Brasil: Las manifestaciones del 13 y 15 de marzo confirman la crisis de dominación de la burguesía

 Las manifestaciones que tuvieron lugar en los días 13 y 15 de marzo son otra característica de la profundización de la nueva situación política abierta en junio de 2013. La presente declaración es un análisis marxista de estos dos eventos, contextualizándolos en la actual situación objetiva de la lucha de clases, señalando las perspectivas y a las acciones necesarias para abrir una salida de la clase trabajadora frente la actual crisis del capital y la quiebra política del Partido de los Trabajadores (PT) y de su gobierno de colaboración de clases.

Resumiendo: la clase trabajadora sigue fuerte y en lucha

En el Estado de Paraná una huelga de masas de los profesores estalla a principio de febrero contagiando a otras categorías de funcionarios públicos de este Estado. El 10 de febrero la Asamblea Legislativa del mismo Estado de Paraná es ocupada por los empleados públicos para impedir la votación del “paquetazo” de medidas que eliminarían los derechos de los funcionarios estadales. La Policía Militar no fue capaz de repeler el movimiento y el gobierno de Beto Richa, electo en primera ronda con el PSDB (derecha), queda atrapado por la resistencia y la determinación de lucha de los trabajadores, siendo obligado a retirar el proyecto de la votación.

En enero, en Sâo Bernardo do Campo, ciudad del ABC paulista [el cordón industrial de Sâo Paulo, ndt] la Volkswagen rompió los acuerdos con el sindicato y anunció el despido de 800 empleados. El día 14 estalla una huelga que afecta a los tres turnos de la empresa, con la paralización de toda la producción involucrando a los 13 mil empleados. Solo funcionó precariamente el sector administrativo. Los obreros de la Volkswagen se enfrentaron a la patronal durante 11 días sin retroceder un paso. No solo hicieron huelgas sino que salieron a las calles a manifestarse, cerrando la avenida Anchieta. La Volkswagen fue obligada a retroceder retirando los 800 despidos.

Estos dos movimientos continúan las significativas huelgas ocurridas en el primer semestre de 2014, como la de los barrenderos de Rio de Janeiro, de los ferroviarios, bancarios, profesores etc., muchas de las cuales se desarrollaron pasando por encima de las direcciones sindicales y ganando un carácter de masas.

La fuerza de la lucha de la clase trabajadora agrupada en sus reivindicaciones y contra los planes de austeridad del gobierno puede dar un jaque mate en el tablero de ajedrez de la burguesía. Y es esto lo que ella más teme. El fuerte verano en el inicio de este año ya anuncia la extensión de lo que viene sucediendo desde las jornadas de 2013.

La polarización de la lucha de clases, exacerbada en las últimas elecciones, ya mostró desde entonces un antagonismo mucho mayor que el de tucanos [los del PSDB, ndt] contra petistas [los del PT, ndt]. Lo que está en juego es el creciente antagonismo entre burguesía y proletariado. Y esto no significa, ni de lejos, un enfrentamiento entre el PSDB y el PT. EL PSDB representa al capital pero el PT representa cada día menos a la clase obrera. La polarización es cada día mayor entre las masas y “todo lo que está ahí”, es decir las instituciones del capital, sus partidos y aquellos que los sirven.

Las manifestaciones del 13 y el 15 de marzo

Las huelgas que han tenido lugar son esclarecedoras de lo que está ocurriendo. El impresionista, que es el mellizo del escéptico y del desanimado, verá las últimas manifestaciones – la del día 13 convocada por la CUT y por organizaciones populares y la del día 15, impulsada por la derecha y la burguesía, los grandes medios burgueses y coordinada por la empresa de medios Rede Globo – y hará comparaciones equivocadas asegurando que las masas están yendo hacia la reacción abierta, que las masas quieren el retorno de la dictadura militar, que el fascismo está creciendo. En fin: el impresionista considerará que estamos ante el retorno de una “ola conservadora”.  

Nada más falso que hacer este tipo de comparaciones. La cuestión es política y debe ser abordada desde la perspectiva de la lucha de clases. ¿Cómo es posible movilizar a las amplias masas proletarias en defensa de un gobierno de traición, de estafa electoral, que dijo una cosa en campaña electoral y luego de haber tomado posesión adoptó el programa de ajuste y austeridad propuesto por sus adversarios?

