Balance de las elecciones en Catalunya: Sólo una política socialista y revolucionaria puede resolver la cuestión nacional catalana

Las elecciones catalanas del pasado domingo han mostrado una sociedad muy polarizada, casi a partes iguales, entre los partidarios de la independencia y quienes desean seguir formando parte del Estado español. La política represiva del nacionalismo español reaccionario, impulsada por la derecha, es la principal responsable del agravamiento de esta cuestión. Y mientras que simpatizamos con la aspiración democrática de la mayoría del pueblo catalán a favor del derecho de autodeterminación, éste nunca se conseguirá siguiendo la estela del nacionalismo burgués. Lo que se necesita es una alternativa socialista y revolucionaria que una a los trabajadores por encima de las divisiones nacionales.

Como parte de la crisis de régimen que vivimos, las elecciones catalanas han constatado el declive de todas las organizaciones que alumbraron la vida política catalana hace 40 años. Todas ellas pierden, de una u otra manera, en estas elecciones y solo ganan dos de las organizaciones novedosas, Ciudadanos y las CUP (Candidatures d’Unitat Popular).

Los resultados

Lo primero a destacar es la participación, del 77,44%, superior en casi 10 puntos a la de las elecciones anteriores del 2012, donde fue del 67,56%, lo que es un incremento extraordinario, tratándose de unas elecciones autonómicas. Realmente, habría que remontarse a las históricas elecciones generales de 1982 para encontrar un proceso electoral de participación en Catalunya de este nivel, en particular en los barrios obreros.

La distribución del voto de las diferentes candidaturas y la comparación con las elecciones del año 2012 es la siguiente:

Ganancia votos

Candidatura

% 2015

Votos 2015

Escaños 2015

 

% 2012

Votos 2012

Escaños 2012

+ 8.329

CiU-ERC

39,78%

1.616.962

62

 

44,36%

1.608.633

71

+ 3.311

PSOE

12,79%

520.022

16

 

14,43%

523.333

20

- 121.839

PP

8,55%

347.358

11

 

12,99%

471.197

19

+ 5.966

CSQP (ICV+Podem)

8,97%

364.823

11

 

9,89%

358.857

13

+ 457.222

Ciudadanos

18,01%

732.147

25

 

7,58%

274.925

9

+ 209.301

CUP

8,25%

325.520

10

 

3,48%

126.219

3

 

Unió

2,52%

102.594

         

- 47.400

Voto nulo-blanco

0,92%

37.745

   

2,33%

85.131

 

+ 565.531 nuevos votantes

TOTAL

 

4.102.664

     

3.657.450

 

Dentro de los resultados, y aparte de la constatación de la victoria de Junts pel Sí (Convergència Democràtica de Catalunya y Esquerra Republicana de Catalunya) con el 39,7% de los votos, lo más relevante es que cerca del 48% de los votantes votaron a partidos que defienden la independencia. Más aún, el 59% de los votos fue a organizaciones que defienden el derecho de autodeterminación. Negar entonces la existencia de la falta de derechos democrático-nacionales en Catalunya sólo pueden hacerlo miopes obtusos. Y la persistencia de la derecha española (PP y Ciudadanos) y del PSOE en negarse en bloque a encauzar este problema por el mecanismo democrático elemental de convocar un referéndum de autodeterminación para Catalunya, sólo agravará la situación.

Los resultados de la derecha españolista

En estas elecciones no solo ha participado más gente, sino que la polarización conseguida ha hecho que tradicionales votos en blanco o nulos bajasen drásticamente.

Uno de los datos más relevantes es el hundimiento del PP que queda reducido a ser un partido irrelevante con apenas el 8,5% (13% en 2012). Si hemos de suponer que los votos del partido ultraderechista Plataforma per Catalunya (unos 60.000), que no se presentó a estas elecciones, cayeron mayormente en el granero del PP, debe estimarse la huida real del voto del PP en más de 180.000. La crisis del PP es la mayor de su historia.

