Ayotzinapa: Debemos hacer pagar al Estado por sus crímenes

Hace unos momentos el Procurador de la República Jesús Murillo Karam, basándose en información proveniente de 3 detenidos del grupo criminal Guerreros Unidos quienes confesaron que habían detenido el 26 de septiembre y asesinado a los normalistas de Ayotzinapa,  dio la noticia de que más de 40 personas fueron quemadas en el basurero de Cocutla, Guerrero, por alrededor de 14 horas continuas, algunos de ellos llegaron muertos, otros inconscientes. Sus huesos calcinados fueron arrojados desde una barranca en bolsas de plástico al Rio San Juan. Esta es una noticia triste e indignante. En este país los futuros maestros son asesinados. Podríamos hacer un gran listado de crímenes, este es particularmente indignante, y no queremos que nunca más un suceso como este vuelva a ocurrir. Un sistema que provoca hechos tan abominables como éste, merese ser eliminado.

La PGJ ha señalado que han encontrado en el basurero restos de cuerpos humanos con un alto grado de calcinación que están analizando pese a lo complicado de su estado. Los detenidos que confesaron su asesinato fueron detenidos hace una semana y las zonas donde se dieron los hechos ya habían sido revisadas por el Estado exhaustivamente. Lo más probable es que el gobierno de EPN ya supiera que es lo que había ocurrido con los normalistas, estuvo ocultando información y sólo esperaban un momento no tan malo para ellos para poder dar a conocer la noticia.

Hace dos días fue presentado como detenido junto a su esposa José Luis Abarca, alcalde de Iguala vinculado al narcotráfico y uno de los responsables del asesinato de los estudiantes. El Estado quiere dar una muestra de que estos lamentables hechos que ya no se pueden remediar han sido aclarados y se empieza a castigar a los culpables. El Estado, el narcoestado mexicano, sigue siendo el culpable.

El crecimiento del crimen organizado y el desarrollo del mercado de la droga están íntimamente ligadas a las políticas que se han aplicado en los últimos sexenios y que EPN ha intensificado con la aprobación de sus contrarreformas. Son decenas de miles de jóvenes que mueren asesinados cada año en México, muchos de ellos no tienen la posibilidad de tener un empleo digno, ni siquiera estudiar en una escuela de campesinos pobres como Ayotzinapa, porque el estado está desapareciendo las normales rurales y atacando la educación pública en general, como en el caso del IPN que paulatinamente ha venido bajando el nivel académico y fortaleciendo la selectividad.

Lenin explica que el Estado es un aparato de opresión de una clase social sobre las otras, que la clase económicamente dominante se convierte  en la clase políticamente dominante. Una de las ramas de la economía que más se ha desarrollado en los últimos dos sexenios es el de la droga y el ser una mercancía ilegal no es un impedimento para que el Estado sirva a sus amos capitalistas. Los jefes del narco compran desde el jefe de policía local, hasta altos funcionarios federales, a la par de que llegan a acuerdos de alto nivel para tener todo tipo de protección. De forma inversa en Estados como Guerrero los grupos del narco han servido como una extensión del estado para atacar la lucha de los campesinos pobres y del pueblo trabajador en general. Estos grupos de narcos, por ejemplo, han sido usados como grupos paramilitares para combatir a las guerrillas locales. Los hechos son los siguientes: en Iguala estudiantes que se encontraban luchando fueron detenidos por policías y terminaron asesinados.

El capitalismo mexicano está en descomposición, en zonas y estados enteros funciona como un narco capitalismo con su narco estado. El crimen de Ayotzinapa no se resolverá metiendo a un puñado de narcotraficantes y funcionaros en la cárcel. Si solo se hace esto, mañana cualquiera de nosotros puede ser el siguiente ejecutado. El gobierno de Peña Nieto es culpable de todo esto por omisión, por su política que provoca que estos casos exista, por la complicidad del Estado con el crimen organizado. Se tiene que desmantelar a las organizaciones que actúan criminalmente contra el pueblo: los carteles de las drogas y el Estado mafioso.

Peña Nieto debe renunciar, pero él no lo hará por su propia voz, sino porque la acción revolucionaria de las masas lo obligue a ello. Los estudiantes han puesto el ejemplo en las Normales, en el IPN, en la UNAM, en la UACM, en la UAM, en la UPN, en la ENAH, en el INBA, en las Universidades Estatales… Nos encontramos con la lucha estudiantil más extendida desde 1968, superando a las protestas del 2012 de la cual está en un nivel cualitativamente superior. Algunas escuelas fuera del IPN ya estan acordando ir a paro indefinido. Pero no basta con ello si queremos que el Estado pague por el caso de Ayotzinapa y por el resto de sus crímenes. Si aspiramos a ganar es fundamental que el resto del pueblo, y en particular la clase obrera, salgan a luchar y lo hagan con los métodos que el estudiantado está utilizando: las asambleas de masas, las manifestaciones y las huelgas. 

Una doctora fue asesinada en León, Guanajuato, en un intento de asalto. En respuesta, el 28 de octubre, miles de doctores, enfermeras y estudiantes de medicina se volcaron a las calles exigiendo seguridad. Este ejemplo muestra que la rabia no solo se concentra en los estudiantes sino también en el proletariado, este ejemplo de unidad de trabajadores y estudiantes debe ser el camino a seguir. En el sector universitario los sindicatos ya comienzan a movilizarse, es necesario que el resto de los trabajadores también lo hagan. El movimiento estudiantil debe hacer llamados concretos a la lucha, sacar brigaderos a las zonas industriales, asistir a asambleas de trabajadores llamando a que la lucha se extienda. En última instancia el triunfo real del movimiento dependerá de que los trabajadores se sumen a la lucha de manera masiva con métodos revolucionarios de masas.

Convirtamos la actual indignación y rabia en lucha organizada. Es necesaria una nueva jornada nacional de lucha que integre al movimiento a los trabajadores del país. El pueblo de México no soporta un muerto ni un ataque más, pero estos continuarán sucediendo sino derrotamos a este Estado. Con Ayotzinapa nos queda claro que los jóvenes no tenemos futuro en este país bajo esta sociedad capitalista y que nuestra propia existencia está en peligro constantemente. Nosotros tenemos confianza en que podemos conseguir un futuro digno de paz y de igualdad, pero solo sí luchamos por él y acabamos de raíz con este sistema capitalista, mafioso y corrupto, y con su Estado, sustituyendo a este por un Estado de y para los trabajadores.

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