Ahora Madrid entre los ataques externos y la división interna

Cuando una fuerza de izquierdas gana unas elecciones y ocupa un gobierno, se tiene que hacer cargo de un aparato administrativo y coercitivo diseñado por sus enemigos de clase, y que, las más de las veces, en vez de ser controlado por el gobierno acaba controlando a éste. Es una ley que tener el gobierno no es tener el poder, y la militancia y los votantes de Ahora Madrid están aprendiendo dicha ley a través de su amarga experiencia.

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A la vez que la derecha mediática y los partidos del régimen incrementan la presión contra Manuela Carmena y su equipo de gobierno, la alcaldesa y su núcleo de confianza (con el apoyo de la dirección de Podemos) ahondan el enfrentamiento con el ala izquierda de la organización mientras se muestran débiles y pusilánimes frente a la reacción.

Giro a la derecha

El núcleo dirigente de Ahora Madrid cercano a Manuela Carmena llevaba ya tiempo dando muestras de debilidad y pactismo con la derecha y los sectores oligárquicos. El equipo de tendencia tecnocrática y burocrática, liderado por Marta Higueras y Luís Cueto Álvarez de Sotomayor (llamado incluso “alcalde en la sombra”) ha terminado por imponer una política basada en los límites de la gestión de lo existente, es decir, la gestión de las miserias del capitalismo a nivel municipal, acabando definitivamente con las esperanzas de transformación social que tantos militantes y votantes de Ahora Madrid habían depositado en dicha coalición.

Estas tendencias se han agudizado tras la aprobación del PEF y el cese de Sánchez Mato. Los presupuestos presentados por García Castaño se ajustan milimétricamente a las exigencias del PEF, y es por eso por lo que la izquierda de Ahora Madrid, en el momento de escribir estas líneas, se niega a aprobarlos. El núcleo dirigente de Ahora Madrid busca el apoyo del PSOE para aprobar las cuentas, apoyo que difícilmente estará exento de contrapartidas, mientras que el ala izquierda por boca de Sánchez Mato ha propuesto la prórroga de los presupuestos como una opción que evite la aplicación de los recortes impuestos por Hacienda, opción que García Castaño y la alcaldesa han descartado, ahondando aún más el enfrentamiento interno en la coalición.

El desencallamiento de la llamada “Operación Chamartín” ha sido otro punto de ruptura en el seno del grupo municipal. Se trata de una macrooperación urbanística que ha sido aprobada por el equipo de gobierno a cambio de concesiones menores en cuanto a equipamientos, zonas verdes y vivienda protegida (20% del total), muy por debajo de lo exigido por el movimiento vecinal madrileño. El proyecto se encuentra ahora bloqueado por los técnicos de urbanismo del Ayuntamiento, que han emitido informes desfavorables sobre su impacto visual, en la vivienda y en la movilidad urbana. No es ésta la única operación urbanística aprobada por el consistorio, en un momento en el que el precio de la vivienda vuelve a subir en Madrid, especialmente en el mercado de alquiler, haciendo cada vez más difícil para los trabajadores simplemente vivir en la capital.

Policía y manteros

La muerte de Mame Mbaye en Lavapiés el 15 de marzo ha sido un punto de inflexión, tanto en los ataques de la derecha y su aparato mediático contra Ahora Madrid, como en la claudicación política de su núcleo dirigente. El ciudadano senegalés Mbaye murió de un infarto, presuntamente tras huir de una persecución policial. Al menos así lo decían numerosos testigos y los primeros teletipos de las agencias de información. La Policía Municipal de Madrid se apresuró a negar en su atestado que existiera dicha persecución, ocurrida presuntamente en el marco de una redada rutinaria contra los “manteros”. Tanto la alcaldesa como el concejal de Seguridad Ciudadana dieron por buena enseguida la versión policial, dejando a los pies de los caballos a sus compañeros que señalaron a la policía local como los causantes indirectos tanto del deceso como de los posteriores incidentes en el barrio. La Policía Municipal y sus apoyos en la derecha tomaron buena nota de la debilidad del equipo de gobierno y pasaron al ataque, presentando una querella por “delito de odio” contra la compañera Rommy Arce. Esta concejala no está recibiendo el apoyo que cabría esperar del sector de Ahora Madrid más cercano a la alcaldesa.

