Después de las elecciones del 24 de mayo ¿Ahora qué?

La clase dominante española y sus representantes políticos en la derecha han recibido un durísimo golpe que los ha dejado desconcertados y sumidos en la perplejidad. Avizoran un escenario de pesadilla para sus intereses, ante la perspectiva de que cuatro de las cinco ciudades más importantes del país -incluida la capital, Madrid- estén dirigidas por PODEMOS y fuerzas afines.

La desesperación es tal que dos de los fantoches más despreciables de la casta corrupta del PP –la hasta ahora alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y la derrotada candidata a la alcaldía de Madrid y presidenta del PP local, Esperanza Aguirre– han reclamado un pacto de Estado entre PP, PSOE y CIUDADANOS contra el “radicalismo”, a fin de arrebatarle a PODEMOS y sus aliados las alcaldías de estas ciudades de la manera más indecentemente imaginable.

La dirección del PSOE, que ha recibido los resultados con una perplejidad y preocupación no menor, ha demostrado al menos mantener todavía la cabeza en su sitio; y, con una sonrisa forzada, ha declinado la amable proposición de beber de ese cáliz envenenado.

La razón que asiste a los dirigentes del PSOE en esta negativa es comprensible hasta para un niño de cinco años: si deben morir, que sea por muerte natural, no por suicidio. La indignación popular que acompañaría la decisión de bloquear las alcaldías a las fuerzas de izquierda más votadas en esas grandes ciudades, por un pacto espurio entre políticos despreciados y odiados, podría provocar tal movilización social que resultaría imposible al gobierno del PP mantener su mandato antes de la llegada del verano.

Qué representan los resultados del 24 de mayo

Los resultados de la elecciones del 24 de mayo han abierto una segunda fase en la tormentosa situación política española, tras la irrupción de PODEMOS en las elecciones europeas hace ahora un año y su desarrollo vertiginoso en los meses posteriores. La primera fase había culminado antes de estas elecciones, con el reconocimiento de PODEMOS como el enemigo principal de la clase dominante española y del régimen político sobre el que ésta se sustenta. Los feroces ataques a que han sido sometidos PODEMOS y sus dirigentes a lo largo de este año por parte de los medios de comunicación burgueses y los partidos políticos del régimen, sancionaron este estado de cosas y trazaron la línea de demarcación del campo de batalla.

Ahora, a través de las llamadas candidaturas de unidad popular –en las que constituye su contingente principal– PODEMOS y sus fuerzas aliadas conseguirán, salvo eventualidades imprevistas, los gobiernos de la capital del Estado –Madrid– y de la segunda ciudad más importante del país, Barcelona. Capitales de provincia y ciudades españolas de gran relevancia, como Zaragoza, Coruña, Oviedo, Cádiz y Santiago de Compostela, también serán gobernadas por PODEMOS a través de dichas candidaturas de unidad popular. Se mire por donde se mire, no hay precedentes en nuestra historia contemporánea del desarrollo de acontecimientos de este calibre, en el lapso de un año.

El hecho de que en 4 de las 5 ciudades más importantes del país –así como en otras ciudades medianas– el PSOE haya sido superado por fuerzas situadas a su izquierda, marca un cambio cualitativo en la relación de fuerzas en las grandes ciudades que refleja el declive gradual del PSOE como fuerza política dominante entre la clase trabajadora.

La causa del desarrollo explosivo de estos acontecimientos no descansa en la genialidad estratega de ningún dirigente ni en la fuerza conspirativa de poderes ocultos, sino en la naturaleza revolucionaria de nuestra época, expresada en los cambios agudos en la conciencia política de millones de personas que han sido sacudidas y arrojadas violentamente de la rutina social por los efectos de la presión implacable de la más aguda crisis económica y social de la que se tenga memoria.