¿Cómo es posible ganar la confianza de la clase trabajadora después de promulgar las Medidas Provisorias 664 y 665 que desechan los derechos laborales y de previsión social de aproximadamente el 75% de la clase trabajadora; después de aumentar por tres veces las tasas de intereses de la deuda externa; después de un brutal reajuste de las tarifas de la energía eléctrica que impacta en la vida de la clase trabajadora y de la pequeña burguesía; después de acobardarse frente a la criminalización de los movimientos sociales promovida por un juez corrupto; después de dejar que los medios burgueses aliados de los grandes monopolios capitalistas calumnien e intenten destruir Petrobras, la empresa estatal de petróleo?  

¿Cómo es posible ganar la confianza de los trabajadores cuando es el mismo gobierno el que pretende “descapitalizar” – un eufemismo para la venta de activos y la reducción de inversiones – Petrobras, cuándo es justamente esta política la que lleva al desempleo y la desesperación? ¿Cómo es posible esperar el apoyo de las masas después de anunciar más privatizaciones, inclusive capitalizando la Caixa Econômica Federal? ¿Cómo es posible ganar el apoyo de la juventud cuando la demagogia de la Patria Educadora de la señora Dilma consiste en cortar fondos para la educación? ¿En qué quedan las cuestiones del transporte, la salud, la educación: reivindicaciones que fueron el fusible de las jornadas de junio de 2013?

¿Cómo se puede ganar el apoyo de los trabajadores rurales, de los trabajadores sin tierra y de los pequeños productores de la agricultura familiar, así como de las comunidades indígenas, habitantes de los palenques y pueblos de las forestas, teniendo como Ministro de la Agricultura a la señora Katia Abreu [hacendada y ganadera de Tocantins conocida como “miss deforestación” y por su rechazo a la aplicación de leyes laborales en el agro, ndt]?

Es imposible defender la política de colaboración de clases practicada por el PT. Este es trabajo sucio de tendencias como “Democracias Socialista”, que cumplen con la misión de ser los heraldos de esta política, como quedó evidente en el pronunciamiento de los Ministros José Eduardo Cardozo (Justicia) y Miguel Rosseto (Secretario General de la Presidencia), después de las manifestaciones del día 15.

El núcleo de la política del gobierno del PT es de adoptar los “paquetes de maldades” de los planes de austeridad como salida para combatir la crisis económica. Es una política cobarde que ataca a la clase trabajadora quitándole conquistas y derechos. Esta política fracasó en todo el mundo, en España, en Grecia, en Italia y hasta en los Estados Unidos, el epicentro de la crisis mundial del capitalismo, que según los más optimistas de los economistas, durará más de veinte años mientras los más pesimistas ya hablan de medio siglo de crisis.

A pesar de la vacilación y la indecisión de la dirección de la CUT, la principal central sindical del país, que realizó su manifestación en un horario y un día que impedían la participación masiva de los trabajadores, en cierta medida la misma manifestación fue más allá de los límites que la dirección pretendía imponer (apoyo al gobierno de Dilma) y en ella confluyeron un significativo número de trabajadores que, aunque limitadamente, expresaron su lucha por los derechos, las reivindicaciones y las libertades democráticas. En Sâo Paulo la manifestación indicó que la fuerza y la combatividad del movimiento habrían podido ir mucho más allá de no ser por la testarudez de la dirección de permanecer atada a la política de defensa del gobierno, y podría haber atraído a algunos centenares de miles de trabajadores y jóvenes en las calles y la avenida Paulista. Lo que la dirección de la CUT y la burguesía comprenden y temen es exactamente la posibilidad que el movimiento llegue a rebasar los límites impuestos por la dirección y perder el control sobre éste.

Los manifestantes, alrededor de 50 mil bajo una fuerte lluvia, estaban ahí en defensa de los derechos, de las reivindicaciones y las libertades democráticas a pesar de la política filo-gubernamental que animaba la dirección de la CUT. La dirección de la CUT buscó despolitizar este evento, lo vació de cualquier pancarta o discurso en defensa de los derechos. En su convocatoria estaban claras las consignas contra las Medidas Provisoria 664 y 665, pero en el acto éstas desaparecieron. Correspondió a los marxistas la tarea de levantar esta bandera que fue muy bien recibida por los manifestantes.

