráticos de poco sirvieron y se le cerró una ventana al candidato con denuncias de abuso sexual, pero se le abrió la puerta para que entrara nuevamente.

Ya tenemos la experiencia de Lilly Telléz que fue candidata de Morena y después se opuso a la lucha de mujeres y es ahora una dirigente parlamentaria de la derecha. Dentro de los actuales candidatos se encuentra Norma Edith Martínez que viene del PES y ferviente activista anti libertades democráticas. Ella, además de oponerse a la interrupción legal del embarazo lo hizo también en su momento con el matrimonio igualitario, diciendo que si éste se aprobaba las personas podrían ya casarse con un Delfín o una laptop. ¿Cómo se va a presentar Morena como un aliado en la lucha contra la opresión a la mujer o en pro de la lucha por diversidad sexual presentando a éstos candidatos?

La derecha de Morena tiene intenciones muy claras, por un lado, poner a candidatos que desmoralicen a la propia militancia y la separen del movimiento social, porque para la burocracia es mejor una base dispersa que organizada en oposición a sus maniobras. También quieren dar señales muy muy claras a la burguesía de que son una “izquierda responsable” con la que se puede llegar a acuerdos.

La injerencia del INE

La debilidad invita a la agresión. Paralelamente al actuar de la burocracia en Morena, el Instituto Nacional Electoral (INE) ha lanzado una ofensiva para tumbar varias candidaturas, descubriendo justo en estas coyunturas que las leyes no se aplican adecuadamente y que había incumplimientos. Una mayoría de consejeros, dirigidos por Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, echaron abajo 49 candidaturas de Morena y ninguna del PRI o el PAN. De estos son dos candidatos a gobernador (Michoacán y Guerrero), 25 a diputados federales, 6 a diputados locales y 16 a alcaldes.

Es claro que el INE abona a la lucha por conseguir que Morena no consiga la mayoría en las próximas elecciones y así debilitar al gobierno de AMLO. Ese es el objetivo de su actuar y no la defensa de la democracia. Si bien hay un rechazo a candidaturas como las de Salgado Macedonio es deber de la militancia echarla abajo y no de el INE que nuevamente quiere interferir en la vida interna de este partido. Se debe pugnar por la no injerencia del INE en la vida interna de Morena y por el establecimiento de una verdadera democracia en su interior.

Reformismo y conciliación de clases

La izquierda dentro de Morena está dando la batalla, sin embargo, en un terreno donde se está pisoteando la democracia interna. De tal modo que compañeros buscaron que las encuestas no estuvieran tan amañadas o que se pongan al frente de las instancias encargadas de realizarlas a compañeros honestos. Gracias a estas batallas se consiguió que algunos elementos más a la izquierda quedaran de candidatos en el partido.

Pedro Salmerón metió una queja formal a la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia contra Mario Delgado. Señala que es una violación a los estatutos poner como candidatos a personas que claramente pertenecen al régimen neoliberal y a sus partidos de gobierno. Saludamos esa denuncia que debe ir respaldada con llamados y acciones para organizar a la base para establecer mecanismos democráticos de decisión y control hacia los dirigentes. Sin embargo, el historiador morenista, señala que él no está en contra de que empresarios o incluso sectores que vengan de otros partidos se integren a Morena, pues desde su óptica se requiere un frente amplio, pero se opone a que arribistas de último minuto se sumen al barco de Morena. Esta es una posición que rechazamos completamente. Necesitamos una política de independencia de clase.

AMLO tiene la mala suerte de vivir en este tiempo. En otro periodo (por ejemplo, durante el llamado milagro mexicano) una política reformista podría haber tenido alguna cabida, pero en este momento no. Nos encontramos en una crisis orgánica del sistema capitalista y no hay margen para reformas duraderas. Un cambio profundo requiere un cambio radical que debe romper con el actual sistema. Cuando tu te planteas la reforma como fin aceptas al final al sistema y sus contradicciones. La política de reforma significa un pacto y una conciliación con la clase capitalista. Esa política de conciliación de clases lleva a la adaptación al sistema, al estado (que bajo una ligera capa de barniz sigue siendo el mismo) y al abandono de los intereses de los trabajadores. Eso fue lo que degeneró al PRD.