A los datos anteriores merece la pena añadir la conquista de la tercera ciudad del país, Valencia, por otra fuerza situada a la izquierda del PSOE, Compromís, proveniente en lo fundamental de una antigua escisión de izquierda Unida en el País Valenciano. Otra capital de provincia como Zamora, un feudo tradicional de la derecha, será gobernada por Izquierda Unida. Pero hay más. PODEMOS fue la fuerza más votada en ciudades del cinturón rojo de Madrid, como Parla y Rivas-Vaciamadrid, y quedó segunda en poblaciones como Fuenlabrada, San Fernando de Henares y Coslada. Además, PODEMOS superó el 20% de los votos en numerosas poblaciones de la Comunidad de Madrid. En Canarias, ganó en Las Palmas, y quedó segunda en Tenerife. En Aragón, fue la segunda fuerza en Zaragoza, Huesca, Teruel, por encima del PSOE, y quedó como tercera fuerza regional apenas con una diferencia de 0,90% por debajo del PSOE (20,51% frente a 21,41%), por su menor peso en las zonas rurales. En Baleares, quedó segunda en Palma de Mallorca, por detrás del PP. En Asturias, fue la segunda fuerza en Oviedo, Gijón, Avilés y Langreo. En Euskadi, fue la tercera fuerza –por encima del PSOE y del PP – en las elecciones forales, y también superó al PSOE en Navarra.

La derrota de la derecha

El PP sacó en las elecciones municipales el 27% de los votos, el peor resultado de su historia, perdiendo 2,4 millones de votos y alcaldías emblemáticas como las mencionadas de Madrid y Valencia; y plazas tradicionales como Valladolid, Alicante y Palma de Mallorca. También será desalojado de la mitad de las capitales de provincia andaluzas: Huelva, Sevilla, Córdoba y Cádiz; así como de Vitoria, en el País Vasco, o Badalona en Catalunya. En su feudo tradicional de Galicia, ya no gobernará ninguna capital de provincia. Además, en las elecciones autonómicas celebradas en 13 regiones, perderá 6 de las 11 comunidades autonómicas donde gobernaba: Extremadura, País Valenciano, Baleares, Castilla-La Mancha, Cantabria y Aragón, que pasarán a manos del PSOE, a excepción de Cantabria donde, probablemente, gobernará el partido regionalista de Revilla. El varapalo es particularmente espectacular en el País Valenciano donde paga carísimo su profundo desprestigio debido a la corrupción trepidante que ha caracterizado su gobierno a lo largo de 20 años, y pierde la mitad de sus votos, unos 600.000.

El PP sólo conservaría, de manera agónica y sin mayoría absoluta –aparte de Galicia donde no hubo elecciones– los gobiernos de La Rioja, Murcia, Castilla y León y la Comunidad de Madrid. Y eso, con el permiso de CIUDADANOS, que quedará completamente expuesto si permite con sus votos la continuidad de gobiernos del PP muy desacreditados.

El mantenimiento, previsible, de la Comunidad de Madrid en manos del PP es particularmente chocante. Aquí la izquierda sacó la mayoría de los votos, pero al no obtener Izquierda Unida representación parlamentaria por no haber superado el límite legal del 5% (consiguió el 4,14%) eso infló la representación parlamentaria de PP y CIUDADANOS, que superan por un diputado la suma de diputados de PSOE y PODEMOS.

El balance del PSOE

Ya expusimos en un balance preliminar la magnitud de la victoria de la izquierda, y la derrota de la derecha en las elecciones municipales, donde las fuerzas de izquierda vencieron en 28 de las 52 capitales de provincia y el PP en 17. Aunque el PSOE ganó en la mayoría de estas 28 capitales, en ninguna de ellas lo hizo por mayoría absoluta, necesitando del apoyo de las candidaturas impulsadas por PODEMOS y de IU para hacerse con las alcaldías. No es menos relevante señalar que el PSOE, igual que el PP, obtuvo la peor votación en su historia en unas elecciones municipales, el 25%, y perdió 600.000 votos con respecto a 2011.

