Argentina: Balance de las últimas movilizaciones Nuestras tareas

Mientras el Confederal de la CGT unificada patea la pelota para una medida de fuerza sin fecha, los trabajadores ocupados y desocupados soportan los embates de la crisis que descarga el gobierno macrista sobre nuestras espaldas.

Editorial Revolución 91

Mucho ruido y pocas nueces desde los voceros sindicales que denuncian los beneficios otorgados por el gobierno macrista a los sectores empresariales y nada para los trabajadores.

¡Qué hace falta para una medida de lucha! Más de 179.000 trabajadores púbicos y privados despedidos. Se calcula que por cada trabajador en blanco despedido, hay tres trabajadores informales en la misma condición. Por lo tanto, deberíamos calcular que nos encontramos con una desocupación de casi 600.000 trabajadores.

Tarifazos, flexibilización laboral, desocupación, inflación, todos elementos que de conjunto hacen una mezcla difícil para los de arriba, pero aún con la mecha mojada para los de abajo. A pesar del contenido delicado de la situación si aún no sale una pelea generalizada, es por la traición de los jefes sindicales y el oxígeno que les dan al gobierno y a la burguesía para seguir con el plan de ajuste. De todas maneras, no podemos descartar que la lucha salga en una medida de paro de 24 hs, ya que la presión es demasiada desde las bases y esto se expresa en las declaraciones de Pablo Moyano del sábado1/10/2016 cuando dice en Pagina 12 “El Gobierno va a tirar unas migajas a los jubilados o a los trabajadores.” Señaló también que si la central obrera no avanza con una medida de fuerza “fue ficticio el Confederal” de la semana pasada y recordó que “hay un compromiso de esta CGT con los trabajadores de llevar adelante una medida de fuerza para que a través de la fortaleza de la acción se puedan conseguir los objetivos que estamos pidiendo. Digo un paro general o realizar una movilización a Plaza de Mayo”.

Por su lado las declaraciones de Acuña que realizara para Radio del Plata, el dirigente sindical consideró que el Gobierno “tiene un canal de diálogo para que la CGT sea considerada representante de los trabajadores” y remarcó: “Estamos esperando respuesta”. “Si el gobierno no da respuesta, uno tiene que recoger el malestar social y llevarlo adelante. La herramienta institucional y constitucional que tenemos es el paro”. “Si no hay respuesta va haber un paro contundente”. Página 12 25/09/16

En la entrevista otorgada por el triunvirato cegetista a los medios de comunicación, luego de finalizar el Confederal de la CGT coincidieron “en el grave diagnóstico socio-económico que estamos atravesando los trabajadores, donde el Gobierno ha generado transferencias a algunos sectores, además de las tarifas, el proceso inflacionario que han deteriorado el poder adquisitivo de los trabajadores, los jubilados y de todos los que tienen ingresos fijos”. “Vamos a seguir hablando con el Poder Ejecutivo y con distintos sectores de la sociedad”, dijo Daer en la conferencia de prensa, pateándole así la pelota a Mauricio Macri y su gabinete, a quien chicanearon diciendo que “los únicos que lo aplauden son los extranjeros”.

Mucho ruido y pocas nueces, las palabras tanto de Daer, como de Schmid y Acuña cuando señalaron que “Resolvimos, de no encontrar respuestas a lo que venimos planteando, llevar adelante las medidas que sean convenientes en el momento que sea conveniente. El paro es un instrumento que será analizado en el momento que tengamos que llevarlo adelante”, dijo Daer.

Es evidente que las dos CTAs junto a la Corriente Federal traccionan para que la CGT ponga fecha al paro. Por su lado, Sergio Palazzo Secretario General del gremio Bancario y dirigente de la Corriente Federal, planteó en la marcha del viernes 23/09, donde además habló Pablo Moyano del Sindicato Camionero, que la CGT debía poner fecha en octubre a un paro de 24 y 48 horas.

Pablo Moyano, en su discurso dijo que desde la Secretaria Gremial de la Central Obrera llevaría la exigencia de fecha de un paro para frenar el avance macrista. Palazzo señalo que bancarios comenzará con Asambleas por banco en todo el país y cese de actividades en las últimas horas de atención al público, ya que en el caso de no salir medida alguna del Confederal, la Bancaria comenzaría con paros escalonados.

Esto se conjuga con una serie de marchas y paros por parte de las dos CTA que agrupan gremios docentes y estatales mayoritariamente, para la última semana de septiembre y primera de octubre. No debemos olvidar la Marcha Federal que puso en la calle a más de 200.000 trabajadores.