No basta oponerse a la entrada de arribistas del PRI, PAN o del PRD ni a pugnar por el establecimiento de mecanismos de decisión de la base, se requiere crear un ala en Morena que pugne por un programa claramente en defensa de los intereses de las clases explotadas y sectores oprimidos, sin hacer concesiones ni entrar en alianzas de principios con la clase empresarial, aunque ésta se declare democrática y progresista.

Las candidaturas de la izquierda

Hay militantes de Morena valiosos, que se han fogueado en la lucha en las calles y el trabajo de base, que defienden que el partido se vincule a las luchas sociales y no pierda sus objetivos de luchar por justicia para el pueblo de México. Por regla general, entre ellos, hay un rechazo a la actual dirección burocrática de Mario Delgado. Dan una batalla por que las posiciones y cargos se otorguen a compañeros honestos y consecuentes. Las ganas de participación y de reconocimiento del trabajo llevó a que una enorme cantidad de compañeros se registrara como precandidatos a distintas instancias, algunos de ellos lograron colarse de candidatos.

Debemos partir de que un cambio profundo en la sociedad sólo puede venir de la lucha y organización del pueblo trabajador. No es con un buen discurso y actuación parlamentaria como cambiaremos la sociedad, incluso en el contexto de la 4T. Para ello debemos dejar clara la defensa de los intereses de los trabajadores dentro de un plan general que aspire a una sociedad sin opresión ni explotación. El propio gobierno de AMLO está sometido a presiones de distintas clases, hay que ejercer presión bajo los intereses de los trabajadores y avanzar en la toma de conciencia y organización popular.

De nada sirven las campañas que resaltan la imagen personal de un compañero, ante todo debe anteponerse el programa. Se debe plantear internamente la defensa de un Morena democrático bajo control de la base y vinculado a las luchas y demandas del pueblo trabajador. Esas demandas se deben hacer oír externamente en la campaña, que van desde luchar contra la violencia a la mujer; por justicia para los casos de feminicidios, homicidios y desapariciones; por mejores condiciones laborales y que la crisis la paguen los capitalistas; por sindicatos democráticos y autónomos del Estado; por subsidios de desempleo y un plan de creación de empleos formales basados en el establecimiento de industrias estatales armoniosas con las comunidades rurales y la naturaleza; una educación gratuita de calidad y publica; servicio de internet gratis y accesible a todos; por la recuperación de las empresas estatales con un plan de renacionalizaciones, expropiación de los bienes del crimen organizado y los empresarios corruptos, por un plan que ponga las palancas fundamentales de la economía en manos del conjunto de la sociedad bajo control obrero; por la sustitución de las viejas estructuras estatales por organismos de poder obrero, etc.

El actual estado fue perfeccionado para defender los intereses de la clase capitalista. Por eso actúa como elefante reumático y boicotea acciones progresistas del actual gobierno, incluso interfiere en la vida interna de Morena. Debemos dar una lucha por construir un estado diferente al servicio de los trabajadores. Debemos ser conscientes que la estructura estatal está formada, incluso hoy, para corromper y maniatar a representantes forjados en la lucha de clases. Por ello la lucha parlamentaria sólo debe ser un auxiliar de la organización y lucha en las calles, barrios, pueblos, fábricas y escuelas.

Otro elemento que considerar es que se necesitan mecanismos de control hacia los compañeros que asuman cargos. Su salario no puede ser mayor al de un obrero calificado, debe rendir cuentas a la población que le votó, pero también apoyarse en estructuras de base (comités de Morena, organizaciones obreras, barriales, etc.). Los compañeros que asuman estas posiciones no sólo deben tener autoridad moral y haber actuado con honestidad, se requiere formación política (más que administrativa) y experiencia en la lucha de clases.

