La insurrección revolucionaria de Oaxaca

Este jueves 24 de agosto, ante el llamado al dialogo de la Secretaria de Gobernación, la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO) responde instalando 300 barricadas en las calles de la capital de estado.

De las barricadas a la lucha por el socialismo 

Este jueves 24 de agosto, ante el llamado al dialogo de la Secretaria de Gobernación, la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO) responde instalando 300 barricadas en las calles de la capital de estado. Esta respuesta, totalmente justificada y necesaria, es el resultado del vuelco que ha adquirido el movimiento ha partir del recrudecimiento de la represión (que ya dejó un nuevo asesinato entre los manifestantes, arrojando dos muertos en total desde que inició la lucha, además del encarcelamiento de tres dirigentes de la APPO) y las acusaciones del la Procuraduría de Justicia oaxaqueña en el sentido de que el movimiento está infiltrado y dirigido por la guerrilla.

¡A las barricadas!

A ya varios meses de desarrollo del conflicto, el cual inició por medio de la lucha del magisterio oaxaqueño y que después trascendió al resto de las capas oprimidas del estado agregándose otras demandas, entre ellas la caída del gobernados priísta, Ulises Ruiz, la insurrección revolucionaria de los trabajadores y campesinos pobres de Oaxaca ha entrado en una etapa decisiva.

 

Ya hace unos días, el 18 de agosto, atestiguamos un nuevo fortalecimiento del movimiento por medio del paro estatal de labores de unos 80 mil trabajadores de 20 sindicatos oaxaqueños en apoyo a la APPO. Y ahora, tras los hechos del pasado martes 22 (cuando paramilitares asesinaron a Lorenzo San Pablo Cervantes al momento de lanzar una ofensiva armada contra la guardia de las inmediaciones de la estación radiodifusora La Ley 710 tomada por la APPO, y tras la arremetida de 600 policías estatales contra el movimiento) y las posteriores acusaciones de la supuesta participación de la guerrilla, el movimiento ha entrado en una nueva etapa. Además de las barricadas, una consigan más que debe adoptar el movimiento de trabajadores y campesinos pobres de Oaxaca es la integración de grupos de autodefensa.

 

Obviamente la acusación sobre la participación en el movimiento de la guerrilla, es solamente una estratagema del gobierno de Ulises Ruiz para justificar una escalada represiva de un nivel por mucho superior que pretenda aplastar el movimiento. Pero al mismo tiempo, la pretensión de Ulises Ruiz por incrementar significativamente la represión refleja la desesperación del gobernador que sabe que su cabeza pende de un hilo en extremo delgado y que su caída se puede dar de un momento a otro.

 

La fuerza del movimiento dirigido por la APPO ha tenido una trascendencia nacional a tal grado que el gobierno federal de Fox se ha quedado paralizado ante él, insistiendo la presidencia de la república que la solución a la lucha que se desarrolla en Oaxaca es competencia del gobierno estatal y que por tanto no intervendrán con las fuerzas represivas federales.

 

Tal actitud del gobierno de Fox no expresa otra cosa más que su temor ante el efecto que podría tener una salida violenta al conflicto oaxaqueño en un momento en el que a nivel nacional se desarrolla una encarnizada lucha contra el fraude electoral. Este miedo ya quedó de manifiesto en el reciente levantamiento de la huelga de la siderúrgica Sicartsa, Lázaro Cárdenas, que se extendió del 3 de abril al 21 de agisto, y que formó parte de la lucha de los mineros por defender su sindicato, y en la que lograron los trabajadores, además de la indemnización y dotación de vivienda para las familias de los obreros asesinados por las fuerzas represivas en abril pasado, un incremento salarial del 8 %, el pago del 100 % de los salarios caídos y el reconocimiento por parte de la empresa del dirigente sindical Napoleón Gómez .

 El panorama general del país en estos momentos no es el mismo de mayo cuando los campesinos de Atenco fueron reprimidos salvajemente por la Policía Federal Preventiva (PFFP) ni tampoco es el de abril cuando se intentó aplastar por la fuerza la huelga de Sicartsa, ni es el de junio cuando de manera brutal las fuerzas del orden oaxaqueñas intentaron disolver el plantón del magisterio instalado en el centro de la capital del estado. Hoy en día, cuando el país está convulsionado y padece la peor crisis política en décadas, un nuevo intento por aplastar sangrientamente la lucha de la APPO podría desencadenar una abierta revolución a lo largo del país. 

Revolución o contrarrevolución

El miedo a que la situación se salga fuera de control, dada la fuerza del movimiento y ante el pavor por la desesperación de Ulises Ruiz por salvar el pellejo a toda costa, obligó a Fox a actuar y a ofrecer el día de ayer, por medio de la Secretaria de Gobernación, instalar una mesa de dialogo en la que participen las partes en conflicto.

 

Con tal de desactivar el movimiento, no debemos descartar que el gobierno ofrezca algunas concesiones, por ejemplo el incremento de los salarios del magisterio oaxaqueño por medio de asignación de recursos para la rezonificación. Sin embargo, en estos momentos, sin renunciar a otras exigencias, la demanda mas sentida de la lucha en Oaxaca es la caída del Ulises Ruiz. Esta última es la primera condición definida por la APPO  para poder avanzar sobre otras cuestiones. Pero esta demanda choca con la postura definida ayer por el secretario de gobernación, Carlos Abascal, quien al momento de llamar al dialogo expuso que éste se tendría que establecer sin ninguna clase de condición previa, insinuando de esta forma que la destitución del gobernador no está sujeto a negociación.