Ciudadanos, en cambio, sube en los barrios y ciudades obreras. No solo lo hace en base al voto que pierde el PP sino que en mayor medida recibe el de gran parte de los nuevos votantes, junto con el de antiguos electores del PSC-PSOE. Ocultando convenientemente su programa a favor de los empresarios y los ricos, sus dirigentes son expertos en demagogia con un mensaje sencillo, claro y directo dirigido a la población fundamentalmente castellano-parlante: defensa de los gastos sociales, poner fin a los odios y desavenencias entre catalanes y españoles, y unidad con España. Todo ello es debido al incremento exacerbado, como nunca antes se vio en Catalunya, de la polarización nacional, junto con el amplio desprestigio del PSC-PSOE y la ausencia de un programa claro de transformación social por parte de las otras fuerzas de izquierda no nacionalistas.

Junts pel Sí

En el parlamento resultante, al igual que en el resto del estado español, están sobre-representadas las provincias rurales con menos habitantes y una presencia relativa mayor de pequeños propietarios frente a las provincias con mayor densidad urbana y más presencia de asalariados (que son las más pobladas). Un diputado en Barcelona ha costado 49.000 votos frente a los 21.000 que vale en Lleida, de lo que resulta que Junts pel Si (ERC-CiU), con mayor fuerza entre la pequeñaburguesía catalana, con menos del 40% de los votos, saca el 46% de los diputados.

A pesar de ello, Artur Mas quería la mayoría absoluta y no la tiene. Estas elecciones, habían sido planteadas como un plebiscito a favor de la independencia por el principal partido de la derecha catalana, CDC, y por ERC. Pero no sólo no llegan a la mayoría absoluta de 68 diputados en el Parlament –se quedan en 62– sino que pierden 9 con respecto a 2012, el peor resultado conjunto tanto en porcentaje de votos como de diputados de ambos partidos desde la reinstauración democrática. El desgajamiento de la antiindependentista Unió de la antigua CiU les resta más de 100.000 votos, que recuperan con nuevos votantes. Aún así, Junts pel Si pierde votos –en relación a votaciones anteriores de CiU y ERC– en algunas de las comarcas de la Catalunya urbana y obrera (comarcas del Tarraconés, Barcelonés y Baix Llobregat). Sus ganancias vienen sobre todo de la Catalunya del interior.

Dicho todo esto, Junts pel Sí ha arrastrado el entusiasmo del grueso de la población favorable a la independencia. La maniobra de Mas ha tenido resultado, y ha hecho pasar a un segundo plano, ante este sector, su gestión antiobrera. Tiene la desfachatez de colgar carteles contra los barracones en las escuelas, cuando su gobierno tiene el triste honor de haberle arrebatado el récord de barracones en las escuelas a la Comunidad Valenciana. Y así, toda la campaña, con su primer candidato al frente, Raül Romeva, se presentaban como los paladines de la justicia social y contra los recortes. Tamaño cinismo es sorprendente, pero les ha funcionado, apelando al independentismo como solución mágica a todos los problemas económicos y sociales. Pero su éxito es también, de manera importante, fruto de la campaña anticatalanista del PP. El PP, la jerarquía eclesiástica, el aparato del Estado, y medios de comunicación derechistas afines como la COPE, La Razón o el ABC han movilizado muchos más votos hacia Mas que el mejor de sus mítines.

El lenguaje de odio anti-catalán, contra los derechos democráticos y contra el derecho a decidir ("un vaso es un vaso"), la campaña del miedo, (habrá corralito, serán expulsados del euro y de la UE, el Barça será expulsado de la liga, y otras plagas...) han tenido un efecto rebote.

El éxito de las CUP

Por otro lado, dentro del llamado “bloque independentista”, hay un claro giro hacia la izquierda, primero con un trasvase de intención de votos de CiU hacia ERC (patente en las encuestas anteriores a la formación de Junts pel Sí), pero también de ERC hacia las CUP en los últimos meses. Las CUP se presentaban en clave de ruptura (nacional y social) y han ganado claramente, con un mensaje anticapitalista en sus mítines.

A las CUP aún les falta mucha penetración en los barrios obreros, pero aquí también han avanzado, sobre todo entre la juventud.