El juego de los Jefes Sindicales de la CGT ¡está por demás de claro! en boca de Acuña cuando sin pelos en la lengua, dice: “Quien tiene que dar respuestas es el Gobierno, el movimiento obrero ha sido prudente pero es el gobierno el que gobierna y dicta las políticas económicas del país”. El papel de conciliar los intereses entre capitalistas y trabajadores, el papel de frenar las luchas, el papel de sostener la ofensiva de las grandes patronales, el papel de pavimentar que en cada fábrica o taller, en cada escuela o empresa pasen despidos y bajas de salario, este es el gran papel que juegan los gordos sindicales. A pesar de la presión de las bases que manifiestan los delegados de la burocracia, los Jefes “ordenaron” una vezm más la casa de Azopardo el pasado 23/9 para darles otro respiro a la burguesía y su gobierno.

El papel de la ‘burguesía nacional’ hoy

La situación hoy en día es todavía más clara. La burguesía nacional de los países coloniales entró demasiado tarde en la historia, cuando el mundo ya estaba dividido entre unas cuantas potencias imperialistas. No fue capaz de jugar ningún papel progresista y nació completamente subordinada a sus antiguos maestros coloniales. La débil y degenerada burguesía de Asia, América Latina y África depende demasiado del capital extranjero y del imperialismo como para hacer avanzar a la sociedad. Mil hilos la vinculan no sólo al capital extranjero, también a los terratenientes con los que forma un bloque reaccionario que representa un baluarte contra el progreso. Cualesquiera que sean las diferencias entre estos elementos, son insignificantes si se comparan con el miedo que les une frente a las masas. Sólo el proletariado, aliado con los campesinos pobres y los pobres urbanos, puede resolver los problemas de la sociedad, a través de la toma del poder en sus propias manos, expropiando a los imperialistas y a la burguesía para empezar la tarea de la transformación socialista de la sociedad.

Si el proletariado se pone a la cabeza de la nación y dirige a los sectores oprimidos de la sociedad (la pequeña burguesía urbana y rural), podría tomar el poder y realizar las tareas de la revolución democrática burguesa (principalmente la reforma agraria, la unificación y liberación del país del dominio extranjero). Pero una vez en el poder, el proletariado no puede quedarse aquí, debe empezar a implantar medidas socialistas para expropiar a los capitalistas. Y como estas tareas no se pueden resolver en un sólo país, sobre todo en un país atrasado, sería el inicio de la revolución mundial.

La revolución es “permanente” en dos sentidos: porque empieza con las tareas burguesas y continúa con las socialistas, y porque empieza en un país y continúa a escala internacional.

Bajo condiciones de crisis convulsiva del capitalismo, es impensable que las organizaciones tradicionales de masas de la clase obrera no vayan a verse afectadas. La tendencia hacia la polarización entre las clases inevitablemente encuentra su expresión en una creciente polarización hacia la derecha y hacia la izquierda en los partidos dando lugar a convulsiones internas, crisis y escisiones. Llegados a cierto punto, este proceso da lugar a corrientes reformistas de izquierdas o centristas de masas.

Para los marxistas, el término “centrista” no es un insulto, sino que tiene un contenido científico, describiendo una tendencia que está a medio camino entre el reformismo de izquierdas y el auténtico marxismo revolucionario. En el período revolucionario de 1917 a 1923 surgieron corrientes centristas de masas en la mayoría de los partidos de la Segunda Internacional formando las bases para la creación de los partidos de masas de la Internacional Comunista.

En ese momento, la existencia de un poderoso polo de atracción en la forma de la Revolución de Octubre significó que un gran número de obreros avanzados fueron ganados rápidamente a la bandera del marxismo revolucionario. A principios de los años 20, el problema de llegar a los obreros socialdemócratas se resolvió con la política de Lenin del frente único. Esta táctica, resumida en la expresión “marchar separados, pero golpear juntos”, permitió a los comunistas construir puentes hacia la base de las organizaciones reformistas.

En condiciones de crisis social general, el reformismo de derecha entra en crisis, pasando de reformas a contrarreformas. En esas condiciones, crisis y escisiones en los partidos reformistas son inevitables, al igual que el surgimiento de corrientes centristas y reformistas de izquierda:

“Desde un punto de vista histórico, el reformismo ha perdido completamente su base social. Sin reformas no hay reformismo, sin un capitalismo próspero no hay reformas. El ala reformista de derecha se convierte en antirreformista en el sentido en que ayuda a la burguesía, directa o indirectamente, a aplastar las viejas conquistas de la clase obrera”. (León Trotsky, Escritos, 1933-34.)

Crisis política, crisis sindical, crisis de dirección
Construir el Partido de los trabajadores

La dispersión del activismo, sumida en divisiones y más divisiones no resulta un dato nuevo de la realidad. Pero ser algo conocido no resulta inocuo para los intereses generales de la clase obrera.