En las elecciones autonómicas, se ha dado un resultado similar. El PSOE ganó en 2 comunidades autónomas (Asturias y Extremadura) y fue la fuerza más votada en la izquierda en otras 4 (País Valenciano, Baleares, Castilla-La Mancha y Aragón). Pero lo más relevante es que el PSOE sólo podría gobernar estas 6 regiones con el apoyo de otras fuerzas, fundamentalmente de PODEMOS y en menor medida de IU; si bien no estaría descartado el apoyo puntual de CIUDADANOS en alguna de estas comunidades por miedo a quedar identificado con el PP si apoya a este partido en todas las regiones donde aquél tiene una mayoría relativa.

Damos por descontado que los dirigentes del PSOE facilitarán la investidura de los candidatos a alcalde de las listas municipalistas auspiciadas por PODEMOS, ya que permitir la continuidad del PP en estas ciudades y localidades supondría un suicidio político de cara a las elecciones generales de noviembre. Por su parte, PODEMOS ya ha declarado que su principal objetivo, correctamente, es impedir la continuidad del PP allí donde el PSOE tiene más posibilidades de gobernar, tanto en las ciudades como en las comunidades autónomas.

CIUDADANOS

Pese a todos sus aspavientos, CIUDADANOS no ha cubierto las expectativas creadas semanas atrás, no obstante toda la publicidad recibida por los grandes medios de comunicación, los recursos recibidos de los grandes empresarios y el trato exquisito que le han dispensado los dirigentes de PSOE y PP. No hace mucho, las encuestas oficiales le daban un apoyo del 18%. Pero en las elecciones municipales ha conseguido solamente el 6,5% de los votos y en las autonómicas el 9,5%.

La causa de este estancamiento y caída en la intención de voto es política. Y es la percepción que se ha desarrollado durante la campaña electoral de que CIUDADANOS sólo es una variante nueva de la derecha y que estaba abocado a pactar con el PP para asegurar sus gobiernos en alcaldías y autonomías. Esto es lo que le ha retirado el apoyo potencial de sectores recientemente incorporados a la política que buscaban en Ciudadanos una variante “progresista” libre de la corrupción y defensora de los derechos sociales. Y si esta percepción se ha desarrollado se ha debido casi exclusivamente a la gran agitación que ha desarrollado PODEMOS y su principal dirigente, Pablo Iglesias, señalando el carácter de clase en defensa de los ricos que representa CIUDADANOS.

CIUDADANOS se encuentra ahora atrapado en una tesitura muy complicada. Si pacta las investiduras del PP en las ciudades y autonomías donde éste tiene opciones de gobernar, quedará asociado abiertamente con la derecha y cortará aún más sus aspiraciones de crecimiento de cara a las elecciones generales, al acompañar el desprestigio creciente en el que está inmerso el PP. Tampoco podrá disfrazar el apoyo a las investiduras del PP absteniéndose en las votaciones, porque la configuración particular de la representación conseguida en estas elecciones en todas las grandes ciudades y autonomías en disputa, haría que dicha abstención le diera automáticamente todos esos gobiernos a la izquierda. Sí o sí CIUDADANOS tendría que votar a favor del PP para que éste pudiera formar gobiernos en estas instituciones. Si no lo hace, el PP sufriría una derrota catastrófica, porque apenas seguiría gobernando en un puñado de grandes ciudades y no conservaría ningún gobierno autonómico, con la excepción de Galicia. Por otro lado, si CIUDADANOS facilitara la victoria del PSOE en todas esas grandes ciudades y autonomías, además de reforzar a este partido, perdería el apoyo de su base social procedente de la derecha y, seguramente, terminaría escindido ya que al PP no le supondría un gran esfuerzo comprar a una parte sustancial de sus cargos públicos en las grandes ciudades y parlamentos regionales a fin de conservar un mínimo de poder institucional.