La clase trabajadora demostró también que está dispuesta a impedir cualquiera aventura golpista por parte de la burguesía, pero levantó reclamos también hacia el gobierno del PT. La propia prensa burguesa, como el diario Folha de São Paulo, reconoció en sus titulares que la manifestación de la izquierda hizo críticas al gobierno de Dilma, mostrando en portada la pancarta de la Esquerda Marxista en la manifestación del día 13 que decía: “Dilma ¡esto es traición! ¡Abajo las MPs 664 y 665!”.  

Lo que está alarmando a la burguesía es la posibilidad de que la resistencia de la clase trabajadora sirva para crear una fuerza en condición de impugnar las instituciones del Estado burgués. Los acontecimientos citados arriba, como la huelga de los empleados públicos de Paraná, son una seria advertencia para todos. A pesar de los grupos que asumieron una posición sectaria o se rehusaron a participar en la manifestación del día 13, lo que quedó claro es que la clase trabajadora no aceptará el retroceso, la pérdida de derechos y un ataque a las libertades democráticas.

El frente único del proletariado es el espectro de la revolución socialista que asombra y aterroriza a las clases dominantes y al imperialismo en todo el mundo.

El miedo de la pequeña burguesía y de la clase media: ¿Qué fue la manifestación del 15 de marzo?

Convocada por sectores de la derecha, por la Rede Globo, por todos los medios de prensa burgueses, las TVs y las radios, como manifestación contra el gobierno, la del 15 tenía como banderas desde la impugnación (impeachment) de la Presidencia de Dilma, hasta reaccionarios rabiosos que invocaban el “retorno de la dictadura militar”. Las manifestaciones en todo el Brasil no llegaron a reunir más de 500 mil personas. En Sâo Paulo fueron un máximo 200 mil, según el propio Data Folha, en un domingo en el cual se alteraron incluso los horarios de los partidos del campeonato paulista para permitir la participación. La Policía Militar, conocida por su violencia, esta vez ayudó gentilmente a los manifestantes, en todo el país y en cualquier forma. Además de esto, engañó a la opinión pública divulgando una absurda cifra de 2 millones de participantes.

En Brasilia, Sâo Paulo, Rio de Janeiro, Porto Alegre y en otras ciudades, las manifestaciones reunieron una multitud de indignados de clase media y de la pequeña burguesía, sin tener propósito alguno, una manifestación sin ninguna perspectiva, cuya marca principal era de ser una manifestación del miedo y del odio al PT.

La pequeña burguesía y las clases medias están con miedo. Miedo a la crisis económica que amenaza arrastrar hacia abajo y en dirección de la alcantarilla el patrón de vida de este segmento social. Están con el miedo al rojo de la revolución proletaria. Es un miedo que vomita preconceptos, rabia, odio, y que ataca el gobierno reformista del PT sin comprender que este gobierno está aplicando justamente toda la política de la derecha, en defensa del capitalismo y de la burguesía.

La pequeña burguesía y la burguesía en este último domingo fueron a las calles vestidas de verde y amarillo para demonstrar indignación. La aplastante mayoría no tenía nada claro, no tenía nada qué decir, no tenía un enfoque hacia reivindicaciones concretas, y sólo estaba demostrando estar indignada y asustadas con los rumbos de hacia dónde va el país, con la avalancha de denuncias de corrupción que involucran a todos los partidos políticos del “orden burgués”. Fueron azuzados por una gigantesca campaña mediática, a todos los niveles, que fomentó el odio y la rabia en contra del “chivo expiatorio”: el PT. Lo que vimos fue una masa de composición pequeño burguesa sin saber qué hacer. Significativamente, en la manifestación “contra la corrupción” estaban ausentes los escándalos de las cuentas bancarias secretas en el banco suizo HSBC, los 600 casos de corrupción archivados por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (predecesor de Lula) y los del PSDB revelados en el libro “La privataria tucana”.

Sin embargo el objetivo de los organizadores de la manifestación no fue alcanzado. Lo paradójico es que con toda certeza mucha gente estaba también protestando en contra del hecho de estar ya sufriendo los efectos de la crisis económica y que también van a ser afectados por los paquetes de la política de austeridad del ministro Joaquim Levy al servicio del gobierno del PT. Pero lo que los medios querían, y lo que el PSDB y los partidos de la derecha estaban agitando, es decir crear las condiciones para atacar al proletariado y su vanguardia que están impulsando la lucha de clases, este objetivo fracasó por completo.

