Grecia: la troika exige la cabeza de Tsipras en una bandeja

Conforme se acerca el referéndum, la polarización política de Grecia está alcanzando niveles sin precedentes. Los acontecimientos de las últimas 48 horas han sacado a relucir la farsa que es la democracia burguesa, con las negativas de la troika a aceptar la voluntad del gobierno griego de hacer concesiones y exige la caída de Tsipras. La conclusión de todo esto es inequívoca: no hay salida a la austeridad dentro de los márgenes del capitalismo, e incluso menos dentro de la camisa de fuerza que es la zona euro capitalista dominada por Alemania.

El lunes 29 de junio hubo una concentración masiva en apoyo al OXI (NO) que abrió la campaña de referéndum. El ambiente era de rabia pero también de convicción. El tamaño, la actitud y la composición del mitin eran similares a los de 2011 cuando comenzó el movimiento de la Plaza Sintagma.

Esto ocurría con la presión tremenda de la troika de trasfondo. Todos sus cabecillas, la odiada Merkel, Schulz, Juncker, Schaübe etc. gritaban al unísono que Grecia caería a los infiernos si los griegos votan por el NO. Acompañaron estas amenazas con acciones punitivas. El ministro de finanzas griego Varoufakis había sido expulsado de la reunión del Eurogrupo. El BCE había decidido congelar la inyección de liquidez a la banca griega en lo que era un ataque político vengativo. Su objetivo era provocar el máximo de miedo e incertidumbre posibles en Grecia; el BCE sabía perfectamente que obligaría al gobierno griego a cerrar los bancos e imponer un control de capitales. No existía ninguna justificación legal tras la decisión, ya que Grecia sigue siendo un miembro de la zona euro y que los plazos del acuerdo del rescate todavía no habían vencido.

Sin embargo, a la exhibición de fuerza en la Plaza Sintagma le siguieron dos días de comunicados y acciones contradictorias por parte del gobierno griego. Tras el rechazo de todas las peticiones para una extensión temporal del actual acuerdo de rescate, el gobierno griego solicitó un tercer rescate de 29 mil millones de euros del Mecanismo de Estabilidad Europeo (MEE). Esto dio lugar a múltiples especulaciones, nuevas reuniones de emergencia, cumbres y conferencias.

A pesar de todo, el martes 30 de junio pasó sin avances significativos en las negociaciones. El programa de rescate venció y Grecia no hizo el pago de 1,5 mil millones de euros al FMI. Esa misma noche Tsipras envió una carta a la troika filtrada por el Financial Times el miércoles 1 de julio por la mañana.

Esta carta ofrecía concesiones adicionales por parte de Tsipras a la troika. ¿Qué decía exactamente la carta? Básicamente aceptaba las propuestas de la troika del 28 de junio (que eran fundamentalmente las mismas que el gobierno griego rechazó cuando se estancaron las negociaciones el viernes 26 de junio), con algunas “enmiendas, añadiduras y clarificaciones”. De las enmiendas propuestas, casi todas se referían a los plazos de las diversas medidas (un asunto que no carece de importancia, pero que no es esencial). La única diferencia sustancial parece ser la insistencia de que se mantenga el descuento del IVA en las islas griegas, que había sido una fuente de fricción.

La carta también conecta la aceptación de la propuesta (con algunas modificaciones) a una extensión temporal del segundo rescate y a negociaciones para un tercer rescate. En esencia, el gobierno estaba diciendo: aceptamos prácticamente todas las peticiones de la troika si ésta acepta discutir un alivio y restructuración de la deuda.

Este es un paso atrás importante. El viernes, cuando Tsipras convocó el referéndum, explicó que la diferencia entre el ultimátum de la troika y su propuesta del 22 de junio para recibir un paquete de 8 mil millones de euros era que la troika quería que los más débiles cargasen con el peso de la austeridad. Su propuesta, explicó, era más justa, ya que una parte importante del dinero vendría de los capitalistas a través de un aumento de los impuestos a las corporaciones y un impuesto único sobre los beneficios empresariales. El 30 de junio se desmarca de todo esto. La tasa de impuestos a las grandes empresas propuesta por la troika sería acepta, y también la eliminación del impuesto único sobre los beneficios sería aceptada, así como el programa para acabar con el EKAS (el subsidio estatal a los pensionistas más pobres).

No nos olvidemos que la propuesta del 22 de junio del gobierno griego ya contenía concesiones de peso que cruzaban las “líneas rojas” puestas por el gobierno. Todo esto a cambio de discusiones para aliviar y restructurar la deuda.