Las CUP planteaban un discurso anticapitalista muy atractivo para los jóvenes. No se limitaron a hacer propaganda nacionalista, sino que aparecían claramente como el voto anti sistema. Su programa social se acercaba mucho a un programa socialista. Es un movimiento con presencia en los pueblos y barrios, y con actividad real. Muchos de los que votaron en Barcelona a la candidatura municipal encabezada por Ada Colau, Barcelona en Comú, ahora lo han hecho por las CUP. Su éxito es el del anticapitalismo. Se presentaban para echar a Mas y acometer un proceso constituyente, sin esperar al resto del Estado. Es la demostración de cómo se puede crecer declarándose abiertamente anticapitalista. La práctica totalidad de los jóvenes independentistas y anticapitalistas les han votado.

PSC-PSOE

El PSC-PSOE sólo puede respirar tranquilo porque no fue superado por la candidatura de Catalunya Sí que es Pot, CSQP, pero éstas fueron sus peores elecciones catalanas de la historia, viniendo ya de un proceso de pérdida de apoyos muy importante en un partido que hace pocos años conseguía alrededor de 50 diputados en el parlamento catalán.

Incluso, a pesar del incremento de votantes, sigue desangrándose en comarcas obreras como el Vallès Occidental. Ahora, pasó de 20 a 16 escaños.

Han sido las debilidades e inconsistencias de CSQP las que han evitado una debacle mayor del PSC, permitiéndole retener una cantidad de antiguos votantes que hasta hace unos meses miraban a PODEMOS como una referencia en Catalunya.

Catalunya Sí Que es Pot

Los resultados son muy negativos para Catalunya Sí Que es Pot (Podemos + Iniciativa per Catalunya-Verds (ICV) + EUiA), CSQP, que tenía muy altas expectativas de votos tras la publicación por la prensa regional catalana el 25 de junio de una encuesta que le daba 30 diputados, muy cerca de la intención electoral de la todavía existente CiU. Es importante señalar que esa misma encuesta apenas le daba al PSC 7 escaños.

Esa fecha del 25 de junio era significativa por dos razones: en primer lugar, días antes se habían formado decenas de ayuntamientos "de unidad popular", con decenas de miles de personas en las calles vitoreando y cantando su alegría sin límites, como fue el caso de Barcelona. El pueblo estaba en pie y pensando en recrear el mismo proceso a nivel estatal, pero hasta el día de hoy los dirigentes de Podemos no han hecho sino descafeinar este proceso. En segundo lugar, en esos días, Alexis Tsipras había lanzado el órdago del referéndum en Grecia contra el ajuste y el chantaje económico que quería imponerle la Troika, y que fue rechazado por el pueblo griego con un rotundo 62% de noes diez días más tarde. La rendición incondicional posterior de Tsipras, y el apoyo explícito que recibió de los máximos dirigentes de la izquierda española generaron un nuevo mensaje muy poderoso: no podemos. Los efectos, temporalmente, han sido desmoralizadores.

Es cierto que hace 3 meses estaba más presente en Catalunya y en el resto del Estado los debates políticos relacionados con los problemas sociales, y el problema nacional catalán había pasado relativamente a un segundo plano. Sin embargo, la política incendiaria del PP desde julio hasta acá ha radicalizado y polarizado el problema nacional catalán hasta el extremo, haciéndolo pasar al primer plano del debate político, empujando hacia atrás el debate general sobre los problemas sociales derivados de la crisis capitalista. Sin duda, esto ha pesado en estas elecciones catalanas y es un hecho que escapaba al control de PODEMOS y CSQP.

Sin embargo, los dirigentes de PODEMOS y de CSQP no pueden rehuir su responsabilidad en todos los aspectos del debate político, incluida la propia cuestión nacional catalana, que sí dependía de ellos.

Antes de seguir abundando en las razones del fracaso de CSQP, estamos obligados a rendir tributo a los dirigentes de Podemos en un aspecto. Han sido los únicos en la izquierda, a lo largo de 40 años, que se han atrevido a defender pública y abiertamente la idea del derecho de autodeterminación para Catalunya, Euskadi y Galicia, en mítines de masas. Y lo han hecho de manera reiterada. Esto tiene una gran importancia.