No basta ver la mitad de la botella vacía ya que existen tendencias claras que intentan salir a la superficie. Nos referimos a la resistencia y voluntad de pelea que existe en los de abajo, además, de manera contradictoria y confusa vemos expresiones políticas sindicales que se ubican en el plano del paro como es en la actual coyuntura. O planteos de la propia bancaria nacional que empapeló CABA con un afiche planteando que “el partido más fuerte es el Movimiento Obrero para encarar con éxito la Justicia Social”.

La Unidad de las dos CTAs y la Corriente Federal en una mesa sindical unitaria es un paso de importancia para resistir a las políticas de ofensiva del macrismo. Pero resulta evidente que esto no alcanza para dar respuesta a la magnitud del ataque, ya que debemos avanzar en extender el movimiento en la táctica del Frente Único y avanzar hacia u programa más radical.

Hemos destacado y subrayado como un acierto en editoriales anteriores, expresiones políticas sindicales como es el caso de la Mesa Sindical Rosario, expresión del Movimiento Sindical Rosario que en uno de sus últimos actos cerró planteando la necesidad de restituir el Programa de Huerta Grande de 1962.
El contexto político impone la necesidad de seguir bregando por la unidad del activismo político sindical sobre la base de un programa que facilite la unificación de amplios sectores de masas y activistas.

También hemos señalado en otros materiales la necesidad de construir el Frente Único y que éste posibilite la unidad en la lucha, así como la independencia de clase. Esto nada tiene que ver con lo que sucede en amplios sectores de la izquierda, que en nombre de la independencia de clase cometieron y cometen errores garrafales, cayendo en el sectarismo y oportunismo más abyecto, sólo como ejemplo la ultima movilización de masas: la Marcha Federal donde el FIT marchó e hizo acto aparte en el Obelisco sin dar batalla con diferentes tácticas, desde las asambleas de base en aquellos lugares en donde pueden realizarse o yendo en las columnas del CTA con sus militantes, o estableciendo lucha política señalando las tareas que corresponden al momento político, pero no mantenerse en los márgenes del movimiento, de la clase real de carne y hueso. Por lo tanto, es todo un desafío para el activismo su construcción.

Debido al descrédito de los partidos de centro y de derecha en Argentina existe la posibilidad de confluir con un enorme arco de activistas cansados del sectarismo y miopía de muchos partidos de izquierda como así también de las promesas para el 2017 y 2019 del kirchnerismo que aparece como “la oposición”.

Hay sectores del activismo que plantean que la situación “no da” ya que la clase obrera no sale a la lucha, y que por esto los gordos sindicales mantienen aún margen político para no llamar al paro.

Y si aún no se sale a la lucha tiene motivos que recorren tanto los caminos de traición de los jefes sindicales a los intereses generales de la clase y su clara política de conciliación con los grandes empresarios, como mantener encorsetados los diferentes reclamos de los de abajo para poder seguir haciendo enormes negocios.

Esto se combina con que la clase obrera, los trabajadores, los batallones pesados del proletariado no salen a la deriva. Como siempre explicamos, la clase trabajadora aprende sobre la base de la experiencia y en particular a través de grandes acontecimientos que sacuden y transforman su conciencia. El proceso no es automático ni lineal, y diferentes sectores de la clase sacan conclusiones en momentos diferentes. La experiencia de los últimos 20 años antes del 2001, ha estado marcada en gran medida por las derrotas de los años ‘90, que han condicionado la psicología de toda una generación de activistas. Pero vino el 2001 y la clase obrera se puso de pie.

 En nuestro país, no existe un partido obrero de masas, no ya revolucionario sino ni siquiera reformista. Pero es inevitable que la clase obrera argentina, ante el inevitable colapso*, en términos históricos de la dirección peronista que durante décadas fue el referente indiscutible del movimiento obrero en nuestro país, se encamine hacia la lucha política y se plantee la formación de un partido obrero propio, independiente del resto de partidos burgueses.

Las condiciones en que se formará este partido no se pueden prever con total exactitud. Una posibilidad sería que se formara a partir de la estructuración de un Frente Único de desprendimientos de los grupos de izquierda existentes, en el marco de una gran radicalización política de la clase obrera, fruto de una fuerte crisis política y social. La otra posibilidad es que, como sucedió en diferentes momentos históricos en otros países, sectores importantes de los sindicatos, expresando esa radicalización política de la clase obrera, decidiera dar el paso de formar un partido obrero de masas, sobre la base de su afiliación sindical.

En cualquier caso, el deber de los marxistas sería marchar junto a nuestra clase, y participar hombro con hombro de su experiencia política, constituyéndonos como el ala marxista de dicho partido. Esta será la única manera de ganar a las masas de trabajadores que están buscando una auténtica alternativa socialista.