Excluyendo a los payasos que exigían un golpe militar, la multitud de desesperados no tenía nada qué decir que no sea “fuera el PT” o vituperar a Dilma. La confusión era tanta que suscitó también hechos curiosos. El diputado derechista Jair Bolsonaro, que predica odio y violencia, fue expulsado de la manifestación de Rio de Janeiro. En Sâo Paulo, el diputado Paulinho [de Solidaridad, un partido aliado con el PSDB, ndt], que ayudó a montar los camiones de sonido de la manifestación, fue abucheado por parte de sus amigos en la manifestación del domingo. Siempre en Sâo Paulo, un grupo de “cabezas rapadas” [“Carecas do suburbio”], fue casi linchado por los manifestantes de verde-amarillo que aplaudieron cuando la PM se los llevó presos.

Los “lideres” de la derecha no consiguieron dar una dirección al movimiento que ellos mismos desataron en las calles. Como el hechicero que invoca fuerzas que no es capaz de controlar, la burguesía teme a las masas incluso cuando están vestidas de verde-amarillo [los colores de la bandera de Brasil, ndt].

La pequeña burguesía nunca es capaz de jugar un papel independiente en la historia. Es una clase que tiene intereses en conflicto tanto con la burguesía como con el proletariado. Sin embargo, solo se verá liberada del yugo de la burguesía si apoya al movimiento del proletariado. Y no se puede ganar el apoyo de la pequeña burguesía con la política de conciliación de clases de la dirección del PT. Este período histórico se acabó. Cuando la clase trabajadora se ponga en marcha por sus derechos, arrastrará a importantes sectores de la pequeña burguesía consigo. Sin embargo para esto, tendrá que forjar una nueva dirección.

La crisis de dominación de la burguesía y la ceguera de los reformistas

La operación “impeachment” fracasó. Hasta por la misma razón que la burguesía sabe, si fuera llevado adelante el proceso de “impeachment” no iba a detenerse en el gobierno federal sino que iba a afectar a los gobernadores estadales y a gran parte del Congreso Nacional. Y por ahí están rondando nuevas listas de la “Operación Lava Jato” [nombre de las investigaciones sobre la corrupción en Petrobras, ndt] y la bomba de las cuentas secretas en el HBSC. El caso Furnas y el escándalo del Metro Alston afectan directamente a los tucanos y esta es una de las razones por la cuales ellos decidieron desistir del impeachment a Dilma.

El resultado de las manifestaciones de marzo es que evidencian el fin de la “Nueva República”, como muchos comentaristas ya dicen en la prensa. Sin embargo este es apenas un eufemismo para evitar reconocer que al lado de la crisis económica que está afectando por completo a la economía brasilera, existe una crisis política de dominación de la burguesía en su conjunto.

Todos los partidos del orden están desmoralizados e involucrados en casos de corrupción. La burguesía retrocedió en su ofensiva para jugarse sus cartas en 2018, para tratar de desangrar hasta entonces al gobierno de los reformistas. Sin embargo ¿Cómo desangrar a los reformistas si cada día que pasa el orden burgués se convierte en una inmensa vitrina contra la cual todo el mundo arroja todo tipo de piedras?

En estas condiciones es que se revela la completa ceguera de los reformistas. Nunca entenderán que ellos pueden tener el gobierno pero no tienen el poder. Este corresponde a la burguesía, a los grandes monopolios capitalistas, al capital financiero. En doce años de gobierno destrozaron el programa original del PT y se encaminaron a gobernar junto con la burguesía, en la línea de “cuanto más capitalismo mejor”, repitiendo la vieja tesis de Delfim Neto, ministro de hacienda en la época de la dictadura que decía que “es preciso hacer crecer la masa para poderla distribuir después”. El resultado está ahí: el completo colapso de toda la ingeniería del lulismo y de los dirigentes del PT, que intentaron crear la ilusión de la gobernabilidad apoyándose en el enemigo de clase.