A la burguesía le interesaba preservar inmaculado a CIUDADANOS, para llevarlo en volandas a las elecciones generales de noviembre, a fin de que pudiera disputarle a PODEMOS una parte del voto desencantado con PP y PSOE, y que alcanzara un número estimable de votos y de diputados que garantizaran un futuro parlamento con una mayoría estable a favor del régimen. Pero ahora CIUDADANOS ha quedado enredado entre los intereses de los grandes partidos, y su perfil político, abiertamente procapitalista, limita su inserción en la clase trabajadora y sectores de clase media empobrecidos que han girado a la izquierda. Sus movimientos, en las semanas inmediatas, marcarán el destino de esta organización en los próximos meses.

Izquierda Unida

Se ha convertido en un lugar común la afirmación, dentro de IU, de que no es la primera vez que esta organización se enfrenta a un escenario con un apoyo popular del 4%-5%. Y que “ya saldremos de ésta”. IU, mal que bien, salió anteriormente de situaciones complicadas porque no tenía rivales a la izquierda del PSOE. Ahora, no es esta la situación con la irrupción de PODEMOS.

La realidad es que el 4,73% conseguido el 24 de mayo es el peor resultado de la historia de IU en unas elecciones municipales donde, tradicionalmente, consigue mejores resultados que en las elecciones generales. Y si bien su presencia municipal se mantiene en las zonas rurales y ciudades pequeñas, se desploma en las grandes ciudades, en medio de un movimiento sísmico de la sociedad hacia la izquierda.

IU tenía la oportunidad de reconstruir parte de su base social de apoyo en las grandes ciudades en estas elecciones, pero los intereses materiales mezquinos de su aparato burocrático en las diferentes federaciones regionales le llevaron a boicotear la gran mayoría de las llamadas candidaturas de unidad popular, con la excusa de no querer diluir sus siglas. IU podría haber salido enormemente fortalecida en Madrid, habiendo sido reconocida como un agente principal en la gran victoria electoral de Manuela Carmena contra el aparato mafioso de Esperanza Aguirre. Pero hoy, escindida y quebrantada, nadie se acuerda de IU en Madrid, cuyo aparato local y regional es visto merecidamente con abierto desprecio por el activismo social.

Ahora, por primera vez en su historia, IU carece de representación en las ciudades de Madrid y Valencia. La probable obtención de la alcaldía de Zamora es una excepción atribuible a condiciones muy particulares, y como tal debe ser considerado. Por el contrario, en aquellas zonas –como Alicante, Barcelona o Galicia– donde las direcciones locales antepusieron el interés del movimiento al aparato, se beneficiaron de la corriente general ascendente y ayudaron a conseguir un resultado extraordinario para las candidaturas amplias de la izquierda.

En Andalucía, el aparato regional de IU ha jugado un papel lamentable en este boicot. Allí donde su militancia se implicó en candidaturas amplias –como en Jaén, Dos Hermanas y otros lugares– el aparato expulsó o disolvió las agrupaciones locales. Esta política demencial llevó a la fragmentación y división de las candidaturas a la izquierda del PSOE, reduciendo su representación potencial, lo que ayudó al PP a mantener una mayoría relativa que, con la ayuda de CIUDADANOS, permitirá a la derecha retener las alcaldías de Jaén, Málaga y Granada.

En las elecciones autonómicas sus resultados fueron igualmente malos. Quedó sin representación en Madrid y País Valenciano. En Extremadura, pagó caro su oportunismo sin principios al sostener al gobierno del PP y se quedó fuera del parlamento regional.

IU se enfrenta al mayor desafío de su historia. Su declive parece orgánico. En la organización coexisten una militancia magnífica y dirigentes locales muy valiosos, con un aparato conservador, mezquino y socialdemócrata que sólo aspira a vivir de las migajas de la representación institucional burguesa, actuando como el socio menor del aparato del PSOE, como demostró el infame acuerdo de gobierno en Andalucía. El aparato de IU-Madrid, o el ala derechista de Llamazares, son especímenes típicos de esta gente. Cualquier avance potencial de IU estará amenazado permanentemente por los manejos de este aparato.

