¡Hay que aprovechar el momento! ¡Votar a Corbyn! ¡Luchar por el Socialismo!

Un terremoto político está sacudiendo al Partido Laborista hasta sus cimientos. Una cifra sin precedentes de 610.000 personas está votando para elegir un nuevo líder. Las ramificaciones se hacen sentir en todas partes. El estado de ánimo de ira y amargura que se han acumulado en la sociedad estaba buscando desesperadamente una salida. En Escocia, encontró la salida en el Referéndum y el auge del SNP (Partido Nacionalista Escocés). Ahora la campaña de Corbyn por la dirección del laborismo ha actuado como un pararrayos para este descontento. Parece ser imparable, con Jeremy Corbyn en camino de ganar la competencia de la dirección del Partido Laborista.

[Este artículo fue publicado por primera vez el 19 de agosto 2015 en Socialist Appeal]

La histeria de los zombies blairistas

Los Blairistas y el resto de los conservadores oportunistas del Partido Laborista están absolutamente frenéticos. Todos los viejos zombis del pasado - Tony Blair, Jack Straw, Alastair Campbell, etc. – se han levantado de la tumba política para atacar a Jeremy Corbyn. Pero cualesquiera de la vieja escoria del Nuevo Laborismo que haga o diga, sólo termina impulsando aún más el apoyo a Jeremy Corbyn.

Estos arribistas de clase media, que utilizaron el partido para su propio progreso personal, están chillando de terror ante la perspectiva de que su candidato pro-establishment pierda ¡Sus seguros asientos de diputados y abultados salarios ya no están a salvo! Todo su "proyecto" para hacer que el Partido Laborista sea seguro para el capitalismo, se está desmoronando ante sus ojos - y todo porque permitieron incluir a Corbyn en la pelea electoral como un "caso perdido". Por eso, estos "demócratas" están amenazando con una guerra civil si Corbyn gana.

"Oh por qué, por qué, dejamos a las hordas de gente común tener un voto!" exclaman. Habían cambiado las reglas precisamente para mantener a los Blairistas en el poder. Ese era el plan. Pero les ha explotado en la cara.

Estas criaturas tienen el descaro de hablar de "infiltración". Los Blairistas y sus amigos han estado infiltrando el Partido Laborista durante años - infiltrados conservadores. Nadie les revisaba, mientras que los socialistas estaban siendo vergonzosamente expulsados del partido. Los traidores del SDP (Partido Social Demócrata, se escindió en 1981) - que apuñalaron por la espalda al Laborismo - fueron bienvenidos con los brazos abiertos por Blair y compañía. Estos políticos profesionales fueron lanzados en paracaídas a escaños seguros en el Laborismo, a pesar de la oposición local.

Estos son los verdaderos infiltrados - los enemigos de dentro - que deberían ser vetados y luego expulsados. De hecho, una victoria de Corbyn vería a muchas de estos don nadie irse en busca de otro hogar político: la Cámara de los Lores, o una carrera en los grandes negocios. Se unirán a Lord Kinnock, y el resto de esta pandilla de arribistas, al Salón de la Vergüenza, donde pertenecen.

Cláusula IV

La campaña de Corbyn sin duda ha abierto una caja de Pandora. Se ha desatado el entusiasmo de cientos de miles, comprensiblemente desactivado por el Partido Laborista en los últimos 20 años y pico. En los mítines de masas, cualquier mención del socialismo es recibida con aplausos. Los grupos sectarios que condenaron al Partido Laborista como "acabado" se frotan los ojos de incredulidad. Todos sus intentos de construir un Nuevo Partido de los Trabajadores alternativo se han esfumado.

Junto con promesas de terminar con la austeridad, renacionalizar los ferrocarriles, e introducir un salario digno legal para todos los trabajadores, etc., ha llegado el tema de traer de vuelta la Cláusula IV, el compromiso del Partido Laborista con el socialismo, aprobada en 1918 pero abolida por el millonario belicista Tony Blair. Descrito por Blair como el "momento decisivo en la historia de mi partido", el desguace de la Cláusula IV representó una ruptura simbólica con el pasado del Partido Laborista y la llegada de la era del Nuevo Laborismo. Pensaron que el socialismo estaba muerto y enterrado. Se convirtieron en adoradores de las grandes empresas y del establishment. Para ellos, no había otra alternativa a su amado "mercado".

Pero después de décadas de privatización, mercantilización, cierre de fábricas y ataques a la clase trabajadora, la gente ha tenido suficiente de esta pésima economía de mercado. El crack del 2008 y el rescate a los banqueros y financieros millonarios, combinado con la austeridad que se nos impuso al resto, se convirtieron en el colmo.

Corbyn, el domingo, dijo al periódico Independent:

"Creo que deberíamos hablar de cuáles son los objetivos del partido, ya sea la restauración de la Cláusula IV como fue originalmente escrita o si es otra diferente. Pero no debemos rehuir la participación estatal, la inversión pública en la industria y el control estatal de los ferrocarriles".

Aunque bajo la presión de su equipo se ha retractado de esta sugerencia, la idea está allí. No se puede suprimir una idea cuyo tiempo ha llegado. El capitalismo está experimentando su peor crisis desde la década de 1930, posiblemente de su historia. Nunca ha habido un mejor momento para presentar una alternativa socialista audaz y acabar con este sistema en crisis.