¿Después de todo el mal cuál es la propuesta? Paquete de austeridad y ataques a los derechos de la clase trabajadora. Este es el camino de la derrota y del desastre anunciado. Sin embargo, la miopía política no se para ahí. Vuelve nuevamente el dialogo sobre la “reforma política” como cortina de humo para eludir la atención a las reivindicaciones y continuar gobernando para el capital. Lula ya habla de “refundar el PT”, es decir eliminar de éste los restos de aroma a “socialismo” o a “emancipación de la clase trabajadora”. Dilma anuncia un paquete “anticorrupción”. La propuesta de “reforma política”, que sería realizada por una “Constituyente Exclusiva”, es presentada como la solución mágica para la crisis actual. Los que se agarran a esta propuesta, sustituyen la lucha de clases, que es la verdadera fuerza motriz de los acontecimientos, por una visión formalista de la democracia burguesa.

La verdadera cuestión no es el problema de la democracia formal, sino el contenido de una política dirigida a romper con los capitalistas, con la expulsión de la burguesía del poder, con atender las demandas de la clase trabajadora. Es solo por este camino que se puede mantener el apoyo de la clase trabajadora y conquistar el apoyo de las masas pequeño burguesas y de las clases medias asalariadas, incapaces de tener una política independiente propia.

No despreciamos la cara formal de la democracia, sino que la subordinamos a un contenido que va más allá de los marcos establecidos por la democracia burguesa. Lo que quiere decir que no vamos a rebobinar la película hacia la Constituyente de 1988, sino que vamos a impulsar el movimiento de la clase trabajadora, en su lucha por la emancipación, a ir adelante, creando las bases de una “Republica de Consejos”, esto es, abrogando el orden existente.

El único camino: frente único para derrotar los planes de austeridad

El gran desafío en este presente momento en que la lucha de clases está polarizada en el antagonismo entre el proletariado y la burguesía, consiste en dar el primer paso para derrotar los planes de austeridad, exigidos por la burguesía y aplicados por el gobierno del PT. Este primer paso es extremadamente importante y puede llevar el proletariado a adquirir la consciencia de que si él quiere vivir, el capitalismo tiene que morir.

Este es el momento de la unidad, de colocar en primer plano la política de “clase contra clase”, unidad completa del movimiento obrero organizado.

El único camino está claro frente a nosotros: revocación de las medidas de austeridad, inclusive las MPs 664 y 665, fin del “factor de previdencia” [sistema utilizado para el cálculo de las jubilaciones, ndt], nacionalización y estatización bajo control de los trabajadores de las empresas públicas que fueron privatizadas, recuperación del monopolio estatal del petróleo, no pago de la deuda pública, garantía de transporte, salud y educación públicos y gratuitos para todos.

Los reformistas gritarán que este programa es irrealizable, y sus servidores, aferrados a sus cargos en Brasilia, repetirán la misma cantaleta. Lo cual solo comprueba que los reformistas quedaron atrás de los acontecimientos históricos. El PT está siendo transformado en el PASOK (Partido Socialista Obrero Griego, casi completamente desaparecido por su apoyo a las políticas de austeridad impuestas en Grecia). Sus actuales dirigentes están liquidando el partido y abriendo un abismo entre ellos y las masas. Ellos serán barridos y arrojados al basurero de la historia porque con su política solo pueden levantar a la clase trabajadora contra el propio partido y su gobierno. Y la burguesía no los necesita exactamente por esto. Lula y sus amigos eran útiles en cuanto tenían la capacidad de inmovilizar a las masas. Ahora ya sirven cada día menos.  

La lucha de clases no conoce el vacío. La clase trabajadora no recorrió los últimos 35 años en vano. Ella reconstruirá, en la lucha de clases, más temprano o más tarde, un partido político para su lucha contra toda opresión y explotación, por el socialismo.

El Partido de los Trabajadores está moribundo, de hecho ya es un cadáver maloliente. Si es verdad que hace mucho tiempo su dirección ya lo había sepultado como instrumento para la emancipación de la clase trabajadora, ahora está siendo liquidado incluso como partido de masas.

Es hora de una iniciativa política capaz de atraer y agrupar a los militantes que continúan fieles a la lucha de clases, trabajadores y jóvenes en lucha, partidos y grupos de izquierda, movimientos sociales. Por esto la Esquerda Marxista combate por un Frente de Izquierda anticapitalista y antiimperialista que organice e intervenga en la lucha de clases para barrer la austeridad y abrir el camino para la construcción de un verdadero partido de clases, de lucha y de masas, para dar un gran salto adelante tal como ocurrió en los años 1979/80.

¡Únete a nosotros en esta batalla!