Sólo una lucha frontal y hasta las últimas consecuencias del sector de Alberto Garzón y Anguita contra esta burocracia incorregible, apelando a la militancia sana y honesta, por medio de la convocatoria de Asambleas extraordinarias a nivel federal y regional, podrían crear las condiciones para revivificar la organización. Tampoco queda otra opción. Ahora, el aparato de Madrid y Llamazares han lanzado un desafío abierto a Garzón y Anguita, culpándolos del desastre electoral del 24 de mayo. No recoger el guante sólo profundizará el declive de IU hasta las elecciones de noviembre, aislando y disgregando todo lo que queda de vivo y vibrante en el seno de la organización.

La clave del avance de PODEMOS ha sido girar a la izquierda

Sin duda, la fuerza que ha salido más fortalecida de estas elecciones, desde todo punto de vista, es PODEMOS. Hay muchas lecciones que sacar de esto.

Aparentemente, PODEMOS llegaba a esta cita electoral en horas bajas. Su intención de voto venía declinando desde hacía meses. Si bien la campaña infame de acoso y calumnias en su contra escalaba en insolencia y sin interrupción, lo que explicaba esta situación de estancamiento en la organización era la actitud errática, vacilante y evasiva de la dirección ante la presión implacable de los medios para forzarla a diluir y aguar su programa de gobierno. Fue esta actitud de medias tintas, la moderación cada vez mayor de su discurso político, y la falta de claridad sobre su programa de gobierno, lo que llevó a perder la confianza en PODEMOS de un sector de simpatizantes que buscaban una alternativa que ofreciera una salida radical a los agravantes problemas sociales y a la corrupción del sistema político. La entrada en escena de CIUDADANOS, auspiciada por las grandes empresas del IBEX35 con cuantiosos medios y un apoyo apabullante en los medios de comunicación, tenía precisamente como fin ofrecer una alternativa de cambio “suave” y “confiable” para acoger en su seno a los desencantados con PODEMOS y con los partidos del régimen, PP y PSOE. Las elecciones andaluzas, donde PODEMOS alcanzó un resultado digno con un 15% de los votos, fue el primer aviso serio de que había que cambiar la orientación política, en la medida que el resultado no cubría las expectativas de la militancia.

Tras una breve lucha interna a nivel de la dirección, entre el ala moderada que pretendía diluir aún más el radicalismo original de PODEMOS y el ala representada por Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias que planteaba un cambio de rumbo a la izquierda, se impuso finalmente esta última. Como planteamos en un artículo anterior, este giro a la izquierda en la orientación y el discurso de PODEMOS fue central para crear las condiciones de una recuperación de la organización y su intención de voto, tomando como punto de partida la campaña electoral pasada.

Es innegable el papel personal que ha desempeñado el compañero Pablo Iglesias en la dinamización de la agitación política de PODEMOS a lo largo de la campaña electoral. El gran resultado de PODEMOS y de sus candidaturas municipales afines no puede explicarse sin la extraordinaria movilización que ha arrastrado a cientos de miles en la campaña electoral más intensa, militante, apasionada y emotiva en años. Pero no fue solo el caso de PODEMOS. En paralelo, se dio una movilización similar en Catalunya ejemplificadas en los mítines y reuniones de masas como los organizados por Barcelona en Comú y candidaturas similares. Aquí, el papel personal de Ada Colau y de los movimientos sociales en Catalunya ha sido fundamental.

La clave de esta movilización popular han sido los discursos radicales y entusiastas, con un elevado contenido de clase. Había referencias constantes a la lucha contra la dictadura, a la defensa de los trabajadores, contra “los pijos” y los ricos, etc. Más importante aún, Pablo Iglesias recurrió como arma principal en sus discursos electorales la crítica a la “derecha”, reconociendo en este término una caracterización política y social del enemigo de clase capaz de atraer y movilizar políticamente a la base social de PODEMOS, contradiciendo su tesis anterior de superar la dicotomía “Izquierda-Derecha”, por “anticuada”.