¡Por diputados obreros con salarios obreros!

Si Jeremy Corbyn gana, se enfrentará a un Parlamento dominado por el ala derecha del Partido, producto de los últimos retrocesos. Actuarán como una quinta columna contra el liderazgo de Corbyn, que ellos consideran una fina cuña socialista. La única salida a esto que tendría Jeremy Corbyn ante sí sería convocar una conferencia de emergencia para refundar el Partido Laborista y enterrar al "Nuevo" Laborismo de una vez por todas.

Debemos traer de vuelta la Conferencia Anual como el órgano normativo democrático supremo, y no como es ahora - un simple sello de goma para el gabinete en la sombra de la derecha. Eso significa también el desguace de los foros políticos, que son utilizados por los Blairistas para imponer sus puntos de vista sobre los militantes.

Debemos restaurar la nueva selección obligatoria de los Miembros del Parlamento, por lo que todos los diputados deben presentarse a una periódica reelección, y no ser elegidos de por vida, como es con el sistema actual. Esto significa que todos los diputados deben ser verdaderamente representativos del Partido Laborista y de sus miembros.

¡Fuera el arribismo! Queremos que nuestros diputados y concejales sean luchadores socialistas comprometidos. Por lo tanto, todos los diputados y representantes laboristas deben comprometerse a ganar sólo el salario medio de un trabajador cualificado (aproximadamente 30.000 libras), y el resto del excesivo salario parlamentario de 76.000 £ que sea aportado a los fondos de campaña del partido. Todos los gastos deben ser examinados por la base. Esto significa ¡tener diputados obreros con salarios de trabajadores! ¡Tales medidas eliminarían arribismo de un plumazo! Queremos personas que se dediquen a la transformación de la sociedad, no a aumentar su salario.

Tenemos que restaurar la transformación socialista de la sociedad como un objetivo central del Partido. Debemos restaurar la Cláusula IV, que estaba impresa en cada carnet de los militantes, pero fue abandonada por Tony Blair.

¿Qué hay de malo en "asegurar a los trabajadores manueales e intelectuales todos los frutos de su esfuerzo y la distribución más equitativa de los mismos"? Esta cláusula también comprometía al partido a hacerse cargo de los "altos mandos" de la economía, es decir, "la propiedad común de los medios de producción, distribución e intercambio", bajo el control y la gestión democrática de los trabajadores. Nunca hubo un programa más relevante en estos tiempos de crisis capitalista y austeridad.

Un programa audaz nos liberaría del dominio del mercado y nos permitiría planificar los recursos de la economía. Esto aumentaría nuestra producción anual al menos un 20%, lo que nos permitiría financiar todas las reformas y más. Esto nos permitiría aumentar masivamente el nivel de vida y dar a todos un nivel de vida decente y en aumento.

Lecciones de la tragedia griega

La continuación del capitalismo sólo significará austeridad interminable y creciente miseria para los trabajadores. No hay salida para los trabajadores sobre bases capitalistas.

Debemos aprender de la trágica lección de Grecia y del gobierno de izquierda Syriza, que terminó capitulando ante la Troika e imponiendo más dificultades al pueblo griego. En el parlamento, un tercio de los diputados de Syriza votó en contra de la austeridad o se abstuvo. Alex Tsipras, líder del partido, tuvo que depender de los votos de los desacreditados partidos de la oposición para ganar una mayoría para renovar la austeridad. Aquí es a donde conduce la aceptación del capitalismo.

Tsipras fue visto como el favorito de la izquierda en todas partes. Había ilusiones que podía llevar adelante sus políticas simplemente por la fuerza del compromiso. Sus intenciones eran honorables. Pero el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.

El apoyo a la postura anti-austeridad de Syriza había ganado las elecciones generales en enero y un referéndum en julio. Con este apoyo, el partido, fácilmente, podría haber llevado a Grecia a través de una transformación socialista, apelando a su vez al apoyo de los trabajadores en toda Europa y en todo el mundo. En cambio, la dirección de Syriza capituló. Este paso atrás provocará una reacción masiva en una determinada etapa. El pueblo griego no tolerará un ataque tan draconiano.

Como Corriente Marxista, decimos que esto tiene enormes lecciones para nosotros en Gran Bretaña. No se puede jugar con el capitalismo y dejar intacto el poder de los grandes monopolios. El gobierno no va a dictar a la economía, sino que la economía va a dictar al gobierno. Es por eso que tenemos que hacernos cargo de las palancas fundamentales de la economía.

Hoy en día, la lucha es conseguir que Jeremy Corbyn sea elegido. Debemos prepararnos para luchar contra cualquier golpe de Blair que se esté preparando entre bambalinas. Ya, Chuka Umunna y Tristram Hunt están creando una camarilla anti-Corbyn de Blairistas, incluso antes de que el resultado haya sido anunciado. La derecha nunca ha sido tímida para organizarse y salirse con la suya. Es hora de que la izquierda organizada limpie el partido de los arribistas de derechas. Pero también hay que luchar por un programa socialista audaz como única alternativa a la austeridad capitalista.

Por eso decimos:

¡Votar a Jeremy Corbyn!

¡Luchar por el Socialismo!

¡Únete a la Corriente Marxista Internacional!