Pero no acaba ahí el asunto: el viceprimer ministro Dragasakis, que indiscutiblemente representa el ala derecha del gobierno, también insinuó en una entrevista a la radiotelevisión pública ERT que la decisión de convocar un referéndum era política y que por lo tanto si cambiaba la situación se podría revertir la convocatoria.

La troika insistió que la única forma de discutir un alivio de la deuda sería si el gobierno cancelase el referéndum o hiciese campaña por el SÍ. Todo esto naturalmente dio lugar a todo tipo de especulaciones sobre si el gobierno iba a cambiar su posición o que incluso se estuviese cuestionando la convocatoria.

Fue entonces cuando el gobierno alemán dio un paso al frente para aplastar cualquier esperanza de un acuerdo. Todos los pesos pesados del gobierno hicieron aparición en una sesión extraordinaria del parlamento alemán para dejar claro el asunto. No habría más negociaciones con el gobierno griego antes del referéndum del domingo. No sólo eso, sino que dijeron abiertamente que no se fían del actual gobierno, y que no tienen intención de tratar con éste. Las palabras de Schaübe no dejaron lugar a dudas: “el actual gobierno griego no es un socio fiable para mantener una nueva ronda de negociaciones para un rescate”, y añadió: “esta administración lleva en el poder cinco meses y no ha hecho nada más que negociar y negociar”.

Este estado de las cosas es escandaloso desde el punto de vista de la democracia burguesa formal. La elección del gobierno de Grecia es asunto del pueblo griego y teóricamente Grecia es una nación soberana. Pero aquí tenemos a los capitalistas alemanes diciéndole a los griegos: “no nos gusta el gobierno que tenéis, no ha hecho nada para satisfacer completamente nuestras exigencias y por lo tanto debemos deshacernos de él”.

Sus palabras no se pueden interpretar de cualquier otra manera. Alemania, siendo la nación capitalista más poderosa de la UE, es el dueño. Tiene la sartén por el mango y la está usando para asfixiar a la banca griega con el objetivo de obligar al pueblo griego a “tomar la decisión correcta”.

Por supuesto, esto no es ninguna sorpresa para los marxistas. Entendemos perfectamente que la democracia burguesa (donde gobiernan los capitalistas) es una farsa al igual que las relaciones internacionales (donde se impone la ley del más fuerte). Este hecho está siendo revelando ante millones de personas, desenmascarando la propia esencia de la “democracia” burguesa.

No sólo fueron los cristianodemócratas de Merkel los que dirigieron el embate contra Tsipras y Syriza. Sus socios “socialdemócratas”, como ocurre siempre, sintieron la necesidad de mostrar su lealtad ante los intereses de la banca y los capitalistas alemanes. El vicecanciller Sigmar Gabriel lanzó un durísimo ataque contra Tsipras, advirtiendo que Alemania no seguiría “dándole dinero a un Estado corrupto” y que “nadie puede esperar que las condiciones del nuevo programa sean más suaves que las que ya hemos discutido”.

Este es un lenguaje de guerra, no de compromisos. Algunos están razonando de la siguiente manera: el referéndum es un escenario excelente para la clase dirigente alemán. Si gana el NO, Grecia estará fuera del euro. Si gana el SÍ, se librarán de Tsipras.

Ante todo, los acontecimientos que siguieron a la convocatoria del referéndum han confirmado lo que la Corriente Comunista de Syriza lleva mucho tiempo diciendo: es imposible llegar a un compromiso honorable con la troika. O, en otras palabras, no es posible llevar a cabo el programa anti-austeridad que llevó al gobierno al poder el 25 de enero dentro del marco de la débil Grecia capitalista machacada por la crisis. Hay una contradicción fundamental entre lo que quiere el pueblo griego tras cuatro años de recortes brutales y un desplome en los niveles de vida.

Sin embargo, la idea de que un acuerdo con la troika era posible, uno que permitiese llevar a cabo las medidas sociales de emergencia que proponía Syriza, era la base de la estrategia de la dirección de Syriza. Y lo sigue siendo. Y este hecho explica las aparentes vacilaciones de Tsipras y el gobierno griego. No tienen un plan alternativo. Quieren permanecer en la UE sin austeridad. La experiencia de los últimos cinco meses muestra que eso no es posible. Si quedaba alguna duda, ha sido despejada en los últimos cinco días.

