La ejecución de Sadám Hussein y la guerra de Iraq

Spanish translation of Saddam Hussein's Execution and the Iraq War by Mark Vorpahl (January 5, 2007) La ejecución de Sadám Hussein no podía haber sido calculada más cínicamente por el Partido Republicano, como si llevara una pancarta en la que se pudiera leer: “misión cumplida”. Su ejecución no supondrá ni un solo día de alivio de la miseria, humillación y violencia que está sufriendo el pueblo iraquí con la ocupación. Mientras que algunos chiítas celebraban −una reacción comprensible dada la represión que sufrieron con el régimen de Sadám−, este ambiente durará muy poco. Es muy probable que la ejecución sólo consiga exacerbar el enfrentamiento sectario entre chiítas y sunnitas, como indicaban las dos bombas que siguieron a la muerte de Hussein en las que murieron 68 personas y 130 resultaron heridas.
Tampoco la muerte de Sadám ahorrará un solo centavo de los cientos de miles de millones de dólares que el gobierno norteamericano está gastando en la guerra a costa de los niveles de vida de los trabajadores estadounidenses y tampoco supondrá ninguna futura estabilidad económica. En cuanto a los soldados norteamericanos, tampoco salvará ninguna vida, ya han muerto más de 3.000, la ejecución ha servido precisamente para desviar la atención pública de este dato.
La ejecución parece formar parte de una estrategia destinada a preparar una escalada de la guerra. Mientras que la atención se centra en la ejecución de Sadám, el Pentagono anunciaba que enviaría 3.000 soldados más a Kuwait. También en este período, altos funcionarios de la administración se reunieron para discutir el aumento de las tropas, enviar entre 20.000 y 30.000, acelerando el despliegue de brigadas militares y retrasando la salida de los regimientos de marines. También se están haciendo preparativos para una gran ofensiva y la fecha de ejecución de Sadám debía jugar un papel en la distracción de la atención pública.
También esta ejecución ha supuesto aumentar la posición del presidente de la ocupación de Iraq, Maliki, ante los chiítas independientes del clérigo Moptada al-Sadr. La administración Bush ha estado presionando a Maliki para que acabe con la milicia chiíta de al-Sadr, pero Maliki se ha resistido porque sin la inclusión de al-Sadr en el gobierno, perdería apoyo chiíta y quedaría rápidamente en evidencia la debilidad del régimen. Con esta ejecución Maliki esperaba calmar los ánimos de la población chiíta mientras que EEUU prepara su ofensiva que lo más probable tenga como objetivo las milicias de al-Sadr, que controlan las zonas más pobres de Iraq.
Es significativo que Sadám fuera sentenciado a muerte sólo por uno de los crímenes de los que se le acusaba. Fue declarado culpable del asesinato de 146 chiítas en Dujail en 1982, mientras que las acusaciones por la enorme masacre de kurdos en 1987-88, y la brutal represión de los kurdos y chiítas en 1991 quedaron sin juzgar. Esto no es coincidencia. En 1987-88, EEUU apoyó con la venta de armas a Iraq en su guerra contra Irán. Mientras Sadám gaseaba a los kurdos, Donald Rumsfeld era enviado a Iraq, en parte para garantizar que Sadám que EEUU no tenía ningún problema con estas atrocidades mientras continuara actuando de acuerdo con los intereses de EEUU.
En 1991 la represión contra los kurdos y los chiítas al final de la guerra del Golfo Pérsico, fue George Bush padre quien animó a estas población a levantarse contra Sadám y después permitió que éste las masacrara, para no arriesgarse con que una rebelión popular pudiera irse de las manos a EEUU. También jugó un papel importante en estas y otras atrocidades bajo el gobierno de Sadám. Si hubiera continuado el juicio con él, es posible que EEUU hubiera presenciado como su régimen quedaba al descubierto ante la opinión pública. Por lo tanto, en beneficio del imperialismo, era mejor que Sadám desapareciera y no se viera la conexión directa entre los dos.
Sadám ha sido un déspota brutal, pero fue el chico malo del imperialismo norteamericano en la región durante la mayor parte de su carrera. Fue su hombre cuando eliminó a comunistas, sindicalistas y a cualquiera que se resistiera a la explotación capitalista. Mientras esto fue así la Casa Blanca no tenía ningún problema con sus crímenes, como tampoco los ha tenido con muchos de los otros dictadores sangrientos que ha apoyado por todo el mundo. Sólo después de que Sadám hubiera dejado de serles útil y se les fue de las manos, EEUU de repente descubrió que tenían un problema con él.
Pero nada comparado con la brutalidad del imperialismo norteamericano que mintió con la existencia de armas de destrucción masiva en Iraq, y que con la actual ocupación ha provocado la muerte según algunos cálculos de 655.000 iraquíes desde marzo de 2003. También con George Bush padre, Bill Clinton y después con George W. Bush, EEUU aplicó un embargo sobre Iraq que provocó la muerte de 1,5 millones de iraquíes entre 1991 y 2003. Por supuesto aquí sólo hablamos de Iraq. La política explotadora y opresora del imperialismo no se limita a este país. Comparar los crímenes de Hussein con los del imperialismo es como comparar los actos de un pequeño matón y los de la mafia organizada.
El imperialismo no tiene ningún interés en conseguir la paz. Cualquier paz bajo el imperialismo sólo provocará más opresión, explotación y crisis. Los intereses del imperialismo son diametralmente opuestos a los de la clase obrera, incluida la de EEUU. Será el movimiento internacional de la clase obrera contra el imperialismo y el capitalismo el que consiga una solución duradera a los problemas de la guerra y lo que ella conlleva.
En EEUU eso significa comenzar una movilización de masas para extender la oposición contra la ocupación de Iraq alrededor de las consignas: “¡No a la guerra contra los trabajadores en casa y el extranjero!” “¡Traer a las tropas ya!” “¡Dinero para empleo, sanidad y educación, no para la guerra!” Con la escalada de la guerra después de la ejecución de Sadám Hussein, la tarea más urgente del moviendo contra la guerra en EEUU es redoblar sus esfuerzos de organización.