Los dirigentes del PSOE y PCE abandonaron la defensa de este derecho democrático elemental hace 40 años, permitiendo que las ideas del nacionalismo español reaccionario de la “España una, grande y libre”, arraigaran en sectores atrasados de la clase obrera y entre la población en general. En este sentido, la labor educativa de los dirigentes de Podemos a favor del “derecho a decidir” de Catalunya, aún con las limitaciones y ambigüedades con que formulan esa consigna, es muy importante para reforzar en el seno de la clase obrera española el apoyo y simpatía hacia los derechos democrático-nacionales del pueblo catalán para limar las suspicacias entre ambos y reforzar la unidad de la clase obrera por encima de las divisiones nacionales.

No obstante, hubo limitaciones importantes en la formulación de esta consigna durante la campaña electoral. En primer lugar, en la propaganda oficial, CSQP vinculaba el derecho a decidir de Catalunya con un Proceso Constituyente en el conjunto del Estado español. Pero la mayor parte del pueblo catalán quería, y quiere, decidir ahora, y no tiene claro que ese proceso de ruptura marche en paralelo con el conjunto del Estado.

En segundo lugar, a veces pareció desprenderse al principio de la campaña de la propaganda de CSQP que Catalunya tenía que pedir permiso al resto del estado para ejercer el derecho a la autodeterminación, el derecho a decidir. Nuestra posición es que CSQP debía haber dejado claro y sin ambigüedades que si llegaba al gobierno en Barcelona convocaría de inmediato un referéndum de autodeterminación y que reconocería su legalidad, dijera lo que dijera el Tribunal Constitucional, apelando a la movilización popular en todo el Estado ante cualquier intento del aparato de Estado español de ejercer la violencia o la represión judicial o policial contra la Generalitat o cualquier miembro de su gobierno. Eso le habría otorgado mucha mayor credibilidad a los discursos de Pablo Iglesias y demás dirigentes a favor del derecho de Catalunya a decidir su futuro.

También creemos, vinculado a lo anterior, que la crítica y denuncia del nacionalismo español y de las amenazas y provocaciones de Rajoy contra Catalunya y sus derechos democrático-nacionales, deberían haber sido más contundentes en la agitación, en lugar de limitarse a poner un signo igual entre Rajoy y Mas.

Muy negativo para la candidatura de la izquierda ha sido que la gestación de CSQP no haya sido nada parecida a la de Barcelona en Comú, que aglutinó a miles de activistas por abajo. El papel de una luchadora popular reconocida como Ada Colau, junto con la participación de decenas de organizaciones populares y vecinales, con miles de activistas, fue determinante para superar la camisa de fuerza conservadora de los aparatados partidarios que también se integraron en Barcelona en Comú.

Por su parte, la formación de CSQP, con reuniones a espaldas de los militantes entre los dirigentes de PODEMOS, ICV y EUiA, fue vista por muchos activistas de PODEM (la sección catalana de PODEMOS) y de Barcelona en Comú como una maniobra por arriba, burocrática, sin participación real de la base. Esto causó un hondo rechazo en la militancia, hasta el punto que la mayoría de los activistas de Barcelona en Comú y de PODEM no han participado activamente en la campaña. Baste decir que la reunión de círculos de PODEM para preparar las elecciones sólo reunió a 40 personas de toda Barcelona ciudad, y la mayoría se mostró cíitica con la dirección. Sólo en los últimos días, se sentía cierta participación.

La percepción de la mayoría activa de PODEM y Barcelona en Comú, es que la campaña electoral de CSQP estuvo dirigida por el aparato de ICV –muy cuestionado por la militancia más honesta– con apoyo exterior de dirigentes estatales de PODEMOS en los mítines, como Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.

Lamentablemente, los dirigentes de Podemos creían que con la sola "marca" PODEM-ICV-EUiA podrían conseguir repetir el éxito de Ada Colau. Por tanto, su fracaso no es el fracaso de PODEMOS como movimiento, sino el fracaso de pretender construir PODEMOS como una “máquina de guerra electoral”, para citar la famosa frase del compañero Errejón.