En respuesta a la negativa alemana de tan siquiera considerar sus últimas propuestas (una decisión ratificada por el Eurogrupo, del que Varoufakis fue excluido), Tsipras dio un discurso televisado en el que afirmó que el referéndum seguiría adelante e hizo un llamamiento a un voto masivo por el NO.

Lo hizo denunciando el “chantaje” de la troika y correctamente acusando a “las instituciones” por el cierre de los bancos que está poniendo a los jubilados y otros grupos de personas en una situación muy difícil. Aun así, sigue completamente convencido de la posibilidad de llegar a un acuerdo. Explicó como el propio hecho de convocar un referéndum ya había dado lugar a un mejor acuerdo por parte de la troika y aseguró que un voto por el NO permitiría conseguir un buen acuerdo.

Esta posición no tiene ningún fundamento real. Los acontecimientos de las últimas semanas han desencadenado un proceso (vencimiento del rescate, impago al FMI, el estancamiento de las negociaciones y la pérdida de confianza etc.) que hacen que cualquier acuerdo sea ahora mucho más difícil.

El objetivo de la clase dominante en Grecia y Europa ya ha quedado claro: desbancar a Tsipras del poder, ya que han sido incapaces de hacerle firmar una capitulación humillante. Están tratando de hacer esto a través de una combinación de métodos legales e ilegales. Veamos cuáles han sido estos métodos.

Hay una salvaje campaña de intimidación por parte de los medios, que como en Venezuela, y por las mismas razones, no han dudado en usar mentiras, sembrar el pánico y difundir distorsiones. La clase dominante está usando su práctico monopolio sobre la prensa y la TV para mandar un mensaje de terror. Un periódico publicó una fotografía de un anciano agarrando una barra de pan con una cara de desesperación para ilustrar el sufrimiento de los jubilados que no pueden sacar sus pensiones de banco. La imagen era nada más y nada menos que ¡del terremoto de 1999 de Turquía! “Si el pueblo griego vota por el NO, Grecia será expulsada del euro y caerá en una situación similar a la de Bangladesh o Pakistán” es uno de los mensajes dominantes del bando del SÍ, combinando el miedo con el racismo hacia los inmigrantes de esos países.

Los anuncios de la TV han estado dominados por la campaña del SÍ, que por supuesto está muy bien financiada, y ha contado también con el apoyo de la jerarquía de la iglesia ortodoxa y del club de fútbol Olympiakos. Un análisis de la cobertura de los mítines del NO y del SÍ de esta semana en los principales canales de televisión llegó a conclusiones impactantes. En total, la concentración del NO recibió 8,3 minutes, mientras que la campaña del SÍ recibió 47,23 minutos de cobertura informativa. El único canal equilibrado era el canal estatal ERT, que dio a ambas manifestaciones la misma cobertura, mientras que el poderoso canal SKAI si siquiera mencionó el mitin del NO, mientras que le dio 7 minutos al del sí.

También están poniendo presión sobre el ala derecha de Syriza, sobre aquellos que quieren cancelar el referéndum y están dispuestos a llegar a un acuerdo con la troika a cualquier precio. Algunos de ellos ya se han posicionado públicamente en contra del referéndum. Otros les seguirán conforme se intensifican las presiones. Quieren crear fisuras en el gobierno con el objetivo de derrocarlo.

La presión también está siendo ejercida sobre los socios de gobierno de Syriza, el partido populista de derechas ANEL. La insistencia de que hagan más recortes en defensa (el ministerio que preside el dirigente de ANEL Kamenos) y la eliminación del IVA reducido en las islas (una “línea roja” para ANEL) van en esa dirección. No está descartado que, conforme se intensifica la presión, ANEL pueda romper la coalición del gobierno (NOTA: al tiempo que terminaba este artículo se anunció que cuatro miembros del partido se unían al bando del SÍ).

El presidente de la república, el derechista Pavlopopoulos, nombrado por Syriza como un guiño a sus “socios” europeos, podría ser usado en una situación de emergencia para deshacerse del gobierno y formar uno nuevo, un “frente amplio de fuerzas democráticas”, como lo describió. Un gobierno de concentración, antes o después del referéndum, compuesto de fuerzas “pro-europeas” (léase pro-austeridad), incluyendo una sección de Syriza, es una de sus bazas. No nos olvidemos de que Papandreou fue expulsado del poder y remplazado por el gobierno de Papademos, no elegido por nadie, cuando sugirió que el memorando de austeridad debería ser sometido a un referéndum.

También ha habido numerosos informes de intimación a trabajadores por parte de los patronos. Amenazas de despidos, un impago de los sueldos etc. para forzarles a asistir a los mítines del SÍ y votar SÍ el domingo.