El objetivo de ocupar una posición no es buscar el beneficio personal, es para luchar por una transformación profunda de la sociedad, es luchar contra la burocracia que padecemos, es avanzar en la organización de las masas y el nivel de conciencia. Existe un enorme peligro de adaptación.

Hay candidatos que vienen del movimiento obrero. Un ejemplo de ello es Felipe de la Cruz en Guerrero, quien ha sido dirigente magisterial y vocero de los padres de Ayotzinapa, compañero que lamentablemente declaró un apoyo acrítico a la candidatura de Salgado Macedonio. Otro caso es Susana Prieto Terrazas que va como candidata a diputada federal y también algunos obreros en Matamoros del movimiento 20-32 para regidurías. Si ganara Susana podría echar abajo la restricción de no salir de Chihuahua y así podría regresar a Tamaulipas a apoyar el movimiento obrero. A la abogada de izquierda se le vio iniciar campaña fotografiándose con Mario Delgado. No podemos dar una sentencia definitiva desde ahora del actuar de estos elementos, sin embargo, éstas no son muy buenas señales. Necesitamos candidatos obreros que no caigan en las garras de la conciliación con los conciliadores con la burguesía.

En Morena las voces criticas se acallan con el argumento de la unidad de tal forma que termina imponiéndose la derecha del partido. Por eso es importante que los candidatos de la izquierda tengan una organización fuerte de la base y elementos de control. No se debe conciliar con la derecha de Morena, se debe pugnar por el fortalecimiento de un movimiento poderoso del pueblo trabajador que radicalice el proceso y se prepare para las batallas futuras.

Morena será una escuela de gran aprendizaje y los mejores compañeros sacarán lecciones para continuar la lucha por la transformación social.

Nos gustaría que algunas voces dentro de Morena sonaran más fuertes e hicieran llamados a la organización de la base, como el caso de la compañera Citlali Hernández, quien ganara con el apoyo de la militancia la secretaría general. Pero vemos a Delgado hacer y deshacer. Hay una fuerte presión de acallar las críticas bajo el argumento de la unidad, de no dividirnos para no dañar al gobierno. Eso trae como resultado que se ata de manos a la izquierda mientras la burocracia opera. Aunque hay algunos compañeros y compañeras que tienen un perfil más a la izquierda de la actual dirección y que tienen simpatías de la base, ninguno de ellos plantea una lucha firme a lo interno del partido bajo un programa de clase claro.

Alguien que ha estudiado matemáticas, un poco más allá de la aritmética, sabe que una suma de vectores no siempre suma, sino que puede restar fuerza. Lilly Téllez es el más claro ejemplo de esa política desastrosa de la burocracia. La incorporación de claros elementos de derecha como candidatos de Morena sólo favorecerá a la derecha misma. Esto debilitará el resultado final y quienes ganen al final defenderán intereses ajenos al pueblo trabajador. Tenemos que defender el no dar ningún voto a los arribistas que han sido colocados como candidatos de Morena, dar apoyo crítico a los candidatos de la izquierda y fortalecer las organizaciones de base y el movimiento social en la defensa clara de un programa a favor de los explotados.

Es necesario construir un ala de izquierda en Morena organizada, que pugne por democracia y la defensa de los intereses del pueblo, claramente vinculada a las luchas sociales que se expresan fuera de Morena. Un ala que nos ayude a golpear juntos para combatir a la reacción cuando se requiera, pero que no abandone sus principios ni acalle sus críticas. Pero se necesita más que eso. La pandemia y la crisis global son una expresión de la decadencia del sistema social en que vivimos, el capitalismo. Desde nuestro punto de vista, el cambio debe ir rumbo al socialismo basado en la democracia obrera y de los oprimidos. Los socialistas no ocultamos nuestras banderas porque queremos que el cambio sea radical y construya una verdadera democracia, sin corrupción, pero también sin violencia ni hambre ni explotación. Queremos que el cambio sea más profundo, pero sólo lo conseguiremos con la organización de los trabajadores con independencia de clase mientras a la par vamos construyendo y fortaleciendo una sólida tendencia marxista.

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