Para enfrentarnos a la clase dominante, si aspiramos a ganar, solo podemos hacerlo creando un movimiento político con todos sus ingredientes, y no sólo con un ordenador a través del cual votar. Un movimiento político vivo y real se hace con presencia en los barrios, con círculos repletos de activistas que discuten y están convencidos con la idea de que su opinión cuenta, de que pueden decidir y enmendar la línea política de la organización.

Igualmente de equivocada es la obstinación de la dirección de PODEMOS en identificarse con Tsipras y Syriza, lo que le ha alienado no sólo el apoyo de una gran parte de la juventud más radicalizada y de trabajadores más conscientes, sino de trabajadores comunes que han visto que Tsipras no ha resuelto ninguno de los problemas de las masas trabajadoras griegas y, en los hechos, ha aceptado aplicar los mismos recortes que antes criticaba a la derecha y la socialdemocracia griegas. Las razones que pueden esgrimir estos trabajadores son obvias: “Para elegir una mala copia –que sólo genera quebraderos de cabeza– prefiero el original, que es más predecible”. Se podrá pensar que este razonamiento es muy injusto, pero debe reconocérsele que está lleno de lógica.

También ha pesado la ambigüedad de la crítica de CSQP y de Pablo Iglesias a Mas y Rajoy. “Sí, nos gusta vuestra crítica a las políticas de ambos, ¿pero qué estáis proponiendo exactamente?”. Esta falta de concreción de medidas concretas que provoquen un cambio inmediato y real en las condiciones de vida y de trabajo de las masas obreras también generaban dudas sobre la utilidad del voto a CSQP y PODEMOS. La realidad es que aunque CSQP ha sacado unos pocos miles de votos más que ICV en 2012, ha perdido porcentaje de voto (un 1%) y votantes potenciales que se han ido a las CUP por su izquierda y al PSC por su derecha por las razones antes apuntadas.

Perspectivas

El aspecto más negativo de estas elecciones catalanas es la fuerte subida del derechista Ciudadanos en zonas obreras, que podría empozoñar el problema nacional catalán, debido a su retórica españolista reaccionaria, fomentando una división dentro de la clase obrera en líneas nacionales y entre la población catalana favorable o en contra de la independencia. Es urgente desacreditar a Ciudadanos como una herramienta de nuestros enemigos de clase, de los banqueros y grandes empresarios; pero al mismo tiempo urge levantar una alternativa de izquierda que dé solución verdadera a los problemas sociales y al problema nacional catalán.

Por otro lado, no cabe esperar ningún cambio relevante en el tema catalán hasta que no pasen las elecciones generales previstas para diciembre. Mientras tanto, tanto PP como Junts pel Sí mantendrán su pulso sin recular, a fin de tratar de conseguir el mejor resultado posible para cada uno de ellos en dichas elecciones.

Por otro lado, el resultado de las elecciones catalanas, donde los partidarios de la independencia no han obtenido la mayoría de votos y CDC-ERC han retrocedido en escaños, también le despeja el camino a Mas para “aparcar” el tema de la independencia y entablar una negociación con el futuro gobierno español a fin de alcanzar un acuerdo precario que dé una salida al conflicto catalán con una nueva fiscalidad (que Catalunya aporte menos a la caja central) y a un cambio cosmético de la Constitución, que recoja la “singularidad” de Catalunya. Pero esto le sabrá muy poco a las masas de la población catalana que apoyaron la independencia y será visto como una traición, preparando una gran crisis dentro del movimiento nacionalista.