Esto jugó un papel clave en el desenmascaramiento de CIUDADANOS ante cientos de miles de personas. La insistencia en vincular a CIUDADANOS con la derecha y los ricos ha sido esencial para cortar bruscamente la subida en la intención de voto de esta organización reaccionaria, y arrancarle del rostro el velo de su supuesta “imparcialidad” entre las clases.

Por otro lado, la afirmación reiterada de Pablo Iglesias de que PODEMOS es el partido de los “socialistas de verdad”, el partido “de las clases populares”, apuntaba en la misma dirección.

Pablo Iglesias parece haber comprendido que la clase trabajadora es la mayoría de la población, sin cuyo apoyo de masas es imposible construir un movimiento poderoso para llegar al poder, y que un discurso enfocado en los problemas sociales es el mejor atractivo para reunir en torno a PODEMOS a las capas de la clase media más golpeadas por la crisis del sistema, todo lo cual es un gran avance en su ideario político por el que se le debe felicitar.

En suma, la clave de la revitalización de PODEMOS y de su buen desempeño electoral ha sido girar a la izquierda y hacia la clase trabajadora. Y si algo debería reprocharse a la dirección de PODEMOS es no haber imprimido dicho giro meses antes, para haber despejado las ambigüedades en el discurso y la orientación de la organización, lo que hubiera permitido a PODEMOS y a sus aliados llegar con más fuerza e influencia a las elecciones del 24 de mayo.

Nuestra política de pactos

PODEMOS, en los parlamentos regionales, y las candidaturas de unidad popular en los municipios, se enfrentan ahora a importantes desafíos.

A la espera de la constitución de los gobiernos municipales y regionales, debería demandarse al PSOE, IU y otras fuerzas progresistas, que voten a nuestros candidatos allí donde seamos la primera fuerza en la izquierda. Por otro lado, estamos de acuerdo con lo expresado por el compañero Pablo Iglesias de que un eje central de nuestra actividad debe ser cerrar el paso a la derecha. Esto es concreto, e implica favorecer la investidura de gobiernos del PSOE allí donde éste nos haya superado en representación, con la condición de no participar en sus gobiernos que, con toda probabilidad, aplicarán políticas de ajuste “por imperativo legal”. Aspiramos a ganar en breve a su electorado, porque compartimos la misma base social de apoyo, pero para ello debemos permanecer en la oposición para luchar en la calle contra la política de recortes que trate de propugnar. Las lecciones del fracaso del gobierno de coalición PSOE-IU en Andalucía no deben ser olvidadas.

Hay situaciones particulares que debemos abordar con honestidad y seriedad. Tal es el caso de Navarra y Euskadi, donde PODEMOS tiene un apoyo muy importante y es la fuerza de izquierda no nacionalista dominante. En el caso de Navarra, la posición de PODEMOS es central para echar a la reaccionaria y caciquil derecha navarrista que dirige desde hace años esta comunidad. La izquierda abertzale es aquí la fuerza mayoritaria dentro de la izquierda, a través de Geroa Bai y Bildu, siendo la primera la fuerza más importante. Su base social es la misma que la nuestra: trabajadores, jóvenes y sectores empobrecidos de la clase media. Debemos rechazar enfáticamente todo chantaje político que trate de amedrentarnos diciendo que no debemos facilitar la formación de un gobierno navarro donde participe Bildu, si fuera ese el caso ¡Ya está bien de utilizar de forma reaccionaria la cuestión nacional y la experiencia amarga de la actividad armada pasada de ETA, a la que correctamente siempre nos hemos opuesto, para obligarnos a tragar con un gobierno reaccionario como el de UPN! ¡Y menos aún viniendo de gente que nunca ha condenado los crímenes del franquismo! Aceptar mansamente que continúe gobernando UPN significaría una traición a las expectativas que hemos creado en los trabajadores y jóvenes navarros para terminar con el gobierno de la derecha en Navarra. Como en el caso del PSOE en otras zonas, impedir que continúe gobernando la derecha no significa implicarnos en gobiernos donde no tenemos mayoría o la posibilidad de aplicar nuestro programa. Y esta posición deberíamos plantearla, si fuera necesario, tanto para el gobierno de la Comunidad Foral Navarra como para el ayuntamiento de Pamplona, así como en las Juntas Generales y los ayuntamientos de Euskadi donde se den circunstancias similares.