 

Esta última actitud de Abascal es producto de los compromisos adquiridos entre el PAN y el PRI para actuar como una fuerza unificada para intentar imponer al Felipe Calderón en la presidencia de la república por medio del fraude electoral. Ya un primer pago del PAN ante dicho pacto fue el sacrificio de su candidato a favor de el del PRI para las pasadas elecciones del 20 de agosto por la gubernatura de Chiapas.

 

Además, por otro lado, la caída de Ulises Ruiz se trasformaría en una serio y preocupante revés mas para el PRI, el cual se desplomó en las pasadas elecciones presidenciales, profundizando y acelerando la crisis que ya padece desde algunos años. Por ello los priístas no se pueden permitir la caída del gobernador oaxaqueño y presionarían con todo para evitarlo, usando para ello, además del cobro de facturas por su papel como una herramienta mas del fraude electoral, el hecho de que sin su apoyo, principalmente parlamentario, un potencial gobierno de Felipe Calderón estaría condenado a una parálisis mayor a la que ha experimentado Vicente Fox.

 

Pero además, y que es el principal factor de preocupación para Fox, el PAN y el PRI y el conjunto de la burguesía, la caída de Ulises Ruiz se puede trasformar en una escuela a seguir por los trabajadores de todo el país, los cuales incrementarían la confianza en sus propias fuerzas, y un mensaje para los millones de trabajadores y campesinos pobres de todo el país que están empujando hacia delante la lucha contra el fraude. La caída de Ulises Ruiz, dada la enorme polarización social que se vive en el país, se podría trasformar en un punto de inflexión que desaté los demonios de la revolución.

 

De mantenerse esta contradicción, la existente entre la demanda de la APPO por la caída del gobernador y los intentos de parte del régimen para evitarlo a toda costa, y si fracasan las maniobras de Fox, el conflicto puede extenderse y aguzarse aun mas llegando a un punto en que la contrarrevolución (la represión sangrienta) sea puesta en orden del día.

 El movimiento no puede mantenerse en una situación de impasse de forma indefinida: o la lucha de los trabajadores y campesinos pobres de Oaxaca triunfa o, en cuanto las condiciones le sean favorables al régimen, es derrotado. 

De las barricadas en Oaxaca a la lucha revolucionaria nacional.

 

Ante esa disyuntiva es necesario tomar medidas que fortalezcan la insurrección revolucionaria de Oaxaca y le asegure el triunfo. La crisis que se vive en Oaxaca, no es otra cosa más que la expresión local de la crisis general del capitalismo mexicano. En esa medida, la solución a la crisis que padecen los trabajadores y campesinos pobres de Oaxaca no está al margen de la solución a la crisis que experimentan el resto de sectores explotados y oprimidos del país. En esa medida, la APPO debe establecer un plan de acción de alce nacional que una sus demandas a las de los demás sectores en lucha y llame al PRD, a los sindicatos, al EZLN, y demás organizaciones sociales, para organizar un Frente Único de trabajadores, campesinos pobres e indígenas, que pugne por el cumplimiento de las demandas del movimiento oaxaqueño, a la par que luche contra el fraude electoral, por las demandas indígenas y contra la política antiobrera y anticampesina de Fox y la burguesía.

 Pero en las condiciones actuales la lucha por los intereses de las clases desposeídas mexicanas no puede encontrar una solución de fondo sino es por medio de la lucha abierta contra el capitalismo, es decir una lucha que llame a expropiar a la clase dominante y a derrocar al régimen burgués representado en estos momentos por Vicente Fox. En otros términos, se necesita un plan de acción que una las demandas actuales de todos los sectores en lucha, tanto en Oaxaca como en el conjunto del país, con la lucha por el socialismo.  

Comités Revolucionarios y huelga general

Los trabajadores y campesinos pobres de Oaxaca han impulsado una lucha que ha unificado por medio de la APPO a los distintos sectores oprimidos de su estado. También han demostrado una gran  tenacidad y con su lucha han hecho temblar la estructura de poder sobre la que se erigen los terratenientes, los banqueros y los empresarios, tanto a nivel estatal como nacional. Con el ejemplo, las clases oprimidas de Oaxaca se han trasformado en una fuente de inspiración para el conjunto del movimiento obrero del país. El paso hacia la conformación de las barricas ya habla por sí mismo de ello.

 

Para potenciar el movimiento también es necesario impulsar la integración del Frente Único y de Comités Revolucionarios en toda Oaxaca y en todo el país, que se coordinen a nivel estatal y nacional para que definan las diferentes acciones tendientes a expropiar a la burguesía y para derrotar al enemigo por medio de una jornada de lucha nacional acompañada de movilizaciones y una huelga general de 24 horas. Y si es necesario, lanzar una huelga general indefinida hasta que caiga el régimen burgués y sea instalado un gobierno obrero.

 Una política de parte de la APPO que impulse el Frente Único a nivel nacional y que llame a luchar por el socialismo, podría transformar a Oaxaca en la llama que incendie la pradera de la revolución mexicana.