También ha habido intentos de deslegitimizar el propio referéndum. El Consejo Europeo de los Derechos Humanos por ejemplo lanzó un comunicado diciendo que el referéndum griego “no cumple los estándares internacionales”. Lo que realmente están diciendo es que “no forma parte de los estándares internacionales el pedir a la gente que tome una decisión sobre un asunto tan importante como este, ya que no son de fiar y puede votar por la opción incorrecta”.

Esto forma parte de la campaña insidiosa basada en el odio de clase que afirma que la gente es ignorante y no ha de poder votar. El asunto es demasiado complicado, dicen. La cuestión es en realidad muy sencilla y todo el mundo ha entendido lo que supone: si estás o no de acuerdo con el último ultimátum de la troika. Cuando dicen que la gente no lo puede entender, lo que dicen realmente es que aquellos que votan NO son estúpidos, y que de no ser así votarían que SÍ.

Además de todo esto quieren por supuesto generar una situación de caos económico y de inestabilidad, promoviendo la acumulación de víveres, intensificando los problemas en los cajeros automáticos, creando carestía en los productos de primera necesidad etc. En parte esto es el resultado de una campaña de sabotaje consciente, y en parte es una consecuencia lógica de los controles de capitales.

Todas estas cosas nos recuerdan vívidamente las batallas libradas por la revolución bolivariana en los últimos 17 años, en Venezuela e internacionalmente. Las mismas fuerzas de clases alineadas en los mismos bandos, la misma polarización, el mismo juego sucio por parte de la clase dominante, pero también la potente evolución de la conciencia política de las masas del pueblo trabajador.

Es suficiente escuchar las entrevistas que se han hecho a trabajadores en Grecia y las razones que dan para votar NO para darse cuenta de que comprenden perfectamente lo que está en juego.

Enfrentados a la gigantesca campaña lanzada por la clase dirigente en Grecia y el extranjero a favor del SÍ, el campo del NO no puede vacilar. El pueblo está dispuesto a luchar, y lo peor que podría pasar es que vean a sus propios generales titubeando, haciendo concesiones, intentando alcanzar un acuerdo de paz humillante in extremis. Eso sólo provocaría la desmoralización, sembraría dudas y finalmente desembocaría en la derrota.

La idea de que un voto por el NO vaya a dar lugar, casi automáticamente, a un acuerdo mejor, idea que fue ayer reiterada por Varoufakis, es muy peligroso en estas condiciones, ya que mucha gente entiende que este no es el caso.

La campaña por el NO se ha de basar en dar respuestas políticas claras a los argumentos intimidatorios de la clase dominante. Se tiene que basar en la movilización desde la base para contrarrestar el poder de los medios. Tiene que enfrentarse a las amenazas en los lugares de trabajo a través de la acción colectiva, las asambleas de masas y la introducción de control obrero.

El gobierno debe responder a las amenazas de sabotaje del suministro de comida y medicina a través de la intervención estatal y el control de trabajadores y consumidores. El monopolio en el comercio exterior debe ser una medida de defensa para tratar con las amenazas de sabotaje económico.

Los bancos deben ser nacionalizados para proteger los ahorros del pueblo trabajador y los pensionistas.

Sólo librando una campaña por métodos revolucionarios, que gire en torno a comités por el OXI en los barrios y los puestos de trabajo, se podrá ganar esta batalla.

En este contexto, es necesario librar una campaña seria dirigida hacia el KKE para exigir que abandone su posición criminal de un voto nulo. Esta es una batalla crucial y el resultado puede ser ajustado. No podemos permitirnos perder un solo voto. El KKE no debe de abandonar sus críticas a la estrategia, ideas y concesiones a la troika del gobierno. Sin embargo, la cuestión se está planteando claramente: ¿aceptas o no el ultimátum de la troika? No hay cabida para la ambigüedad. Una reciente encuesta mostró que un 57% de los votantes del KKE votarían OXI (NO), mostrando que los argumentos de la dirección no son compartidos por la mayoría de sus seguidores.

Por último, el movimiento obrero internacional debe hacerse oír en esta batalla. No se trata sólo del futuro de Grecia. El resultado del referéndum tendrá implicaciones para la lucha contra la austeridad y la crisis capitalista en todo el continente.

Esta batalla, sin embargo, no se puede librar sobre la base de un acuerdo mejor y “social” con la troika. Tenemos que explicar pacientemente pero con firmeza que la única forma de luchar contra la austeridad es rompiendo con el capitalismo.