De no darse este pronóstico, la clase obrera, los trabajadores y sectores populares y la juventud, nuevamente se encaminarán a una nueva frustración de la mano de cualquiera de las expresiones burguesas parlamentarias.

Durante un período, Argentina ha tenido una tasa de crecimiento relativamente alta. Pero este crecimiento disfrazó la situación real, caracterizada por una pobreza y miseria crecientes. La crisis económica que hoy golpea a la Argentina muy duramente, como parte de la una crisis aún mayor del capitalismo mundial, deja cruelmente al descubierto la debilidad del capitalismo argentino. Este hecho es la clave para el próximo capítulo de la revolución argentina.

Los dirigentes sindicales, muy a pesar suyo, se verán forzados a pasar a la oposición, abriendo el camino a un nuevo período de radicalización. En esas condiciones, el apoyo a las ideas del marxismo crecerá entre los trabajadores avanzados y la juventud. Es necesario armar a la nueva generación con las ideas, métodos y tradiciones del marxismo, para que puedan aprovecharse de la situación y construir un movimiento de masas capaz y decidido a llevar adelante la transformación socialista de la sociedad.

Trabajar y preparar el futuro, un objetivo fundamental. ¡Manos a la obra!


*Entendiéndose el colapso como una paralización, disminución o incluso la destrucción de la autoridad política de la dirección peronista, de acuerdo a como se vayan dando los acontecimientos en el país y el mundo.


Sobre nuestra posición ante la Marcha de la Resistencia

Como señalamos, Hebe tuvo la actitud política de enfrentar al poder Judicial y al gobierno macrista que lo avalaba, en la arremetida por encarcelarla por desacato. Sumado a las provocadoras declaraciones de Mauricio Macri ante la desaparición de los 30.000 compañeros, así como las de Marcos Peña. Todo esto causó una enorme indignación en amplios sectores de las masas.

Dijimos entonces, “No sólo fue la respuesta de las masas al rodear a la Madres de Plaza de Mayo y a su Presidenta Hebe de Bonafini para que no sea puesta tras las rejas, sino la propia actitud de Hebe que, con su estilo, se paró frente a la justicia y al poder político cuestionando la legitimidad de ambos poderes, ante los avances contra las conquistas de las masas y los derechos democráticos. Imponiendo en términos políticos un golpe duro a la Justicia y al gobierno que estaba tras de este hecho. El golpe a la justicia y al gobierno, provocó que el Juez tuviera que levantar el pedido de captura, además que la declaración fuese tomada días después en la sede de Madres y que por lógica Hebe se negara a declarar.”

Sumado a esto, la ofensiva capitalista timoneada por Mauricio Macri, ha suscitado un profundo repudio de los trabajadores y sectores populares.

Nuestro error de caracterización de la Marcha de la Resistencia consistió en señalar que aunque la convocatoria de Hebe se ligaba a “Cristina conducción”, las masas acordando o no con esta consigna, tomarían tal convocatoria como un canal de expresión para manifestar la bronca ante el avance sobre el salario, el empleo, etc.

No acordamos con los argumentos de una parte del activismo “que la situación no da” ya que a tan sólo una semana de la Marcha de la Resistencia, más de 200.000 trabajadores demostraron su enorme fuerza en la Marcha Federal, siendo simplemente una respuesta y manifestación contundente en el terreno del Frente Único.

Es evidente que el kirchenerismo planchó una convocatoria amplia a la Marcha de Resistencia, para transformarla en un acto político con el anuncio a último momento de los oradores (Agustín Rossi, Máximo Kirchner, Mario Secco; Edgardo Depetri y Hebe de Bonafini). La insistencia de CFK para que no la ubiquen como conducción sino como militante, la exime de asumir la responsabilidad de organizar la resistencia a los embates de los capitalistas y por este camino transformar a la Marcha de la Resistencia en un acto político K hacia las elecciones legislativas 2017 y presidenciales 2019.

En conclusión, nuestro error no consistió en sobrevalorar la situación de bronca de las masas, más bien consistió en pensar que independientemente de la consigna “Cristina conducción” las masas intervendrían en la misma para manifestarse ante el hecho político provocado por Hebe. Perdiendo de vista lo que nosotros mismo advertíamos, que la dirección K venía borrándose de la escena política desde la asunción de Macri en diciembre. Como lo señalamos más arriba el papel jugado por el kirchnerismo fue de obturar la convocatoria.

Las masas buscan expresarse a través de sus canales tradicionales político o sindical. Cerrada la puerta política por papel de la dirección kirchnerista, las masas se expresa por el camino sindical.Es así que la Marcha Federal jugó el papel de organizar la bronca de amplios sectores estatales y movimientos sociales, planteado un mejor escenario para potenciar el Frente Único y la lucha de clases.