Por otro lado, no está claro que Mas pueda alcanzar la presidencia de la Generalitat tan fácilmente como se las prometía. Las CUP, cuyo apoyo es imprescindible para conseguir eso, ya ha declarado que votará contra cualquier investidura de Mas por ser un representante de los recortes, lo ajustes sociales y la corrupción; si bien no ha descartado apoyar un gobierno de “concentración nacional catalán” sin Mas al frente. La duda, es: ¿apoyarán un gobierno de este tipo con miembros burgueses de CDC? Si lo apoyan, sus dirigentes quedarían desacreditados como verdaderos luchadores anticapitalistas. Por otro lado, sus últimas declaraciones a favor de una colaboración parlamentaria con CSQP en contra de los ajustes y la austeridad, y declaraciones similares de mano tendida por parte de Pablo Iglesias son señales muy positivas. Sin dudas, las CUP van a estar sometidas a una gran presión entre el ala pequeñoburguesa del nacionalismo catalán y los intereses de la clase obrera catalana. Lo que hagan determinará un desarrollo mayor del movimiento o su división y ruptura en líneas de clase.

En última instancia, no puede descartarse que sea el PSC quien se abstenga en la votación y permita la investidura de Mas, “en aras de la gobernabilidad de Catalunya” y así evitar nuevas elecciones. A fin de cuentas, podría ser parte de un acuerdo para negociar una salida al conflicto con un posible gobierno del PSOE en Madrid tras las elecciones de diciembre.

Sean cuales sean los vericuetos políticos por donde se desenvuelvan los acontecimientos de las próximas semanas y meses, lo cierto es que la inestabilidad se ha instalado en la vida política catalana y del resto del Estado. La burguesía española, su aparato de Estado, y sus partidos jamás permitirán la celebración de un referéndum de autodeterminación para Catalunya. Está en su tradición reaccionaria, en el apego a su prestigio nacional, en su miedo morboso a generar un movimiento de masas que amenace su poder y privilegios.

Pero la burguesía catalana, ni su principal partido CDC, tampoco pueden ofrecer una salida. Llegados a un bloqueo como el actual, y aún suponiendo que en estas elecciones el voto independentista hubiera superado el 50% de los votos ¿qué habría hecho CDC? ¿Cómo decretar la independencia y hacerla efectiva? ¿Llamaría a la insurrección popular? No está en el ADN de la burguesía catalana ni en ninguna otra organizar una revolución con las masas en la calle. Es inevitable que en determinada etapa CDC traicione el movimiento independentista ¿Puede reemplazarla ERC? Pero la pequeñaburguesía es mucho más inconsistente y tiene mucha menos confianza en sí misma que la burguesía, por eso Junqueras no abandona a Mas pese a todos los retrasos, dilaciones, pasos atrás, ajustes sociales, corruptelas y demás que le tolera a su gobierno. Jamás moverá un dedo sin el hermano mayor al lado, y caerá con él.

Una alternativa socialista y revolucionaria

Para la Corriente Lucha de Clases sólo hay una solución realista y viable. Que la clase obrera catalana y española tomen en sus manos el problema nacional. Las organizaciones de izquierda deben señalar ese camino, comenzando por PODEMOS. Pero la condición debe ser desechar la confusión y la ambigüedad. Se necesita una política clara y firme, en Catalunya y en el conjunto del Estado.

Derecho de autodeterminación para Catalunya, Sí. Proceso Constituyente en Catalunya y el Estado español que nos otorgue una nueva legalidad que termine con esta sociedad podrida y nos garantice los derechos sociales y democráticos más avanzados, Sí. Programa de reformas sociales tendentes a garantizar viviendas, empleos, salarios, pensiones, educación y sanidad para todos, Sí. Pero estas tres cosas deben estar vinculadas a una propuesta de auténtica soberanía popular, una propuesta que desarme a las fuerzas oscuras y reaccionarias que se oponen a estas medidas, al bienestar de las familias obreras y del pueblo empobrecido. Este desarme de la reacción, esta auténtica soberanía popular, sólo puede conseguirse haciendo que la mayoría de la sociedad se apropie de las palancas fundamentales de la economía, de las que dependen vitalmente el desenvolvimiento y bienestar de la población: los bancos, las grandes empresas y grandes latifundios, que deben ser expropiados sin indemnización (salvo a los pequeños accionistas y los ahorradores) y puestos a funcionar bajo el control de los trabajadores con un plan de producción que tienda a satisfacer todas las necesidades sociales. Esta es la única alternativa. Vincular la resolución del problema nacional con el problema social, por medio de una alternativa socialista y revolucionaria. No hay otra vía.