A 90 años del asesinato en México del comunista cubano Julio Antonio Mella

“Muero por la revolución”, fueron las últimas palabras que pronunció Julio Antonio Mella. Su cuerpo quedó abatido a balazos en las calles de la Ciudad de México el 10 de enero de 1929. Este joven cubano fue un ejemplo para los revolucionarios, iniciando por los de su natal país. Su actividad política inició en el movimiento estudiantil en 1921, su pensamiento evolucionó y llegando a conclusiones comunistas, formando parte de la generación de primeros marxistas latinoamericanos. Sería fundador del Partido Comunista Cubano en 1925. Julio Antonio se enfrentó al dictador Gerardo Machado y no capituló a pesar de caer en la cárcel donde hizo una mítica huelga de hambre apoyada con un movimiento de masas. Su vida corría peligro y tuvo que exiliarse en México.

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La juventud y la clase obrera del país que dejaba atrás eran guiadas por su ejemplo. Tal es el caso de personajes como Rubén Martínez Villena, quien sería el impresionante organizador que dotaría al PCC de una base de masas trabajadoras; también guiaría a comunistas radicales como Raúl Roa o Pablo de la Torriente y Braun, quien su periodismo revolucionaria no lo limitó en la lucha practica por una sociedad socialista y cómo olvidar a Antonio Guiteras, el más radical ministro del gobierno de Grau surgido de la revolución de 1933. Este personajes brillante, de la naciente generación del comunismo cubano, estaban guiados por la enorme figura de Julio Antonio Mella.

Julio Antonio no fue un exiliado derrotado, incapaz de continuar una consistente lucha revolucionaria, todo lo contrario. En México se involucró activamente en el movimiento obrero y estudiantil, en la Universidad Nacional de México donde publicaría un periódico llamado “El tren blindado”. Defendió la unidad de obreros y estudiantes y combatió el corporativismo sindical representado por N. Morones y la CROM. Los testimonios de quien oyó hablar a Mella, muestran a un gran orador. Sus escritos son capaces de escribirse con un lenguaje sencillo para hablarle al obrero, sin perder claridad y profundidad en su pensamiento. Varios artículos del periódico El Machete nos lo muestran.

Julio Antonio defendía la táctica leninista del frente único y fue un auténtico internacionalista, formó parte de la liga antimperialista de América Latina, apoyó decididamente la lucha de Sandino siendo fundador del movimiento Manos Fuera de Nicaragua.

Mella, debido a sus viajes a la URSS y a Bruselas, conocía bien la disputa desarrollada en el Estado Obrero Ruso, que degeneró burocráticamente con la dirección de Stalin, echando abajo conquistas como la democracia obrera. Esto tuvo un impacto negativo en el conjunto de la internacional y en cada Partico Comunista nacional, quienes además de burocratizarse asumieron posiciones de conciliación de clase, reformistas e incluso abiertamente contrarrevolucionarias.

El estalinismo, en su consolidación, realizó purgas asesinando a miles de abnegados comunistas. El joven nacido en la Habana en 1903 fue un consecuente comunista, lo cual implicó entrar en choques con los estalinistas. Fue expulsado del Partido Comunista Cubano y también del Partido Comunista Mexicano (del que llegó a ser secretario general por un breve periodo de tiempo). Mella comprendía bien que había que hacer trabajo en las organizaciones donde estaban las masas, pero repudiaba el oportunismo. Sus escritos contra la política de conciliación de clases de Lombardo Toledano, hablan muy bien de su actitud frente a los estalinistas.

Tras la muerte de Lenin, quién defendió más consecuentemente el verdadero legado de Octubre fue León Trotsky, quien formaría a la Oposición de Izquierda en la defensa del verdadero legado de la revolución. Julio Antonio entró en contacto con ellos, conoció los textos de la Oposición de Izquierda al entablar discusiones con Andreu Nin en Bruselas.

Una de las polémicas sobre la vida de Mella es su pertenencia o no a la Oposición de Izquierda. Mella en algún momento rechazó tajantemente su pertenencia a ésta. En realidad en ese tiempo muchos trotskistas no se presentaron públicamente para que no se les impidiera su militancia en las organizaciones comunistas. La Oposición se estaba apenas construyendo internacionalmente y se desarrollaba con enormes dificultados. Si Mella perteneció o no de manera formal a la Oposición de Izquierda no es la cuestión fundamental. Lo que si podemos decir con plena claridad es que Mella coincidió con el pensamiento y el papel revolucionario de León Trotsky, al quien le gustaba llamar el dínamo de la revolución.

Un dato significativo es que, en los cientos de páginas escritas por Julio Antonio Mella McPartland, nunca hace referencia a Stalin pero sí muchas veces a Lenin y Trotsky. Como señalamos, Mella se opuso a la política de conciliación de clases del estalinismo, a su nacionalismo, a su teoría de las dos etapas y a su reformismo. En la polémica con Haya de la Torre, concretamente en su texto ¿A dónde va el APRA?, Mella muestra su cercanía con las ideas de Trotsky, ahí señala:

“En su lucha contra el imperialismo —el ladrón extranjero— las burguesías —los ladrones nacionales— se unen al proletariado, buena carne de cañón. Pero acaban por comprender que es mejor hacer alianza con el imperialismo que al fin y al cabo persigue un interés semejante. De progresistas se convierten en reaccionarios. Las concesiones que hacían al proletariado para tenerlo a su lado, las traicionan cuando éste, en su avance, se convierte en un peligro tanto para el ladrón extranjero como para el nacional.”