Estos hechos no son casuales; las redadas racistas son una práctica habitual en el centro de Madrid, llevadas a cabo tanto por la Policía Nacional como por la Municipal, como han denunciado varias organizaciones de derechos humanos. Cabe recordar también el escándalo del grupo de WhatsApp de varios agentes de la Policía Municipal, en el que se amenazaba directamente a inmigrantes, dirigentes políticos y a la propia alcaldesa y su equipo de gobierno. Se abrió un expediente contra dichos agentes, que hoy por hoy duerme el sueño de los justos. La debilidad invita a la agresión, si la izquierda renuncia a depurar los elementos fascistas del aparato del Estado, estos seguirán marcando la pauta de su actuación y los usarán contra nosotros.

La movilización vecinal y las tareas de la izquierda de Ahora Madrid

Tras cerca de tres años de gestión municipal, las estructuras democráticas de Ahora Madrid presentaban un estado de atonía y vaciamiento, dado que muy pronto dejaron de contar para la mayoría del equipo de gobierno, como se demostró en la tramitación del PEF. Esta situación ha comenzado a cambiar, como demuestra la asamblea celebrada el pasado 10 de febrero, en la que una mayoría clara de la militancia de Ahora Madrid rechazó el contenido del PEF y emplazó a la dirección de Ahora Madrid a oponerse a los recortes impuestos por Montoro y a blindar la democracia interna de la organización. Esto demuestra que la izquierda de Ahora Madrid tiene en qué basarse para lanzar una batalla política por la defensa del programa original de Ahora Madrid y por la dirección del movimiento.

En otras condiciones, sería inevitable que IU, Ganemos y Anticapitalistas se vean empujados fuera de Ahora Madrid en las próximas municipales. En esto tenemos que ser absolutamente claros: la responsabilidad última de cualquier ruptura recae en aquellos que han claudicado frente a las presiones de la derecha y que sistemáticamente han marginado y se han enfrentado con el ala izquierda del movimiento. Nadie desea una ruptura de Ahora Madrid, pero ésta no se va a evitar con llamamientos a la “lealtad” sobre la base de apoyar las decisiones de la Alcaldesa y su equipo de confianza, decisiones que está demostrado que minan la base de apoyo de Ahora Madrid y contradicen totalmente el programa y el impulso constituyente que llevaron a Carmena a la alcaldía.

Ante el final de las esperanzas de transformación que muchos depositaron en Ahora Madrid, los sectores de izquierda, vecinales y movimientos sociales se están reorganizando para abrir de nuevo la posibilidad a un verdadero proyecto transformador en lo municipal. Así, tenemos iniciativas como las de “Madrid No se Toca” que viene organizándose en los barrios en los últimos meses para plantear alternativas a la aceptación del marco neoliberal y mantener activa la lucha contra la austeridad que fue precisamente uno de los grandes motivos que llevaron a Carmena a la alcaldía.

La izquierda de Ahora Madrid debe organizarse

El ala izquierda de Ahora Madrid tiene que organizarse: IU, Ganemos Madrid, Anticapitalistas y los movimientos sociales tienen que elaborar una plataforma conjunta que salvaguarde lo mejor del programa original de Ahora Madrid y someterla al movimiento, organizando y extendiendo asambleas vecinales como la que tuvo lugar el pasado 10 de febrero, para ganar la mayoría decisiva de las bases de Ahora Madrid e imponer las primarias y el programa, organizando en torno suyo a todo lo vivo y vibrante del movimiento obrero, juvenil y vecinal de Madrid que no quiere ni por asomo el retorno del PP a la alcaldía en 2019, retorno que la rendición del grupo dirigente de Ahora Madrid está facilitando.

Ante el giro conservador de Carmena y de la dirección de Podemos, hay que levantar una alternativa que mantenga el proyecto por un modelo de ciudad para la clase trabajadora, que ponga fin al poder y las imposiciones de las oligarquías y que constituya un núcleo de resistencia frente al régimen del 78, manteniendo así viva la energía del cambio político, social y cultural que se inició con las movilizaciones de 2011. Como ha dicho la concejala Rommy Arce: “No hemos venido a gestionar miserias con honestidad, debemos afrontar la confrontación política con Montoro con valentía”.