¿Cuál debe ser nuestra acción de gobierno?

En base a los resultados del 24 de mayo, deberemos gobernar a través de las candidaturas municipales de unidad popular, allí donde seamos la fuerza mayoritaria dentro de la izquierda, bien en minoría o entrando en coalición con fuerzas afines. Pero, en ningún caso debemos renunciar a aplicar nuestro programa. Es preferible apelar a la convocatoria de nuevas elecciones para demandar una mayoría suficiente para nuestras candidaturas, antes que comprometernos en una acción de gobierno mezquina que frustre o traicione las expectativas despertadas.

Como primera acción debe impulsarse una auditoría de las deudas municipales para denunciar las corruptelas de gobiernos anteriores, repudiando la parte que consideremos ilegal e ilegítima y las que, en cualquier caso, supongan un lastre para la aplicación de nuestro programa, apelando a que las asuma el Estado o las transfiera a sus auténticos responsables, los bancos y otros capitalistas usureros, y a los políticos corruptos. Para conseguir recursos, habría que elevar los impuestos a las sucursales bancarias y las grandes empresas. Debemos remunicipalizar los servicios públicos privatizados, y negarnos a aplicar ningún ajuste en los servicios públicos, revirtiendo el deterioro de la calidad de los mismos y ampliando los servicios sociales (becas-comedor, polideportivos gratuitos o a coste mínimo, centros municipales de ocio y cultura, etc.). Debemos prohibir los desahucios, ofreciendo una alternativa habitacional a familias sin techo o desahuciadas.

Para cortar el peligro de corrupción, deben eliminarse los altos cargos. Todo cargo público debe cobrar, como máximo, el salario promedio de un trabajador cualificado, en torno a los 2.000 euros.

Aparte de otras medidas recogidas en los diversos programas electorales, habría que dar pasos decisivos en la democratización de la participación popular, fomentando las asambleas de vecinos y dándoles plenas competencias de discusión y decisión sobre los asuntos que afecten al barrio.

Preparar nuestra victoria futura

Sin duda, nuestra acción de gobierno se enfrentará a la oposición feroz de los gobiernos nacional y regionales, que tratarán de ahogarnos financieramente y amenazarán con intervenirnos si pretendemos desobedecer sus restricciones al gasto público municipal.

Debemos prepararnos, entonces, para organizar y coordinar una lucha mancomunada de las ciudades con gobiernos de “unidad popular” por la defensa del sector público y contra los ajustes, y enfrentarnos a la represión del PP contra las instituciones díscolas. Una lucha organizada en este sentido, con movilizaciones de solidaridad en todo el país, jugaría un papel enorme en el avance de la conciencia política de millones de personas que aún no nos siguen, preparando en el futuro una victoria en el conjunto del Estado.

Las compuertas del descontento social se han abierto, y el torrente social desatado ha tomado la forma de organización política. PODEMOS es vista de manera creciente como el instrumento principal para el cambio social, político y económico que demandan millones de oprimidos y excluidos. Debemos sacar todas las conclusiones y actuar en consecuencia.

Aunque falto de un programa socialista acabado, el giro actual a la izquierda que se le ha imprimido a PODEMOS no ha hecho más que reforzar su vinculación con la clase trabajadora. La tarea de los marxistas, como siempre, es acompañar el movimiento de masas y explicar pacientemente la necesidad de un programa socialista genuino para transformar la sociedad. La necesidad, por tanto, de fortalecer las posiciones del marxismo en el seno del movimiento, es fundamental ¡Únete a nosotros en esta tarea!