Estado Español: Recuperación económica, ¿para quién?

El gobierno del PP pretende encarar los procesos electorales del 2015 anunciando a bombo y platillo que la crisis ya ha terminado. Es cierto que la riqueza creada en 2014 (el PIB) aumentó un 1,4%, con un incremento neto de empleos de 417.500. Y este año se prevé un aumento del PIB superior al 2% ¿Marca esto un cambio sustancial en la situación económica?

[Editorial de Lucha de Clases nº 23]

Sin duda, tras los cierres masivos de empresas y destrucción de empleo de los primeros años de la crisis, la economía española se ha estabilizado, acompañando el precario equilibrio alcanzado por la economía mundial que sólo ofrece un crecimiento raquítico en todas partes.  

Por supuesto, para los ricos las cosas van viento en popa. Las grandes empresas que cotizan en la Bolsa de Madrid ganaron 33.200 millones de euros, un 64% más que en 2013. Entre ellas, las 35 mayores –que integran el llamado IBEX35– ganaron 29.500 millones, un 40,8% más, y esperan ganar otro 20,5% más en 2015.

Los 6 grandes grupos financieros del país (Santander, BBVA, Sabadell, Caixabank, Popular y Bankinter) ganaron 10.032 millones, un 40% más.

Tampoco se quedaron atrás las retribuciones de los directivos de las grandes empresas. Los consejos de administración y miembros de la alta dirección de los grupos que componen el IBEX35 se embolsaron 675,9 millones de euros en 2014, un 19% más que en 2013.

Precariedad del empleo y de los salarios

Para las familias trabajadoras, la situación apenas ha cambiado. Ciertamente, hubo una cierta creación de empleo. Pero se trata de empleo precario, con apenas un 8% de empleo fijo. Incluso aquí, uno de cada 3 empleos fijos creados es empleo a tiempo parcial, de apenas unas horas al día, a la semana o al mes.

Hasta se han precarizado aún más los contratos temporales, el 90% del empleo creado. Así, la duración media de los contratos temporales ha pasado de 80 días en 2007 a 50 actualmente.

Y junto con la precariedad del empleo, persiste la precariedad salarial. El último informe del Instituto Nacional de Estadística sobre salarios, el de 2013, recoge que los nuevos contratos firmados ese año fijaban un salario un 39% inferior a la media, y el 25% de los contratados  ganaba 352 euros, poco más de la mitad del Salario Mínimo, fundamentalmente con contratos a tiempo parcial.

Por otro lado, la fundación FEDEA, vinculada a la gran patronal, reconoce que la reducción salarial entre 2008 y 2013 fue de un 13% para las mujeres y de un 17% para los hombres (El País, 5/2/2015).

Y esta situación no ha variado en 2014, donde los aumentos salariales fueron mínimos o inexistentes para la inmensa mayoría.

No es de extrañar, entonces, que se profundice la desigualdad social. Según un estudio de Crédit Suisse, publicado por El País, el 20% más rico concentra el 68,8% de la riqueza; mientras que el 80% restante posee el 31,2% (Cómo cerrar la brecha, 1/3/2015)

Bases poco sólidas

Ahora bien, ¿cuáles son las verdaderas bases de esta “recuperación”? Contra la opinión del gobierno, los analistas serios se muestran bastante cautos sobre su solidez. Por ejemplo, no hay correspondencia entre los beneficios de las grandes empresas y el nivel de consumo en España. La facturación de las grandes empresas en España tuvo un crecimiento irrelevante del 0,35% con respecto al 2013. No es sorprendente, dada la precariedad del empleo y el estancamiento salarial, teniendo 5 millones de parados, 11,5 millones de pobres, y profundos recortes del gasto público. La mayor parte de los beneficios de estas grandes empresas vinieron del exterior (por el peso de las multinacionales españolas en Latinoamérica, Norte de África y Medio Oriente) o por ingresos extraordinarios (especulación bursátil, deuda pública, venta de inmuebles, etc.). Con un consumo tan raquítico, y el endeudamiento empresarial, es improbable que estas empresas destinen sus ganancias a inversiones significativas.

Un nuevo frenazo económico a nivel europeo e internacional –que está implícito en la situación– por la sobreproducción existente y el lastre del endeudamiento global de empresas, familias y gobiernos, precipitaría nuevamente a la economía española en la recesión.

El lado positivo de esta recuperación frágil es que podría animar las luchas obreras reivindicativas y dar mayor confianza a la clase obrera. Siendo éste un año de elecciones sindicales, esto facilitaría la renovación de las estructuras sindicales de base con una nueva capa de activistas combativos y radicalizados.