Mella nos explica en sus textos que la lucha de liberación nacional del imperialismo debía llevarlo a cabo la clase obrera de manera independiente y no podía detenerse ahí, debía trascender a la lucha por la revolución socialista.

Hay una polémica más sobre su muerte. Mella en México no dejó de ser un revolucionario incansable y no abandonó su lucha contra el dictador Machado. Intentaba, como antes lo hizo Martí y después Fidel, hacer una expedición armada desde México a Cuba. Gerardo Machado, el asno con garras, como lo nombraría Rubén Martínez Villena, tenía suficientes razones para asesinarlo. Existe también una versión de que Julio Antonio fue en realidad asesinado por Vittorio Vidali, quien tras su muerte sería pareja de Tina Modotti y un gánster asesino de Stalin. Si Mella fue asesinado por los estalinistas, este sería probablemente su primera víctima mortal.

Varios historiadores como Adys Capull, Froilán González o Christine Hatzky, han dado pruebas de los planes de asesinato de Machado. La historiadora Gabriela Pulido Llano ha señalado que recientemente se han descubierto archivos de la policía mexicana, antes desconocidos, que muestran de manera concluyente que fue el gobierno de Machado para asesinar a Julio Antonio Mella. Estamos a la espera de su publicación. Esta polémica, sin embargo, habla más sobre la vida que sobre la muerte de Mella. Fue un comunista anti estalinista y revolucionario socialista consecuente en Cuba, México y a nivel internacional, tenía muchos enemigos a quienes le era incómodo.

Cuando Mella fue asesinado, sólo tenía 25 años. Sus ideas y su lucha son un verdadero ejemplo y estas pocas líneas no pueden hacerle plena justicia. Esperamos, sin embargo, que animen a los jóvenes, mujeres y trabajadores revolucionarios a conocer su vida, su lucha, sus ideas y continuar su ejemplo por una sociedad sin explotación. Mella vio en el bolchevismo, con toda razón, la guía a seguir. Dejemos que Mella hable por sí mismo:

“Luchar por la revolución social en la América, no es una utopía de locos o fanáticos, es luchar por el próximo paso de avance en la historia. Solo los de mentalidad tullida podrán creer que la evolución de los pueblos de la América se ha de detener en las guerras de independencia, que han producido estas factorías llamadas Repúblicas, donde gobiernan hombres iguales, peores algunas veces, que los virreyes y los capitanes generales españoles”.

“Si la revolución social fuera a producirse solo en el antiguo país de los zares, habría que creer que el esfuerzo gigantesco de los bolcheviques es inferior al de los revolucionarios de 1789, que hicieron sentir la fuerza de su credo hasta en la independencia de la lejana América. Muchos creen que el hecho ruso ha de quedar limitado a las actuales fronteras de la República Socialista; pero su miopía intelectual es digna de la mayor lástima, aunque sean universitarios los sostenedores de esta ignorancia histórica”.

“La revolución social es un hecho fatal e histórico, independiente de la voluntad de los visionarios propagandistas. No se provoca el desbordamiento de los ríos, por la voluntad de los hombres, sino el río sale de su cauce cuando este es pequeño para el caudal. Así la revolución en los pueblos. Así los hombres de la América, como los de Europa, no pueden soportar la sociedad capitalista que decidió suicidarse, según la feliz expresión de Ingenieros, en la barbarie iniciada en 1914”.

“El movimiento revolucionario de profesores y estudiantes de la América se ha unido al viejo y fuerte movimiento de los trabajadores, y ya toda la América no es, en sus talleres y aulas, más que una congregación de iluminados luchando ardorosamente por lo que ya presienten en sus sociedades, y han visto despuntar en otro lugar…”

“Los iniciadores de la nueva era en la humanidad, los revolucionarios rusos, han dado una organización efectiva al movimiento en este continente, de acuerdo con las necesidades del medio. A la organización y protección de partidos revolucionarios en los países de todo el mundo” (Mella, Julio Antonio, Cuba: un pueblo que jamás ha sido libre).

A 90 años del asesinato de Mella, el capitalismo está en una fase decadente y nos lleva al abismo de la barbarie. Sigue siendo vigente la lucha por el socialismo, la tarea de construir el partido revolucionario y el ejemplo de la revolución rusa, que pese a todo nos muestra que es posible una sociedad sin explotación dirigida por la clase obrera. En su natal Cuba, su lucha fue ejemplo para la revolución de 1959 que acabó con el capitalismo, la tarea es profundizar y defender la revolución socialista en Cuba y extenderla a las Américas y a nivel mundial, para dar el siguiente necesario paso en la evolución de la humanidad.

Ciudad de México, 10 de enero de 2019